Llega marzo y, un año más, comienza mi momento favorito del año, uno de las actividades favoritas de mi vida: asistir a la Muestra Syfy de cine fantástico. El evento que más he cubierto en esta web, con nueve ediciones contando esta. Un evento desatado, trasnochado y muy loco y divertido, donde se disfruta el cine como en pocos otros lugares y se revalorizan propuestas que difícilmente verías en la gran pantalla o disfrutarías en otro contexto. Por quinta vez consecutiva en los Cines de la Prensa de Madrid, y presentada de nuevo por la carismática Leticia Dolera, se venían días de griterío, cine independiente desafiante y aplaudir lunas llenas.
Día 1: Jueves 5 de marzo
El jueves abríamos a las 21:30 con un nuevo preestreno de una gran apuesta comercial que llegaba a salas al día siguiente. Una elección especial la de este año, ya que es la primera vez que se abre la semana con una película de animación: nada más y nada menos que el nuevo trabajo de Pixar, Onward, dirigida por Dan Scanlon. En un mundo paralelo habitado por criaturas fantásticas y dónde la magia tiempo ha que fue olvidada, dos hermanos deberán vivir una aventura a contrarreloj para poder encontrar la gema fénix que les permita culminar el hechizo que les dejará volver a ver a su desaparecido padre antes de que se ponga el sol. Una aventura desenfrenada que bebe y homenajea las incursiones y juegos de rol y es un entretenimiento estupendo, una experiencia fantástica para ver en familia. Brilla más que nunca en sus texturas visuales, prosiguiendo la ya hace tiempo ganada carrera por parte de Pixar de animar con excelencia. La película nos introduce en un apasionante universo narrativo poblado por ricas razas y entrañables personajes, que nos atrapa desde su fastuosa premisa y nos deleita en numerosos instantes, gracias al ingenio de los guionistas a la hora de subvertir estereotipos de la narrativa fantástica y adaptarlos a la sensibilidad de los tiempos modernos. Acción y comedia inteligente, señas constantes de la identidad de Pixar que todos hemos amado en alguna ocasión. Pero el desarrollo argumental de la trama en sí resulta mucho menos interesante, predecible y convencional, y se muestra prefabricada, blanda y ramplona en el plano emocional. Los conflictos de los protagonistas se manejan de manera un tanto burda, y como ya pasa en tantas ocasiones la plantilla de guión que muchas películas de animación americana se ven obligadas a seguir lastra de una manera especialmente forzada, y tras un regreso y la obligada ruptura de los héroes la película se abandona a la desgastada fórmula. Con todo, una película harto estimable, que confirma que Pixar sigue siendo una sombra de lo que fue pero que, como apertura de la Muestra Syfy, cumple con creces. 6,5/10
Día 2: Viernes 6 de marzo
Era la hora del primer día de maratones, y se abrió la tarde a las 16:00 con una película que me apetecía especialmente por lo que prometía de diversión: la tailandesa The pool, de Ping Lumpraploeng. Una película concisa y directa, clara en sus intenciones desde su sinopsis: un joven y su amante, un perro, una piscina vacía y un cocodrilo. Una aventura de supervivencia de seis días contra la desnutrición, la soledad y la amenaza de ser devorado. Una película que, reconozcámoslo, logra su principal objetivo: entretener. Logra que no decaiga el interés durante sus 90 minutos de metraje y, pese a emprender su misión con el menor número de herramientas, las rentabiliza al máximo. No deja de ser un subproducto visualmente muy torpe, con una elevada carga de melodrama y subrayado mensaje natalista pro-vida que naufraga por completo, sin olvidar tampoco las incontables conveniencias y agujeros de guión, pero es un título que da lo que promete. 4,5/10
A las 18:00 se proyectó la que quizás fuera la película que menos me apetecía de toda la muestra: la canadiense Blood Quantum, dirigida, escrita, musicada y editada por Jeff Barnaby. Un filme que nos sitúa en una reserva indiana que se ve asolada por una desenfrenada erupción de un virus que, seguro que no lo esperabais, revive a los muertos, que infectan a los vivos, sorpresa sorpresa, por mordedura. Seis meses después el pueblo se ha tornado en un escenario apocalíptico en el que los indígenas, inmunes a la epidemia, son sus eficaces guardianes. Una película que visualmente da el pego, a nivel realización y fotografía luce como una producción de verdad, con algo más de medios o, al menos, disimuladas carencias. Durante sus primeros compases, al presentar un escenario que pudiera haber dado mucho juego, tiene un leve atractivo, amén de un humor que funciona. Pero pronto se presenta como una película de zombies más, otra de cientos que no tiene nada para diferenciarse, ni nada nuevo que aportar. Despierta un poco el filme cuando se entrega a la acción, pero prefiere centrarse durante la mayoría del metraje en un drama que nos deja indiferente, de personajes sin gracia y diálogos de alfalfa. Una producción rutinaria que se toma en serio a sí misma y cuyo sopor provoca que a los 30 minutos ya deseamos que concluya. 4,3/10
