Día 4 y último de la XVII Muestra Syfy de Cine Fantástico ya, coincidiendo además con el Día de la Mujer. Día más breve en número de proyecciones, pero con dos propuestas muy llamativas entre ellas. Nuevas nacionalidades entraban en juego, y el humor bien entendido se apoderaba de los Cines de la Prensa. Fue la jornada también de la ciencia-ficción, cuya presencia se agradece siempre en la Muestra. Excelente labor la de la Muestra al dar a conocer ante un amplio público madrileño la maravillosa voz propia de un realizador irrepetible. Lástima de ciertos latosos imprevistos al concluir el fin de semana. Profundicemos.
Día 4: Domingo 8 de Marzo
A las 15:30, media hora antes por el metraje de la cinta en cuestión, se proyectó la segunda cinta de animación de la jornada, la primera de ambas niponas que veríamos durante el domingo. Se trata del anime futurista Human lost, dirigida por Fuminori Kizaki y adaptación de la novela de Osamu Dazai. En una civilización futura, la medicina y nanotecnología han logrado evitar toda enfermedad, logrando que sus ciudadanos sean inmortales. A cambio de esta civilización perfecta, están todos conectados a una red virtual, y si se liberan se transforman en monstruos denominados Lost. Yozo, capaz de controlar la transformación, será el héroe llamado a detener al doctor Horiki y su intento de hacer tabula rasa con una nueva humanidad. Cyberpunk para adultos espectacular y furioso, con reminiscencias a Matrix en forma y fondo. Un filme competentemente animada, con ruidosas y épicas escenas de acción y un universo diegético nada exento de interés. Filme que funciona perfectamente dentro de su subgénero, y que sin duda agradará a fanáticos del anime y expertos del cine futurista. Pese a todo, es una película excesivamente larga que va de menos a más. Su gran lacra es su pesada y constante verborrea, daño colateral de la gran cantidad de exposición que el filme nos da. Y aún pudiendo seguirse el hilo, la trama es un tanto enrevesada y confusa, pero se entrega en un largo clímax final sin sentido. Película funcional, pero que queda en aguas baldías. 4,7/10
A las 18:00, tras hacer una cola en cercanía de las manifestaciones por la igualdad de género, nos acomodamos sosegados en la Sala 2 para ver la segunda película que más ganas tenía de ver de toda la Muestra: la comedia francesa Le daim, nueva película del único en su especie Quentin Dupieux, que me tiene absolutamente convencido con lo poco que le he visto. Nos cuenta la historia de un solitario caradura enamorado hasta límites insospechados de su cara y estilosa chaqueta de ante. Mientras disfruta de su atuendo durante su escapada, teje el engaño de hacerse pasar por cineasta para acercarse a una apuesta camarera. Armado con una cámara digital, llevará hasta sus últimas consecuencias la creación de una película casera en la que la chaqueta es vital, y en la que buscará por todos los medios ser el único hombre con chaqueta del mundo. Una grotesca y chulesca chorrada elevada a la excelencia. Otra bendita marcianada del gran Dupieux. 77 minutos de carcajada, sorpresa y perpetuo asentimiento interno. Película atemporal, sátira con formas de un cine pretérito (estética retro en su fotografía lavada, vestuarios, elección de encuadres y selección musical) pero con una identidad inimitable. Gran reparto entregado a la causa, excelente elección de melodías ya existentes. Aventura en solitario con el siempre presente meta-cine devenido en improvisado y chapucero slasher, todo captado sin reparos por la videocámara digital del personaje de Jean Dujardin. Cine pequeño con aroma a estampa rural, a cine barato ochentero, tan francés en su localismo como universal en su capacidad de implicar al espectador en su absoluto compromiso con el disfrute. Un sentido del humor absurdo y considerablemente bobo con el que se puede no conectar, pero que servidor encuentra delicioso. Una desenfadada pirueta dinámica, libre y llena de estilo y brío cinematográfico. Película que no deja de ser una tontería, pero una tontería deliciosa que debéis apuntar. 7,4/10
