Suburra – Continuum de engaños y rencores

En 2016, Cine, Críticas by Néstor JuezDeja un comentario

Tras curtirse en las adaptaciones a serie televisiva de Romanzo Criminale y Gomorra, Stefano Sollima, hijo del difunto realizador italiano Sergio Sollima, debuta en el largometraje (antes de ponerse manos a la obra con Soldado, secuela de Sicario) con otra historia de mafiosos, estafadores y violencia cruzada. De nuevo un retrato en el filme de la podredumbre endémica de la sociedad italiana, desde las esferas de la religión y la alta política hasta el último gitano facineroso. Y lo hace en una película estilosa filmada con fuerza, pero algo dispersa en ritmo y tono, acusando unas derivas narrativas predecibles y conocidas para el cinéfilo.

suburra_3Durante septiembre de 2011, la corrupción anega desde los barrios periféricos de Roma hasta el núcleo de la vida alta. El político Malfredi hace campaña interna para lograr el apoyo de los diputados y que salga adelante una ley de reclasificación del terreno, que permita la ejecución de un proyecto inmobiliario que construya una ciudad del juego en las playas de Ostia, negocio con el que distintas personalidades de facciones diversas de la sociedad esperan obtener grandes beneficios. Sin embargo, todo se verá trastocado por una implicación con mujeres y drogas que conducirá a una espiral de violencia entre familias mafiosas, envueltas en guerras internas de venganzas por asesinatos del otro, que dará al traste con el porvenir de todos los implicados. Un relato bruto de asesinos y ladrones. Y bien directo, con interpretaciones creíbles y ningún reparo en ir al grano del tejemaneje criminal. Y la narración abarca con profusión el desarrollo completo, transitando de una a otra, de sus variadas líneas narrativas. Personajes pasionales y familiares, que llegarán por proteger lo suyo hasta las últimas consecuencias. Lluvia, perros, carne y curas. Realización de tomas largas y dinámicas, sacando provecho del movimiento de vehículos, la disposición de espacios y el juego con los espejos. Y un diseño de sonido machacón que juega a la baza del impacto. Y el filme es competente, pero no destaca en nada en particular.

La película es larga, y aunque no es lenta, su ritmo es taimado, transitando con garbo puntual por las derivas esperables a nivel real de cada situación. Y si todo encaja, ciertas implicaciones sugeridas (el pringue papal) quedan como apuntes mal integrados en la diégesis. La misoginia del filme viene al caso (sólo tres personajes reducidos a mujer objeto), pero es saneable. Y si bien la música utilizada es potente a nivel sensorial (una suerte de melodías motivacionales ambientales de moderno), su uso en secuencias de preponderancia musical de tono trascendente es un recurso fácil y evidente, que camufla perfectamente las carencias. Un filme resultón el que el todo no es mejor que la suma de sus partes. Un atraco en un supermercado fascina, así como su cierre y su inicio, pero entre medias se sigue el filme con un sentimiento de rutina.

Suburra toca sin prejuicios temas de actualidad e irregularidades necesarias de conocer para batallar en su contra, pero esta suerte de dos episodios televisivos (por su lenguaje audiovisual) fusionados en uno agrada y no presenta defectos flagrantes, pero su historia nos ha sido contada otras veces con más sustancia. 7/10

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