XVII Muestra Syfy de Cine Fantástico – Día 3

En 2020, Eventos, Festivales y Muestras, Muestra Syfy by Néstor JuezDeja un comentario

Llegaba ya el fin de semana, y con él las jornadas más intensas en sesiones, poco sueño, emociones fuertes y cachondeo grupal. Día de estrellas icónicas, películas esperadas, confirmaciones de realizadores prometedores y títulos muy anticipadas y llegada de las obsesiones de la carne y la amenaza del maligno. Las mejores películas de esta Muestra siguen siendo por ahora las que se pudieron ver el día anterior, pero el nivel general contemplado a falta de una jornada es una gran noticia que deseoso estoy por sellar, pues no ha llegado aún el título realmente infame. Si finalmente no llega, podremos considerarlo toda una victoria. Comencemos la disección. 

Día 3: Sábado 7 de marzo

El sábado dimos juntos, en una sala 1 sorprendentemente llena, con la primera de dos películas de temática demoníaca que se proyectarían durante la tarde: la americana The cleansing hour (La hora purificadora), dirigida por Damien LeVeck. Dos emprendedores millenials amigos desde la infancia luchan por captar éxito y espectadores con un programa ficcionalizado de posesiones, en el que Max interpreta el papel de un apuesta cura validado por el Vaticano. Tras unas entregas de caída en seguimiento social, lograrán un pico histórico de audiencia al lidiar en directo con una posesión real vinculada estrechamente con la infancia de ambos amigos. Alegoría ácida sobre las obsesiones y la dependencia con el fenómeno fandom y la audiencia virtual de la mano argumental de un programa de farsas hecho realidad, dónde dos amigos deberán cerrar sus heridas del pasado para derrotar a un satánico enemigo común. Gustó esta película, que servidor considera bastante mala. Principalmente por su fotografía, realización, interpretaciones y uso de la banda sonora, más propios de una serie del canal Syfy. Se alarga en demasía y recurre a clichés casposos en su drama un tanto deplorables. Pero es ruidosa, ambiciosa en guión e impredecible, y tan ajetreada y ruidosa que da para no aburrirse. 3,8/10

A continuación, de nuevo en la misma sala y sin Leti pero con apenas aumento del aforo, se proyectó a las 18:00 un tipo de cinta que hace algunos años no veíamos en la Muestra. Una revisitación a una de las primeras películas de David Cronenberg; Rabid, dirigida por las hermanas Jen y Sylvia Soska. La tímida Rose trabaja en el mundo de la moda, dónde convive con el ninguneo debido a su aspecto físico y a las cicatrices de su cara. Cuando un accidente de tráfico la dejé horriblemente desfigurada, se ofrecerá como cobaya para los experimentos de una clínica privada que promete devolverle la belleza. Si bien el resultado de la operación, los efectos secundarios corporales serán letales tanto para ella como para los que la rodean. Body horror y pandemias voraces para reflexionar sobre el nocivo clima y las obsesiones corporales del mundo de la moda y la estética. Película de buenas ideas e intenciones, respetuosa con su legado y capaz a su vez de presentar una identidad propia, esbozando un estilo definido en su lenguaje audiovisual y en el diseño de luces y encuadres. Pese a todo, es un proyecto más atractivo sobre el papel, que pierde enteros por una ejecución un tanto torpe, debido principalmente a la labor de un reparto que dista de estar a la altura. Lo más atractivo de la película es el descubrimiento del nuevo cuerpo de Rose y sus alucinaciones, pero invierte mucho tiempo en una epidemia de muertos feroces más rutinaria y simple. Pese a ello, una mala película pero no exenta de valía. 4,6/10

A las 20:00 ya aumentó sobremanera la llegada de las gentes, y tras apretada cola y migración a la sala 2 se proyectó a las 20:30, tras ya sí presentación de Dolera, la que acabaría siendo con claridad la película del día. La nueva película de los austríacos Veronika Franz y Severin Fiala tras Goodnight mommy, que también se pudo ver en la Muestra: The Lodge, la sensación del cine de terror del curso pasado que se pudo ver en Sundance o en Sitges. Siguiendo la recomendación de su padre, sus dos niños se dirigirán a un albergue de montaña aislado de la civilización a pasar unos días de vínculo y reconciliación con Grace, su amante y futura mujer. Los muchachos la rechazan, extrañando a su madre y atemorizados por el truculento pasado psicopático de Grace, única superviviente de la matanza de una comunidad ultracristiana. Durante los próximos días de aislamiento se irá tejiendo un malsano clima de desconfianza, paranoia y culpabilidad. Un ejercicio de tensión cocida a fuego lento, retrato psicológico de pesadillas, trauma, dolor y remordimiento. Alegoría de género del daño causado por la asfixiante presión del dogma cristiano mal entendido, y de la nociva asunción del pecado y las perturbadoras implicaciones del redentor castigo físico. Un filme deudor de Hereditary, y también de las formas asépticas y sórdidas de Lanthimos. Un ejemplo más de una tendencia confirmada en el panorama de género: dramas psicológicos disfrazados de terror, que coquetean con su lenguaje y ponen en escena sus minimalistas relatos con cuidadas formas fílmicas. Son estas formas, sin duda alguna, la gran virtud de esta atractiva película. Su dirección es excelsa, sosteniendo en todo momento una contenida pero indeleble asfixia, filmando en constantes planos angulares y largos planos de cuidada composición, envolvente e inquietante diseño sonoro. Buen desempeño por parte de un entregado reparto, dónde brilla una siempre notable Riley Keough. El filme utiliza el sabroso recurso de enfrentar a las imágenes de sus protagonistas con el reverso especular a pequeña escala, filmando desde dentro una casa de muñecas en la que juguetes anteceden las situaciones de los protagonistas. Relato de obsesión, en el que nunca sabemos quién está en lo cierto o miente, qué es real o soñado. Una pena que no acaben de casar las ampulosas formas para un, en realidad, escaso y limitado fondo, con giro narrativo exagerado. Mucho ruido para no tanta nuez, mucha paciencia durante su lento desarrollo para no tanta recompensa. Película que, pese a todo, recomiendo sin dudarlo. 6,6/10

