Gracias a los comunicados del equipo de Comunicación de Paramount España, pude asistir a un pase de prensa temprano de una de las producciones norteamericanas más llamativas del otoño: el dramedia de ciencia ficción Una vida a lo grande, séptima película del venerado Alexander Payne que fue elegida como película de apertura del último Festival de Cine de Venecia. Si bien no soy experto en la obra del nebraskeño, ni un aficionado incondicional de lo visionado de la misma, sí que quede fascinado con su obra previa, la excelente Nebraska. Por estos motivos, su reparto y su suculenta premisa hacían anticipar cuánto menos una película interesante y bien acabada, pese a las críticas tibias que la precedían. No en vano, abrir uno de los mayores festivales de cine como primera toma de contacto con la crítica no es el lugar más adecuado para ser bien recibida. Además si esta te espera con la expectativa que el contexto y la obra de su autor generan. Por lo que sospechaba que nos ocupaba un filme mejor de lo que allí se afirmó, como corroboraban críticas más recientes. Y pese a ser una obra imperfecta, este medio se suma a esta corriente. El filme que nos ocupa naufraga por momentos de puro ambicioso, con una premisa que se construye con pinzas y que desemboca en una historia cuasi rutinaria, pero el trabajo puesto en su puesta en escena y en el diseño de su mundo es tan minucioso y encomiable que aseguran por sí solos un grato momento en la sala de cine.
El doctor noruego Jørgen Asbjørnsen (Rolf Lassgård) descubre en su laboratorio tras meses de trabajo la manera de reducir científicamente a un ser humano de su estatura habitual a unos 12 cm. Medida que defiende ante la comunidad internacional como la solución a la superpoblación y la escasez de recursos. Y un modo de mejorar la vida de la gente al poder convertirlos en millonarios al empequeñecerles, por lo que se abaratan los costes de sus recursos con respecto a su hacienda previa. Cuando esta nueva realidad se presente ante los ojos de Paul Safránek (un ameno Matt Damon), un mediocre y profesionalmente frustrado fisioterapeuta laboral verá una oportunidad perfecta para rehacer felizmente su vida con su mujer Audrey (Kristen Wiig). Pero una vez se incorpore a Ociolandia, deberá encontrar su camino en un mundo que no es el que esperaba. Una cómica, melancólica y romántica historia de superación que a través de la ciencia ficción recrea una utopía que metaforiza y critica la sociedad contemporánea y el egoísmo del ser humano y su sistema de clases. Un filme pensado que realmente lleva su diégesis hasta las últimas consecuencias, haciendo esta utopía lo más creíble posible, en un guión el que se presienten horas de trabajo y minuciosidad en los detalles, tocando tal vez demasiados temas: economía, ética… El filme halla en su trama su gran activo, así como en lo bien y natural que fluye. Y para que se sostenga el entramado uno de los resortes capitales funciona: el filme está poblado por buenos personajes. No ya sólo los Safránek, sino el divertido y finalmente entrañable pese a lo repelente de su carácter Dusan Mirkovic (un grato Christoph Waltz que encarna la enésima variación del mismo papel). Y, sobre todo, la tullida activista vietnamita Ngoc Lan Tran (Hong Chau, hilarante), el personaje que ejerce de alivio cómico. Comedia que, junto con el sentido de la maravilla que brinda la música de Rolfe Kent, funciona con holgura, a partir de buenos diálogos. Si a todo ello le sumamos una buena fotografía de Papamichael, con puntuales estampas hermosas, hallamos un producto formalmente bien acabado, interesante y fácil de disfrutar.
Su jugosa premisa deviene, en última instancia, una excusa para confluir en los parajes del convencionalismo. Una vez Safránek es diminuto, la película se decanta por ser una meliflua historia de superación personal aderezada por una historia de amor ñoña, predecible y de cuestionable necesidad. Y por mucho esfuerzo que Payne y Taylor pongan en razonarla, la utopía propuesta nunca llega a sostenerse en sus premisa nucleares. Tras una primera hora de disección logística de esta nueva sociedad, abarrotada pero matizada, el filme pierde la fuerza cuando se separa la pareja y halla problemas para mantener el interés y ocultar sus bajones de ritmo con una subtrama ecologista. Pretende muchas cosas pero la única en la que realmente indaga de pleno son las más facilonas para conseguir la sonrisa del público y las menos interesantes. Es por ello que para lo que se esperaba de Payne, aún más viniendo de Nebraska, no está a la altura. Altura más elevada que la del grueso del cine comercial.
Crítica, ambiciosa y edulcorada, Una vida a lo grande no es el cine de autor que los Paynianos esperaban, pero sí cine comercial inteligente para ver en compañía y reflexionar.
- Título: Una vida a lo grande/Downsizing
- Dirección: Alexander Payne
- Guión: Alexander Payne y Jim Taylor
- Actores: Matt Damon, Christoph Waltz, Hong Chau, Kristen Wiig, Udo Kier
- Dirección de Fotografía: Phedon Papamichael
- Música de: Rolfe Kent
- Estreno: 22 de diciembre de 2017
- Duración: 135 minutos
- Web Oficial: http://www.imdb.com/title/tt1389072/combined
- Nota: 7,1/10