Gracias a la buena labor de los muchachos de Diamond Films pude asistir, a falta de una semana para que se estrene en salas españolas, una de las producciones británicas de la próxima que aspira a cazar nominaciones en la próxima gala de los premios Óscar: hablamos del drama romántico basado en hechos reales Una razón para vivir, debut en la dirección de largometrajes del actor de motion capture Andy Serkis. Una película que cuenta con su temática y la interpretación central de un Andrew Garfield en gran estado de forma como atractivos. Una película de la que nada sabía y nada en concreto esperaba, pero de la que cabía esperar cine académico bien hecho. Y aún más agradecido estaba de poder verla en pase de prensa, por lo que me abalancé sobre la sala 9 de los Cines Renoir de Princesa sin prejuicios. Y una vez en casa me quedó claro, como esperaba al sentarme en la butaca, que había visionado una clara medianía para gratificar a todo el mundo y que no puede enojar ni contrariar a nadie, pues contiene todos los elementos para que todo el mundo halle algo por lo que sonreír. Su sentimentalismo y drama gustará a mucha gente, mientras que su competente factura mantendrá a los puntillosos apaciguados. La suma de sus partes da un producto estándar, pero desde una estandaridad bien entendida.
Robin Cavendish (un estupendo Andrew Garfield) es un soldado inglés joven y atractivo que, tras enamorar a Diana (Claire Foy), viajarán juntos a África, dónde tendrán a su hijo. Desgraciadamente, Robin contraerá allí la Polio y quedando incapacitado para mover el cuerpo de cabeza para abajo, viéndose forzado, traqueotomía mediante, a utilizar una maquina respiradora para sobrevivir. Tras unos primeros días de depresión, el empuje de su mujer le inspirará a desear vivir y luchar por hacerlo dignamente, consiguiendo abandonar el hospital y siendo un pionero en los derechos de los discapacitados para vivir una vida digna y poder abandonar la reclusión de casas y hospitales. Un drama motivador de superación y ganas de vivir y disfrutar. Una demostración de como la voluntad y el empeño superan toda adversidad. Sin duda estas narraciones lanzan mensajes socialmente necesarios, y siempre es bienvenida una ración de concienciación. Más allá del buen trabajo de Garfield, y el competente hacer del resto del reparto, si algo llama la atención en la película es su buena ambientación histórica, fruto de un buen trabajo del equipo de vestuario y dirección artística, y una hermosa fotografía del veterano Robert Richardson, anegada de exóticas estampas y dinámicos planos generales y angulares tomas en movimiento. Y es de agradecer, a pesar del tema, que la película haya obviado los elementos más escabrosos y desagradables de la enfermedad y no enfocarlo cómo un desangelado dramón de desgracia y dolor sino como un relato fluido y alegre que construye con dinamismo a partir de la enfermedad, que no es el único tema sino el punto de partida para modificar la situación de origen del protagonista y desviar su día a día, y el de su entorno, hacia aventureras y sugerentes nuevas direcciones. Y gracias a un creíble retrato del matrimonio central la película se nutre siempre de un conflicto dramático rico, en tanto no plantea la historia como una lucha personal sino sobre el trabajo en equipo de un grupo humano, y de cómo la desgracia motiva a una comunidad para superarse y vivir, en definitiva, una enriquecedora veintena de años. Cine británico clásico ejecutado con elegancia y oficio, fácil de ver en cualquier circunstancia.
Se constata en su ejecución audiovisual un evidente saber hacer, que si bien se traduce en una pátina visual sin fisuras, no haya correlación en un relato con personalidad. El filme es netamente impersonal, y sus recorridos narrativos no abandonan los lugares comunes del género, ni tampoco logran los personajes trascender más allá de unos perfiles específicos. El buenismo y el subrayado emocional imperan, y no se busca más que agradar con el chascarrillo simpático y unos toques de lágrima de manual, sin entrar en ciertos estereotipos burdos a la hora de representar a otras culturas, que no hacen sino recordarnos situaciones vistas ya muchas veces. Cine de galería, de salón, filmado con gusto, pero con piloto automático, que no impacta de verdad en ningún momento y se muestra incapaz de producir emociones intensas o suscitar reflexiones posteriores. Lo que a la postre se le exigen a las realmente buenas películas.
Romántica, ñoña y motivacional, Una razón para vivir es pura rutina, pero una no exenta de corazón y clase.
- Título: Una razón para vivir/Breathe
- Dirección: Andy Serkis
- Guión: William Nicholson
- Actores: Andrew Garfield, Claire Foy, Tom Hollander, Hugh Bonneville
- Dirección de Fotografía: Robert Richardson
- Música de: Nitin Sawhney
- Estreno: 17 de noviembre de 2017
- Duración: 1117 minutos
- Web Oficial: http://www.imdb.com/title/tt5716464/combined
- Nota: 6,5/10