Julieta – Dolor impostado

En 2016, Cine, Críticas by Néstor JuezDeja un comentario

Tras el ligero y fallido divertimento que fue Los amantes pasajeros, el prestigioso realizador manchego Pedro Almodóvar, bandera del cine patrio desde hace tres décadas, retorna al dramático melodrama de poderosas mujeres (que tanto ha bordado con películas magistrales como Hable con ella o Todo sobre mi madre) con Julieta (que bien pudo haberse titulado Silencio de no ser, afortunadamente, por las confusiones que pudieran causarse con la próxima película de Martin Scorsese). Emma Suárez y Adriana Ugarte interpretan al personaje del título en distintas etapas de su vida, y nos narran en retrospectiva la penitente vida de una mujer sacudida por diversas desgracias de índole familiar. Esta narración se nos presenta en un filme de estructura clásica sutil y bello, visualmente muy trabajado, pero que esconde un gran problema: La empatía con la tragedia nunca llega, pues todo se siente artificial y distante. La historia, al no sentirse natural, no es creíble.

Julieta se dispone a abandonar Madrid para trasladarse a Portugal con su amante, cuando un reencuentro con una persona que hace años que no veía le reabre una herida del pasado que creía haber enterrado.  Decide escribirle una carta a su desaparecida hija y gracias a este recurso asistimos mediante un flashback a la historia relacionada con las circunstancias del genésis de Antía, la hija: la nevada noche en la que conoció a su padre, un pescador gallego, en el vagón de un tren; la noche de pasión que vivieron en él, que dejó embarazada a Julieta; su traslado a la casa que posee este en la costa y su relación con una amiga de él, la escultora Ava; las divergencias con Marian, asistenta de la casa; el declive físico de su madre y las discusiones sobre como tratarla con su padre, que vive en el sur; la relación con Antía durante su adolescencia y madurez…todo un periplo vital de desgracias humanas e infelicidades cotidianas, ahondando en la vena más dramática posible. Destaca en el producto final una exquisita dirección artística y elegante vestuario, además de su acabado estético y su ejecución visual, con encuadres muy estudiados y tomas muy conseguidas. Su literario guión presenta no pocos elementos de interés, y la música de Iglesias es como siempre emocionante. Pero esto no oculta graves carencias.

La apasionada música subraya, pero pone demasiado énfasis a un contenido visual que no la corresponde con la misma intensidad. Las interpretaciones de casi todo el reparto, a excepción de Inma Cuesta, De Palma o Grandinetti, se sienten forzadas y poco naturales. Cuando en el drama se sobre-acumulan las desgracias y los accidentes en un mismo grupo humano se vuelve increíble, exageradamente dramático, un recurso de guión. Es el guión, muy literario, el gran problema de una obra que se siente atada a él. Diríase que las cosas suceden siguiendo su dictamen y esquema, pero sin llegar a adquirir la corporalidad necesaria, siendo el resultado una obra pobre en los matices emocionales que subyace tras los infortunios. Pues todo se presenta terrible, pero no respira hondura emocional, ni los personajes transmiten un hálito humano de sentimientos frágiles: sólo afectado dolor y ostentosa tristeza. 

Almodóvar se ha ganado por derecho un hueco de honor en el olimpo cinematográfico, y no hace mucho que volvió a demostrarnos su talento como cineasta (con la estimulante y tristemente infravalorada La piel que habito). Pero en esta ocasión tan sólo notamos su buen hacer como realizador, pero no su alma. No hay pasión tras su ejercicio, que se torna una floritura mecánica. 6/10

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