Hará por los inicios del ya lejano 2016, incluido dentro del número 2 de nuestra revista Numen, Espectáculo, redacté el presente artículo sobre una de las más relevantes virtudes de la muy infravalorada segunda trilogía de La guerra de las galaxias, en la que compartía unos primerizos temores hacia la nueva hornada disneyana que años después no han hecho sino reafirmarse. Ilustración del gran Pedro Martínez Ballarín:
La seguridad y rigidez como azote de las instituciones galácticas
Con motivo de la llegada de El despertar de la fuerza, conviene recordar alguna de las apasionantes reflexiones que nos brindó la epopeya galáctica. Y en desarrollar sucintamente uno de ellas se centra este artículo. En presentar los que son, en última instancia, los males responsables de la destrucción de la Academia Jedi y de la Primera República Galáctica: la inmovilidad institucional, la rigidez jerárquica y el deseo de seguridad.
La Academia Jedi firmó su perdición cuando restringieron el uso de la Fuerza por parte de sus acólitos entre dogmas y parámetros férreos. Su excesiva precaución en la formación de sus iguales, añadido a su desfigurado papel de mediadores republicanos en tiempos de paz, escenifica cuanto se ha resquebrajado la Academia Jedi de sus ideales primigenios, hasta el punto de encontrarse ciegos ante el ascenso imparable del lado oscuro en su propia casa, ese gobierno que defienden ciegamente por mucho que su postura difiera de las acciones que este toma. La defensa de la paz transgredida en términos políticos, entendida en una militarización inédita auspiciada por esa seguridad de la ciudadanía enfrentada a los preceptos democráticos que dicen defender. Engaño que hace a los Jedis traicionar la expresión pura de la Fuerza y a los senadores honestos negar sus inquietudes morales al plegarse a la apariencia.
Un engaño que dota de una riqueza superlativa a esta epopeya cinematográfica, que desarrolla en seis episodios una narrativa plagada de temas apasionantes notablemente concluidos. Conclusión adulterada con la producción de nuevos episodios por parte de la voraz Disney, que deseo enriquezco estas temas en futuras oportunidades, dado que en el conservador Episodio VII se desechó ignominiosamente cualquier intento de enriquecer la mitología galáctica en pos de la repetición nostálgica. Aún hay margen para el cambio.
Néstor Juez