Gracias a un pre-estreno organizado por A contracorriente Films en los Cines Verdi pude ver antes de su estreno en pantallas españolas una de las películas más llamativas del fantástico de este curso: Shin Godzilla, la enésima película sobre la iguana gigante, esta vez filmada en su país de origen, la tierra del sol naciente, de la mano de Shinji Iguchi y Hideaki Anno, el autor de la venerada obra de animación Evangelion. Una aproximación a la mitología del mayor emblema del kaiju eiga ambientada en el Japón post-Fukushima y narrada desde un enfoque serio a nivel dramático, propio del cine de catástrofes de la actualidad, pero sin abandonar el factor maravilla que da la gran escala y el disfrute de las grandes escenas de contienda y destrucción. Las expectativas no podían ser muy elevadas, pero las habladurías invitaban al optimismo. Y tras haber visionado el despropósito de Emmerich y la estimable pero errada versión de Gareth Edwards constaté sin problema que, pese a sus evidentes problemas de exceso de metraje y apabullante verborrea burocrática y abundancia de personajes humanos políticos y tecnócratas, me encontraba ante una de las mejores versiones de las andanzas del monstruo gigante, con una muy interesante concepción audiovisual de la hecatombe y elegante filmación de la acción.
Una mañana cualquiera en la bahía de Tokio se produce un inmenso géiser acompañado de un espeso líquido rojo. Los especialistas y funcionarios de la administración de Tokio y altos cargos de la nación, involucrando incluso al Primer ministro, desconocen la fuente de este fenómeno y desestiman una gravedad mayor, hasta que una inmensa criatura emerja del agua y se arrastre en línea recta por los barrios periféricos de Tokio, arrasando con todo a su paso. Tras un primer ataque sin éxito la criatura retorna a las profundidades marinas para estabilizar su temperatura corporal, elevadamente alta tras los impactos de artillería. Tras semanas de investigación los científicos descubrirán que esta criatura, denominada en clave como Godzilla (criatura de Dios) es una criatura reptiliana colosal con mecanismos internos de regulación térmica que muta de estados como resultado de la ingesta de restos radioactivos del siglo pasado que yacen en el mar. Tras su segunda aparición, en la que se mostrará más inmenso y con la piel acorazada el gobierno nipón, en coalición con Estados Unidos, deberá plantearse si es necesario tomar medidas drásticas para acabar con esta amenaza que promete devastar el país. Un país atemorizado afrontando en masa la más gargantuesca de las amenazas por la fuerza. Una cinta de acción y desastres, dónde el enemigo desconocido se muestra en todo su poder y se nos permite disfrutar de sus habilidades durante franjas razonables de tiempo, en las que se filma a Godzilla en espectaculares escenas de acción coreografiadas con cabeza. Y la realización del filme sorprende. En su frenético montaje, apoyado por la frenética música de Shiro Sagisu, se insertan infinidad de planos para narrar cada escena desde infinidad de ángulos, combinando primeros planos con fastuosos planos generales dónde se manifiesta a sus anchas la competente fotografía de Kosuke Yamada, todos ellos encuadrados con un gusto anómalo en una película de estas características. Un delirio audiovisual coherente y orgánico en el que se logra imprimir un sentido de trascendencia a una premisa absurda cómo esta, y consigue que sintamos el drama de los afectados y que nos impliquemos con los conflictos de su infinidad de personajes, pincelando un conjunto de dilemas filosóficos, políticos y económicos alrededor del caos que suscita la bestia.
Si bien la película es disfrutable, es también excesiva en parafernalia técnica y científica, y agradecería veinte minutos menos. Se beneficiaría de más criatura y menos comisiones y reuniones entre personajes intercambiables que poco llegamos a conocer, y, sobre todo, de ahorrar en subtitulado, pues durante la introducción se suceden infinidad de reuniones en distintas salas y mantenidas entre distintos comandantes, ministros y expertos, lo que lleva a la decisión de darle nombre a cada cosa, mediante largos subtítulos que permanecen pocos segundos en pantalla, poco aportan a la trama e incordian sobremanera. Realmente la trama tiene poco que ofrecer y el desarrollo es totalmente predecible, por lo que la sensación general es de estar presenciando una panoplia de secuencias muy similares entre sí intercaladas en intervalos.
Shin Godzilla es una película que ya hemos visto muchas veces, y nada nuevo aporta, pero es poco probable que veas una película del rey de los monstruos mejor realizada que esta. 7/10