Tras un ameno y socialmente intenso fin de semana de caminata y comilonas en el Valle del Tiétar, lado sur de Gredos, retornamos a Madrid con una severa indigestión alimenticia (el hornazo del día después es el principal sospechoso). Y además, debido a una agenda apretada por unas jornadas de entrenamiento semanal para un posible futuro trabajo en el Olympic Channel, este medio arrastraba un imperdonable retraso de días sin contenido nuevo. Por tanto, decidimos que qué mejor manera para recuperar el tiempo perdido y aprovechar la inmovilidad que a través de nuestro formato contenedor: la zarzuela. En esta ocasión, una doble sesión de cine animado. Dos filmes de diferenciadas escuelas de animación que captaron mucho interés y aplauso durante sus respectivos estrenos y recorrido de premios. Películas en absoluto recomendables para infantes y, pese a ser ambas buenas y personales, decepcionantes por diferentes razones. Películas exigentes, emocionalmente intensas y hostiles, y estéticamente muy reseñables. Cine social y didáctico de alcance universal a través de la animación. Nos sumergimos en el análisis.
El primer filme es el último trabajo de la compañía irlandesa de animación en 2d Cartoon Saloon, responsables de las dos maravillas animadas de Tomm Moore (El secreto del libro de Kells y La canción del mar), que recibió una nominación a mejor película animada en los últimos Óscar, así como varios reconocimientos en el último festival de cine animado de Annecy: El pan de la guerra, drama ambientado en Afganistán dirigido por Nora Twomey. Paruana es una niña en el Kabul bajo dominio talibán. En compañía de su avejentado padre, profesor que la enseño a leer, escribir y narrar relatos, procuran sacar dinero para mantener a la numerosa familia vendiendo ropas y ofreciéndose a leer textos. Cuando este vaya a la cárcel, Paruana tendrá que hacerse pasar por el muchacho Aatish para poder llevar comida y bienes a una familia mayormente femenina en una sociedad convulsa y violenta que no deja a las mujeres ir solas por la calle sin la compañía de su marido, padre o hermano. Película emocionalmente devastadora, sórdida y depresiva, que no da momentos de respiro. Del mismo modo, filme poético y deslumbrante en sus formas, de seductora banda sonora, excelente animación y acertada idea de construir en paralelo la historia de Paruana con la de los relatos fantásticos que le narra a su hermano, animados de una manera diferente y produciendo, que duda cabe, los momentos más poderosos del filme. Película de personajes definidos y mensaje poderoso, vigente y necesario. Y es ahí donde radica el inmenso problema que lastra la totalidad del filme: este mensaje social está por encima de los personajes y del relato, los cuales se pliegan por completo a su plano, machacón y panfletario discurso político. Y, pese a estar auspiciado por el tema, morboso. Buen cine de animación, sí, pero lejos de las obras maestras de Moore.
- Título: El pan de la guerra/The breadwinner
- Dirección: Nora Twomey
- Guión: Anita Doron, Deborah Ellis, basado en el libro de esta última.
- Actores: Voces de Saara Chaudry, Soma Chhaya, Noorin Gulamgaus, Laara Sadiq, Ali Badshah
- Dirección de Fotografía: Animación
- Música de: Jeff Danna y Mychael Danna
- Estreno: 01 de Junio de 2018 en Netflix
- Duración: 93 minutos
- Web Oficial: https://www.netflix.com/title/80217121
- Nota: 6,8/10
La segunda película es una de las propuestas de anime con mayor reconocimiento internacional en los últimos meses: Una voz silenciosa, adaptación del manga del mismo nombre dirigida por Naoko Yamada. Shōya Ishida es un niño solitario e infeliz, al cual sus compañeros le aburren y con los que sólo sabe relacionarse abusando de ellos. Cuando llegue a su clase de primaria la alumna sorda Shōko Nishimiya, esta se convertirá en el foco principal de sus burlas y crueldades. Hasta tal punto que ella se verá forzada a cambiar de colegio. Años después, siendo Ishida un adolescente depresivo y con tendencias suicidas en la secundario, intentará redimirse de sus pecados recuperando el favor y la amistad de aquellos a los que dañó, Nishimiya en concreto. Delicada y lacrimógena, dura y balsámica, he aquí un filme del pausado e introspectivo ritmo del anime, con mucho cuidado en la definición de personajes, sutileza en su estilo y tono e innegable valor estético. Pero si por algo es un filme que merece destacar es por su poderoso y rompedor enfoque narrativo. Poco cine se ha acercado al tema del bullying desde un enfoque tan delicado y ajeno al morbo, y menos aún han puesto la mirada en el bully e intentado humanizarle. Ya sólo por la frescura de su dispositivo narrativo es una película a ser recomendada (acertadísima es la elección de representar con una X en la cara a todas aquellas personas que intimidan a Ishida y a las que no puede mirar a los ojos). Película sensible y hermosa, pero innegablemente larga, de metraje estirado sin razón que, unido a su minucioso ritmo de narración no puede impedir que nuestro interés decaiga numerosas veces en su segundo mitad. Una segunda mitad, problema común en el anime, que muestra ciertos excesos melodramáticos. Un tanto pesada, pero una nueva muestra de que hay vida más allá de Studio Ghibli.
- Título: Una voz silenciosa/Koe no katachi
- Dirección: Naoko Yamada
- Guión: Reiko Yoshida, basado en el manga de Yoshitoki Ōima
- Actores: Melissa McCarthy, Maya Rudolph, Elizabeth Banks, voces de Bill Barretta y Dorien Davies
- Dirección de Fotografía: Kazuya Takao y Kōhei Funamoto
- Música de: Kensuke Ushio
- Estreno: 16 de marzo de 2018
- Duración: 130 minutos
- Web Oficial: https://www.selecta-vision.com/prensa/post/a-silent-voice-16-de-marzo-en-cines/
- Nota: 7,1/10
Breve pero intensa y emotiva, esta última edición de la zarzuela nos mostró cuán diferentes propuestas puede ofrecernos el cine animado, así como los variados enfoques narrativos y experiencias sensoriales que nos puede brindar. Siempre es nuestro deseo recurrir a la zarzuela lo menos posible, pero mientras la salud no acompañe es el mejor comodín para darse un suculento atracón de cine atrasado. Hasta la próxima.