Durante la primera quincena de agosto estuve de vuelta por la capital en la que vivo. Una etapa muy cargada de cine: Caro diario, Maravillas en Montfermeil, Jeanne y El mago de Oz. Os adjunto algunas de las reflexiones que me suscitaron;
Querido diario (Nanni Moretti, 1993)
Lúdica lucidez en la excelente Caro Diario. Encarnación de satíricas reflexiones sociales en un deambular en el que el cine, de un modo u otro, siempre está presente.
El cine se hace inesperado eco de mi vida: en Caro Diario Moretti va al cine a ver «Henry, retrato de un asesino», que vi hará dos semanas.
Podríamos hablar de un paulatino pero convencido romance con Nicola Piovani.
Maravillas en Montfermeil (Jeanne Balibar, 2019)
Puedo valorar a nivel teórico la propuesta de Merveilles A Montfermeil: comedia municipal absurda e impredecible. Salvando escenas puntuales, se ahoga en su deambular deslavazado y su auto-complacencia.
Jeanne (Bruno Dumont, 2019)
Jeanne: La épica de la declamación teatral. La lírica del entretiempo. El musical como vía de introspección trágica. La extenuación del primer plano. Tan heterodoxa y, a la vez, tan apropiada.
Diríase que indagar más en el universo Dumont debe de ser una empresa exigente, pero provechosa.
El mago de Oz (Victor Fleming, 1939)
El mago de Oz preserva el sentido de la maravilla 71 años después. La deslumbrante artificialidad del Hollywood clásico. Festival Lynchiano tan tierno como inquietante.
Oz, lugar maravilloso para visitar dos horas, demencial para habitar dos días.
