Tras un muy satisfactorio jueves de apertura, el viernes ya empezaron las jornadas maratonianas de cinco películas seguidas, de colas interminables, de cafeína y dulces y de aplaudir lunas llenas (este año hay que añadir a las costumbres de la muestra chistar durante varios segundos y exclamar ¡La puerta! cada vez que se vea en pantalla una puerta abierta). Este año, desgraciadamente, apenas pude ver un puñado de películas, sobre todo en el caso del viernes, pero eso no arredrará a este blog de informar a sus lectores, y a servidor de escribir sobre su gran pasión. El volumen de visionado me permite aglutinar los dos días intermedios en una sola entrada, y la suculenta oferta del domingo me invita a centrarme en ella en el próximo artículo. Allá vamos, apostados alrededor del Cine de la Prensa.
VIERNES 3 DE MARZO
Las contingencias de mi realidad fueron devastadoras en esta jornada, pues entre la jornada laboral y el agotamiento de entradas sólo pude visionar una película, la de la sesión golfa. No pude asistir a las 16:00 a la proyección de la película de terror Worry Dolls, pero se confirmaron las sospechas que me despertó su horrendo tráiler, pues al parecer fue una de esas nefastas películas de miedo que, entre la audiencia de la muestra, producen una risa multiplicada por diez, y al menos dio para un rato de cachondeo. A las 18:00 se proyectó una película a la que tenía muchas ganas: la coreana Seoul Station, precuela animada de la excelente Tren a Busan. Según parece, aún siendo una película noble, se halló por debajo de lo que prometía y muy lejos de su sucesora en imagen real. Esperaré a consultar más opiniones, pues el cine animado no acostumbra a ser valorado como debería entre el público tipo del Syfy, pero igualmente la decepción y la reducción de las ganas de verla son evidentes. A las 20:00 se produjo el estreno de 47 meters down, película de muchachas jóvenes y apuestas encerradas en las profundidades abisales y rodeadas de tiburones blancos. Según parece fue entretenido y en absoluto vomitiva, pero también insulsa y olvidable, lejos de los logros de la estimable Infierno azul. Tarde anodina al parecer, con un detrito y películas poco destacables.
A las 22:00 se proyectó , con la asistencia de casi todo el equipo técnico y artístico, el western español Stop Over in Hell, dirigido por Víctor Matellano. Por la hora hubiera podido verla, pero ni se me ofreció invitación ni pude comprar entrada, las cuales se agotaron, pero según se comentó en internet, se hablaba en las colas y me dijo un amigo, no me perdí nada, pues la película era todo lo deleznable que su póster y tráiler indicaban, si no más. Una película de colegas que no funcionaba siquiera para el divertimento colectivo, y que la audiencia no pudo sobrellevar como acostumbra, debido a la presencia en la sala de Yvonne Blake y de casi todo el equipo.
A las 00:00 pude ver mi única película del día: The funhouse massacre, comedia de terror con asesinos en serie liberados por una secuaz de la prisión en la que se hallaban, vigilados por Robert Englund, y dispuestos a no dejar títere con cabeza en unas casetas de feria durante la noche de Halloween, haciéndose pasar por trabajadores del túnel del terror y demás atracciones macabras que llevarán a la literalidad, aprovechando la confusión que esta festividad provoca entre humanos maquillados de muertos y muertos reales. Un slasher de psicópatas ambientado en el contexto grotesco y propicio que da Halloween para la violencia, apostando por un tono cómico fácil y unos personajes patéticos pero entrañables. Una película que, pese a su pobre factura visual, resultado de su bajo presupuesto, logra lo que pretende: un entretenimiento ligero, con un poquito de carnaza. Sin embargo, su inicio, en el que asistimos a flashbacks del pasado de los criminales y a su liberación, al estilo de Escuadrón Suicida pero mucho más lograda, acorde al tono ameno y divertido, nos hacia imaginar un uso posterior más interesante de estos villanos, que quedan desdibujados en locos grotescos en una persecución de asistentes en el recinto cerrado de la feria estándar en su desarrollo y poco imaginativa en su puesta en escena, rutinaria y menos escabrosa de lo que debería. El humor funciona pese a ser estúpido (las referencias a la cultura pop son simpáticas, si bien vuelve a ser prueba de que en el cine no acaban de integrarse de manera óptima los chistes sobre redes sociales), pero su presencia excesiva y mal modulada (sobre todo en el personaje de Ben Begley, policía devenido en burda caricatura) le van restando poco a poco su efectividad. Su extensa duración para tan reiterativa trama y una línea narrativa secundaria absurda y salida de la nada (más innecesarios toques románticos) la acaban tornando cargante. Pese a todo, funciona de manera loable como entretenimiento, y da exactamente lo que promete, sin engañar a nadie. 4/10
SÁBADO 4 DE MARZO
En la sesión infantil de las 12 de la mañana se proyectó no sólo una de las grandes películas de la muestra, sino también una de las mejores películas de animación de los últimos años: La suiza La vida de calabacín, de Claude Barras. No pude verla en el contexto de la muestra, ni tampoco en San Sebastián (aunque la tuve muy a mano), pero pude disfrutarla en salas comerciales recientemente, y pronto escribiré sobre ellas de manera más detallada. En resumen, diré que se trata de una película breve pero intensa, estéticamente soberbia y poblada por personajes carismáticos, en un viaje emocional para adultos e infantes que aúna con habilidad drama y diversión, cargado de tristeza. 8/10
A las 16:00 se proyectó The good neighbor, película americana con James Caan sobre jóvenes tecnológicos espiando en el interior de su hogar a un señor mayor con un as guardado en la manga. Ninguno de mis amigos o conocidos en el terreno asistió a la proyección , pero según las opiniones que he recopilado en Twitter y demás parece ser que se trató de una película noble y entretenida, de nivel estimable en el contexto de la muestra. A las 18:00 fue el turno de I am not a serial Killer, película con adolescentes sociópatas y asesinos en serie con inesperadas derivas al fantástico. Aquí ya si que tuve amigos asistiendo, y ambos se mostraron muy satisfechos con la misma, en particular el frenopático. Es incierto saber cuando habrá un momento adecuado para volver a una película de estas características, que jamás verá estreno en nuestras pantallas, pero queda apuntada.