A las 20:00 se subió sobremanera el nivel, pese a algunas dificultades técnicas con lo subtítulos por inesperados cambios en la edición de la película con respecto a la versión que se vio en Sitges. Pudimos ver la nueva película de Justin Benson y Aaron Moorhead (autores que ya podríamos considerar de culto, y ya bien conocidos en la Muestra), Synchronic. Dos amigos policías comienzan a investigar una extraña serie de asesinatos y desapariciones. Uno de ellos acaba de percatarse de un inminente e irrevocable problema de salud, y para no afrontarlo se entrega a las pastillas y al alcohol. Pronto averiguará que estos misterios están relacionados con el consumo de una droga sintética, Synchronic, que transportará a sus consumidores a breves y peligrosas conexiones a través del tiempo. Una película que confirma la personalidad única y reconocible de sus realizadores, que se han hecho un merecido nombre en el fantástico gracias a sus intrigantes y complejos guiones y su imbricado universo narrativo, lo cuál es aún más difícil considerando las evidentes limitaciones presupuestarias con las que siempre han trabajado. Una prueba más de que con astucia y talento se suple cualquier problema. De nuevo tenemos aquí una psicodelia lisérgica que nos seduce sin problemas. Mucho hay que apreciar en este ambicioso proyecto, trabajado en su sugerente y envolvente diseño sonoro, sensible banda sonora y harto encomiable realización audiovisual, que sobrellevan con nota las deficiencias de la fotografía. Fascinante resulta la dinámica de la droga y los viajes, y nos implicamos de pleno en las pesquisas del personaje Anthony Mackie. Lástima que al final se decante por un melodrama que no termine de funcionar por la desconexión emocional con la amistad de ambos y de sus conflictos familiares. Y dada las altas cotas que se exige en su historia, resulte inevitable detectarle inconsistencias en la escritura, y una evidente pretenciosidad por la manera de plantear su simples reflexiones filosóficas. Con todo, una película bastante lograda, muy interesante y que bien merece un visionado. 6,7/10
Y a las 22:30, esta vez refugiados de la algarabía en el sosiego de la Sala 2, pudimos disfrutar del que sin duda era el plato fuerte de esta muestra. Una de las últimas películas que me restaba por ver de la Sección Oficial de Cannes 2019 donde, además, se hizo con el premio del Jurado ex-aequo. Se trata de Bacurau, la nueva película de Kleber Mendonça Filho tras la atractiva Doña Clara, que en esta ocasión fue acompañado en la dirección por Juliano Dornelles. El pequeño y humilde pueblo de Bacurau, al sur de Brasil, se encuentra aislado del resto del país por obstrucciones en la carretera, y necesitan que les traigan el agua de fuera con un camión cisterna. Tras el funeral de Carmelita y el regreso de familiares y amigos, se empiezan a percatar de que el pueblo ya no aparece en los mapas, y de que el satélite les está bloqueando la señal telefónica. Tras la llegada de algunos forasteros y algunos altercados cercanos, pronto descubrirán que están siendo asediados, y que más pronto que tarde deberán enfrentarse a un peligroso y misterioso enemigo. Un delicioso perro verde fílmico, una bendita marcianada, de esas que saben a gloria en el contexto de la Muestra y que brillan con luz propia. Una obra fascinante, irregular e indescriptible, pero rica y muy sugerente a varios niveles. Un desafío a las convenciones, un perpetuo planteamiento de formas establecidas utilizadas de manera heterodoxa. Un neo-western costumbrista visualmente atípico y deslumbrante que nada sin miedo ni cargo de conciencia por las turbias aguas de lo impredecible, lo aleatorio. Una película anómala que probará muchas paciencias y que es preciso aceptar con la mente abierta para disfrutar su juego, coqueteando de continuo con un absurdo lógico bien entendido. Una película que es un barroco y desenfado ejercicio de estilo, un homenaje en clave satírica al universo de Leone y demás Spaghetti Westerns que utiliza sus tropos con una ligereza auto-consciente que desestabiliza al espectador (movimientos de grúa, planos detalle de bocas, planos extremadamente cerrados, cortinillas desfasadas), casándolo en un sorprendente maridaje con la sensibilidad del drama social localista del cine previo de Mendonça e induciendo con armonía una crítica al capitalismo americano. Película demasiado larga y descompensada de ritmo, irregular, pero sumamente atractiva y que, por supuesto, recomiendo con convicción. 7,3/10
Un ameno y provechoso primer día, con algunos detritos pero suficientes películas de interés como para compensarlo. Todavía queda mucho por llegar, de seguro hilarante y variado, para disfrutar especialmente en la desfasada experiencia comunal de la Muestra. Seguimos informando.