A las 20:00, con el regocijo aún prolongado de la sesión anterior, volvimos a la Sala 1 para una de las sesiones más populares del fin de semana. Una película que ya pude disfrutar en la última edición del Festival de San Sebastián. Una de las películas más aplaudidas de su prolífico autor en varios años: la explosiva First love, de Takashi Miike. El boxeador Leo y la prostituta Mónica se conocen por casualidad y desarrollan un romance durante una frenética noche mientras se encuentran por accidente en el núcleo de una refriega entre bandas mafiosas por un contrabando de coca. Un festival del exceso y la diversión violenta que es, a su vez, ensayo paródico de formas asentadas y una de las películas más asequibles del siempre inesperado Miike. Una película exuberante en ingredientes, pero inesperada coherencia interna. Un thriller estructurado gradualmente hacia el desenfreno armado, con una hora de introducción y presentación de todas las piezas y vínculos del puzzle para acabar de casarlo en un corre-calles de muerte y sicarios cruzados. Película de malentendidos mafiosos, una suerte de Fargo gamberro que exagera los estereotipos de la acción nipona para reírse de ellos. Filme editado con ingenio y brío, armado con el saber hacer de un veterano y hábil para lidiar con astucia con sus limitaciones presupuestarios. Una nueva demostración de lo expresivo que puede resultar el azar como herramienta narrativa. Macedonia de comedia, acción y melodrama que salta entre tonos con una ligereza que armoniza y sin ningún cargo de conciencia. Bien es cierto que a nivel fotográfico es un filme un tanto feo, y la conexión emocional es prácticamente nula. Una película que sólo es entendible desde una sensibilidad habituada a los códigos del cine de género. Si es tu caso, no dejes pasar una película que es un inmejorable pasatiempo. 6,7/10
Para concluir el evento, programado a las 22:00, tuvo lugar el descalabro mayor que yo recuerdo en todas las ediciones que he podido cubrir. Antes de la proyección del filme, se nos comentó que se proyectaría una pieza exclusiva de Un lugar tranquilo 2, llamada a estrenarse en pocos días. Sin embargo, tras una hora de espera se nos explicó que problemas técnicos bloqueaban la película en la sala 1. Por lo que finalmente acabamos viendo la película en la sala 3, sin pieza exclusiva alguna. De todos modos, la película ya era a esta altura lo de menos, más aún considerando que pocos teníamos ganas de verla en primer lugar. Es The Boy: La maldición de Brahms, secuela dirigida de nuevo por William Brent Well. Una joven pareja se muda a una gran casa en el bosque, dónde esperan acercar distancias con su retraído hijo, Jude. Una vez allí, dónde serán vecinos de una casa trágicamente abandonada, Jude desenterrará un muñeco enterrado con aspecto de niño. Este se convertirá en su nuevo mejor amigo, Brahms. Esta amistad, marcada por un amplio abanico de reglas, pronto dejará de ser una inocentada infantil a fuente de espeluznantes sucesos y reminiscencias de un terrible pasado. Un enésimo ejemplo de terror comercial de muñeco poseído en señorial casa apartada. Sustos sobrenaturales aunados con la iconografía infantil. Un heredero más de la contrastada influencia de James Wan en el terror contemporáneo. Una película tan típica como os podéis imaginar. Un filme sin personalidad, estilo diferencial o elemento ingenioso alguno. Una película que más allá de unos niveles de producción aceptables no tiene nada que ofrecer. Es un amasijo de clichés y estereotipos utilizados con nula auto-consciencia engarzados de manera rutinario, lastrado aún más por unos personajes antipáticos en el que apenas cumple la papeleta Katie Holmes. Película que además desprecia a los seguidores de la primera parte contradiciendo su trama, mostrando sin rubor el interés comercial como única razón de ser. Uno de los visionados más prescindibles que podéis encontrar. 3,4/10
Y con esto y un bizcocho se clausuró una Muestra más. Una edición con extrema actividad mediática por mi parte, diversificada entre vídeo en el canal, entradas en esta web e hilo de reseñas en vivo en Twitter, pero más placentera y menos estresante que la anterior. El nivel medio fue harto respetable, sin películas realmente demenciales, y con un total de seis producciones de variable valía. Una muestra muy rica en temáticas, conceptos manejados y variedad de tonos y estilos.
Una edición en la que también, todo sea dicho, alcanzó máximos históricos en comportamiento cretino por parte de los asistentes y crispación en redes sociales. Los difíciles de solventar efectos secundarios de algunos grupos de discernir entre el barullo bien entendido y el griterío sin gracia que arruina películas que no se prestan a la mofa.
Pese a todo, es parte de la identidad de este evento tan querido, al que una edición exitosa más le augura una larga vida a la que en esta web le seremos siempre fiel. Contamos los días para volver a aplaudir lunas llenas y gritarle bobadas a Leticia en el 2021. Siempre tendréis el análisis aquí, en Celuloides en remojo.