Swiss army man – Amores escatológicos

En 2017, Cine, Críticas by Néstor JuezDeja un comentario

Todos los años sigo con interés todas las buenas películas que provienen de Sitges, que aunque lleguen con retraso se terminan paseando por la cartelera española con una frecuencia cada vez mayor. Y las que no reciben estreno comercial ven proyecciones populares en eventos como la Muestra Syfy. La película que nos ocupa, premiada con el mayor galardón en Sitges y con el premio a Mejor Director en Sundance, iba a verse en este evento, pero una última maniobra entre distribuidoras provocó que tuviera un pírrico estreno comercial. Es por ello que fue prácticamente imposible disfrutarla en pantalla grande, pero tarde o temprano me aproximé a la obra con un interés inútil de ocultar, pues pese a ciertas discrepancias entre la crítica su exótica apariencia la hacían una propuesta muy llamativa para los cinéfilos hambrientos. Y pese a constatar durante el visionado que me correspondería escribir sobre una película ciertamente deficitaria, sería a su vez sobre una que difícilmente no puedo recomendar. Pues pese a estar impregnado la totalidad del producto de una tontería supina bastante irritante, su genuina personalidad y el entusiasmo con el que se encomienda a su rareza hacen de su visionado una de las experiencias más genuinas de lo que llevamos de curso. 

Hank (el siempre entregado Paul Dano) es un joven náufrago norteamericano extraviado en una isla desierta, a un paso de colgarse. Pero en ese momento se percata de la presencia en la playa de un pestilente cadáver con evidentes problemas de contención gaseosa. Pronto averiguará que no sólo puede serle una herramienta muy útil a nivel logístico para volver a la sociedad a través de usos variados de sus expulsiones gaseosas, sino también un inmejorable amigo y compañero de aventuras, siendo un perfecto apoyo emocional a la hora de compartir con él sus dudas y problemas amorosos, convirtiéndole todo esto en una navaja suiza humana. Una comedia romántica surrelista e impresionista que bebe del tono del videoclip, terreno en el que curten los realizadores (Daniel Scheinert y Daniel Kwan), que debutan con esta película. Una película frenética y onírica que se adentra de pleno en los territorios experimentales de la extravagancia narrativa. Fotografiada con acierto por Larkin Seiple y musicada intensa y pegajosamente por Andy Hull y Robert McDowell (plagada de letanías de vocales y bucles de sonidos), la película logra impactar de pleno con un relato narrado en un tono libre y agresivo, montado con frenesí y plagado de elementos de realidad y de imaginación. Con una base de película romántica indie, la dota de interés centrándose en estos dos personajes y su particular relación seudo-amorosa con una atmósfera mágica de humor indecente y fecal tan sencillo y juvenil en su concepción que sorprende de lleno por su intensidad emocional. Con apenas un par de personajes, siendo uno de ellos un cadáver de pedos supersónicos, y apenas un puñado de sets, la película logra implicarnos en un diálogo absurdo entre dos locos en un bosque deseando amar y que la chica de sus sueños les reconozca, para finalizar dándose cuenta que sólo necesitan al otro para ser felices. Una historia de jóvenes introvertidos y relaciones poco ortodoxas pasada por un tamiz de cuento infantil plagado de un humor adolescente eficaz en su radical desempeño. 

El estilo del filme es sin duda rompedor, corrosivo y diferente, pero no por ello necesariamente notable. Principalmente por una apuesta fuerte por un humor escatológico que bucea con descaro en el ridículo. El conjunto resulta gracioso por acumulación, pero el punto muerto en el que sucede la mayor parte de la pueril acción y el corrosivo estilo de realización, que fomenta lo inesperado y arbitrario, nos mantiene con curiosidad pero la escasa enjundia y chusquez del contenido fílmico impiden que podamos sentir nada más. Y si se agradece el compromiso con el delirio, el argumento sigue de manera soterrada un recorrido sentimentaloide de mediano carisma en su concepción. Y básicamente, al filme le pesa la desagradable sensación de demorar durante hora y media un sketch que bien habría triunfado en 10 minutos. 

Divertida, absurda, desprejuiciada y juguetona, Swiss army man es una comedia fresca y diferente, pero más allá de una premisa interesante poco puede sustraerse de interés cinematográfico. 6/10

Leave a Comment