A las 22:30, tras una frenética escapada en busca de viandas y posterior acceso a la sala 1 gracias a la infiltración de amigos en puestos de cabeza de la cola, nos hacinamos al calor de la pantalla para el que prometía ser el pase de más delirio del fin de semana: el de la película que incluía al legendario y bienamado Nicolas Cage, el hombre chiste, en su reparto. Se trata de una adaptación de un relato de Lovecraft. Es Color out of space, de Richard Stanley. Una pintoresca familia reside en el interior de una reserva natural, y súbitamente presencian la caída en su patio de un meteorito de un color que nunca antes habían visto. Tras ese primer misterio seguirá el regocijo, cuando alrededor de la casa empiecen a emerger en grandes cantidades bellas flores, y la cosecha dé más fruto que nunca. Pero esta maravilla inicial dará paso a la suspicacia, cuando se percaten de que la influencia de esta materia alienígena muta el espacio y el tiempo que la rodea, produciendo nuevas formas de vida peligrosas y espeluznantes y cambiando para siempre la propia integridad física y mental de la familia. Una fiel adaptación del relato que traslada con acierto su sensibilidad a un ecosistema moderno y ofrece múltiples imágenes de gran belleza, tanto desde la fotografía como desde el encomiable trabajo del departamento (español, por cierto) de efectos visuales. Un viaje lisérgico y alucinado, una aventura anómala, enrarecida y psicotrópica, que captura sin complejos el simple sentido de la maravilla y recrea con bastante tino las sensaciones que puede producir adaptarse a un entorno desconocido, alienígena, sujeto a unas normas que aún están por descubrir. Filme que ofrece el siempre gratificante disfrute de regocijarnos con un Nicolas Cage entregado a la autoparodia al que el guión permite recrearse en los matices del exceso. Recuperable también la progresiva banda sonora de Colin Stetson. Película que, sin embargo, termina defraudando por errática y confusa, por su incapacidad de armar un tempo consistente y una atmósfera homogénea. Ni muy aburrida, ni muy trepidante, ni muy tensa. Queda para el recuerdo un desatado y abrumador clímax abstracto de explosión furiosa de ruido y color, que vapulea al espectador como si un camión lo hubiese atropellado. No especialmente agradable ni sustancioso, pero siempre sugerente. 5,5/10 

Y tras una rauda grabación para el canal y unos minutos de indecisión y reflexión, opté por quedarme esta vez a la sesión de madrugada con la esperanza de entretenerme lo suficiente como para no arrepentirme de mi decisión: la americana Satanic panic, de Chelsea Stardust Peters. Una joven muchacha comienza a trabajar en una pizzería de entregas a domicilio. Cuando le toque hacer una entrega en un barrio caro y alejado, Basin Mills, se verá envuelta por accidente en una truculenta trama de rituales satánicos y sectas demoníacas de ricos, que desearán utilizarla como canal para el nacimiento del demonio Bahomet. Comedia adolescente de lucha de clases, conspiranoia de clases altas que venden su alma por el capital y uso ligera de la iconografía de brujas y comunas satánicas. Una película que recupera para la causa a una imperiosa Rebecca Romijn que, al estar rodeada de un reparto de capacidades altamente limitadas, brilla con luz propia. Filme muy limitado en medios e ideas, que poco tiene que ofrecer y no usa de manera especialmente creativa sus estereotipos, pero no por ello deja de ser una cinta divertida que cumple con creces como sesión golfa. 3,4/10 

Una jornada que resultó menos satisfactoria a nivel personal que la anterior, pero interesante en la tipología de sus propuestas y en la heterogenia de sus géneros, con algunos temas esbozados de interés, amén de un nivel medio bastante aceptable. Y aún cabía seguir disfrutando pese a que las fuerzas escaseen, pues el último día de la Muestra queda por descubrir mi segundo largometraje más esperado y revisitar una película que ya me agradó en primer visionado. Deseoso de certificar una edición más que óptima. 

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