Recordar – Pasados nebulosos

En 2017, Cine, Críticas by Néstor JuezDeja un comentario

Hay realizadores que, pese a su fertilidad o sus réditos, pierden el foco mediático tras una etapa de éxito y siguen trabajando en la sombra. Sería este el caso de Herzog , Ferrara o Wenders, o en menor medida Cronenberg, o un Malick menospreciado desde El árbol de la vida. Pero nadie puede presumir de esto como el canadiense de origen armenio Atom Egoyan, aplaudido por la crítica en los 90 y hundido en una racha de fracasos desde hace casi una década. La película que nos ocupa, el thriller de temática nazi Recordar, también fue recibido de manera desigual, y recibió un tibio estreno a nivel internacional, inédita en cines españoles. Pero su gran reparto, interesante temática y la aprobación de cierto sector crítico al que tengo en estima me hicieron buscar la película y atacar el visionado con fervor. Y el filme que encontré me sacudió con intensidad, ofreciéndome un disfrute elevado. Es una pena que nadie hable de una película tan excelente como esta. El estado actual de la crítica ha llegado a un punto tal que se denosta por desidia formal o ausencia de sofisticación conceptual y se ignora el mérito de un guión efectivo y una emoción pura forjada a través de una intriga clásica. La que nos ocupa es de factura modesta y estructura truculenta, pero es una película notable de gran guión y estupendas interpretaciones. 

Zev Gutman (un excelente Christopher Plummer), un anciano judío aquejado de demencia y paciente de una residencia geriátrica, queda viudo tras décadas junto a su mujer. El día que esto sucede su amigo paciente Max Rosenbaum (un entonado y recientemente fallecido Martin Landau) le recuerda la tarea que prometía hacer el día de la pérdida de su mujer, y sabedor de su alzheimer incipiente le redacta una carta con todos los pasos que debe seguir en su aventura: coger un tren e ir a Canadá y buscar a Rudy Kurlander, el nazi responsable del asesinato de su familia y la de Max en Auschwitz, para acabar con él. Hay varios Rudys Kurlander, y deberá reconocer al auténtico, pero para Zev, que necesita que todo le vaya indicado, organizado y escrito de antemano, será muy difícil recordar ese duro pasado.  Una intriga con toques humorísticos sobre la vejez, la recuperación histórica de las heridas nacionalsocialistas y, en definitiva, de la memoria y del olvido o suplantación vital como vía de escape. Un relato con giros, incógnitas y plagado de implícita tensión espeluznante hacia el fascismo oculto que atormenta a sus protagonistas. Un relato que capta con precisión el peliagudo tema de la decrépita senectud, habitada por interesantes personajes interpretados por ancianos actores en estado de gracia: Landau se muestra reservado, calculador y cerebral, el entrañable y olvidadizo y asustado Zev de Plummer brilla como un astro, y Bruno Ganz exprime al máximo su breve papel. Pero la comedia geriátrica es sólo un simpático apunte ante la potencia emocional de su inquietante plan de asesinato central, plagado de escenas que erizan el bello y un clímax devastador. Y es en la dosificación de la información y en el emplazamiento de las revelaciones dónde el guión de Benjamin August se muestra como un rotundo éxito. Un guión que eleva por encima de la media un ejemplo loable de cine de género, a la antigua usanza, que muestra que la Segunda guerra Mundial aún tiene mucha vida cinematográfica, con el enfoque adecuado. 

De entrada resulta inevitable constatar el mayor problema de esta película: un acabado formal pobre, con una fotografía y realización cercana al telefilme, una banda sonora pobremente enfática usada con poca elegancia y un uso de los elementos cómicos cercano a la tosquedad paródica involuntaria. Su sorprendente final es efectista, pero a cambio de rozar peligrosamente lo inverosímil. Y como esta, tantas otras escenas se enredan de manera atropellada, o se desarrollan de manera poco orgánica, pareciendo más escenas de guión que sucesos reales. Pero todo ello son minucias de analista quisquilloso que palidecen ante los grandes logros de este estupendo trabajo, una de las mejores películas vetustas de los últimos años. 

Inquietante, terapéutica, fina y contundente, Recordar roza el efectismo, pero es una espectacular película de suspense absolutamente recomendable. 7,8/10

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