Ridley Scott, más de 30 años después, retoma la franquicia de Alien con esta película que funciona al mismo tiempo como precuela de la primera entrega y como primer capítulo de una nueva saga que relance la historia, ya que este blockbuster veraniego no sólo presenta un final abierto sino que ofrece más preguntas que respuestas.
La cinta no responde en calidad al excelente marketing viral que la precedía (refiriéndome con esto a los cortometrajes de ficción que dirigió el hijo de Ridley, «David 8» y «TED 2023″, y a la página web de las Weyland Enterprises») pero sigue siendo un trabajo a tener en cuenta dentro del panorama comercial actual. Son grandes sus defectos, entre ellos la gran similitud con «Alien, el octavo pasajero» en su estructura narrativa, así como la ambigüedad de su guión(bastante predecible en algunos momentos del metraje) y la planicie estereotipada de algunas personajes (salvando las buenas interpretaciones de Fassbender y Rapace), dando la impresión de que la película no funciona como producto independiente (demás entregas de la saga realizadas y por realizar) .
De igual modo los procedimientos para crear tensión resultan torpes, siendo destacable la escena de la cesárea de Shaw, en la que tras 90 minutos de calma desconcertante se hace uso de «gore» barato y susto clásico.
De todas formas, también podemos apreciar una hermosa banda sonora y puesta en escena (excelente departamento artístico).