A las 20:00 ya pude iniciar mi jornada en el Syfy con la proyección de la norteamericana Pet, dirigida por el catalán Carles Torrens. En ella, Seth (un introspectivo y logradamente maníaco Dominic Monaghan) es el guardia de una perrera, y un día se reencuentra con su compañera de la infancia (Ksenia Solo) Holly, de la que queda enamorado y obsesionado. La muchacha le ignora y denosta, pero gracias a las redes sociales y su diario personal, consigue averiguarlo todo sobre ella. Preocupado por su porvenir, decide secuestrarla y encerrarla en una jaula metálica en el sótano de la perrera con el fin de que ella, a través de la reflexión y redención de sus culpas, se salve. En una enmarañada historia de giros narrativos y fachadas ambiguas, pronto veremos que ninguno de los integrantes de esta relación de dos es quién parece ser, y los roles de cazador y presa quedarán derruidos. Este ambicioso guión de Jeremy Slater fue premiado en Sitges, y si bien entiendo esta cuestionable decisión hasta cierto punto, reconozco que el argumento, en tanto idea, es lo más valioso de la película. Una película de factura audiovisual competente y diseño de producción compacto aunque escueto, que elige con acierto los escenarios en los que transcurre su relato. Pero es en la ejecución dónde el conjunto naufraga por todos los lados. Si bien su protagonista, un tarado patético con fracasos constantes y soledad autista, se gana nuestro afecto, la muchacha sólo nos produce repulsa y antipatía, y ni tan siquiera la presencia de un secundario de color logran que empaticemos con ellos. Ninguno de los giros concuerda con lo previamente establecido o lo que está por venir, y el desarrollo de la relación no es ya incoherente sino plenamente inverosímil, pues una cosa son personajes con capas y otra bien distinta personajes maleables cual plastilina fresca, que ahora son de tal modo y ahora de tal otro, cómo si de La horda se tratase. No es lo suficientemente divertida para funcionar como comedia, ni lo suficientemente terrorífica para funcionar como película de terror (ni siquiera como gore, pese a cierta deriva tardía hacia ese terreno), ni tiene el suficiente calado para funcionar como thriller psicológico, no ya como drama, haciéndole caer con tantas pretensiones mal logradas y objetivos cinéfilos torpemente acometidos en un terreno: el del ridículo. Su no-ritmo, con escenas que se extienden hasta la extenuación, hacen de sus 90 minutos un metraje difícil de digerir. Gracias a Dios estamos en el Syfy, dónde se degustan y valoran obras mucho peores, por lo que una película tan arriesgada y absurda como Pet da lugar a un visionado hilarante de puro gozo. Objetivo logrado pero, este sí, nunca pretendido. 4/10
Y a las 22:00 se proyectó el plato fuerte del día, la última película de una de las vacas sagradas del género: 31, de Rob Zombie, vista en Sitges y, lamentablemente, ya analizada en este blog. En tanto ya divagué en considerable extensión sobre ella, sería absurdo reiterar, pero sí que apuntaré un par de cosas. Muy disfrutable en pantalla grande y con suficiente enjundia como para aguantar con nobleza un segundo visionado, 31 es una película irregular en su ritmo y ejecución, sobre todo en el tramo intermedio del juego, dónde los personajes malignos se muestran endebles y nuestros bobos héroes no sufren un calvario tan tremendo cómo esperábamos. La realización no siempre acompaña, ni los risibles diálogos. Pero sí en algo triunfa el filme es en su acertado uso de una iconografía de la perversión, en la que caricaturas de la religión y el nazismo se dan la cara con la faz más perversa de los payasos y el mundo circense en un relato posmoderno de autor con un tono emocional muy logrado. Un producto sugerente de mucha finura estética, que usa con acierto los elementos visuales de las barracas y el oeste americano para construir un relato narrativamente vago pero personal y pulsional. Un excelente Doom-Head, villano memorable al que se extraña durante la mayoría del metraje, es la guinda del pastel. 6/10
Encantado habría asistido a la sesión golfa del día, en esta ocasión Scare Campaign, cinta de terror gore sobre un programa de cámara oculta, pero la imposibilidad de hacerlo por ausencia de boletos me hizo sustituirlos por unas hamburguesas donaldicas y unos fresquitos en el bar Mamajuana II con los muchachos. Al parecer, la pérdida fue relativa, siendo este un subproducto con carnaza de sesión golfa, aunque no todo lo deleznable que cabría esperar, teniendo en cuenta el histórico de estas sesiones. Fue un día breve pero muy ameno. Mañana llega el gran día de la muestra, y espero poder prepararme con las debidas fuerzas para disfrutarlo a la más alta potencia.