Os dejo aquí todas las reseñas breves que publiqué en Letterboxd de las películas vistas durante el mes de enero de 2024.
Falcon Lake (Charlotte Le Bon, 2022)
Cuando el roce es prolongado, por mucho miedo que de la soledad, algunas amistades te aíslan del mundo.
Cuento campestre de adolescencia en Falcon Lake, delicada inmersión en las dudas de la madurez que se sirve de códigos del fantástico de manera velada para exhibir con acierto y sencillez las angustias sexuales e identitarios de los jóvenes en procesos de cambio familiares o geográficos a través del umbral de los espectros.
Película, lamentablemente, más preocupada por las apariencias que por las resonancias o los significados, apresadísima desde el primer fotograma por un afectado preciosismo estético ensordinado. Un estilo tan medido y calculado, y tan propio de las modas de festivales, que resulta impersonal, y la condena a ser plana y simple.
Passion (Brian De Palma, 2012)
Cuando el deseo se instrumentaliza en aras de la ambición, no hay escapatoria posible.
Perverso y manierista cóctel de sexualidad letal en Passion, histriónico ejercicio de seducciones femeninas en el mundo de la moda que rebosa un arrebatador erotismo por cada uno de sus fotogramas. Estilizado ejercicio de colores saturados sobre pieles pálidas, plagado de reflejos, ecos y condensación de las obsesiones DePalmianas.
Metraje anegado de imágenes extraordinarias, con una secuencia matrioska de laberinto onírico de planos subjetivos o pantallas partidas que obnubilan con puro deleite toda objeción posible hacia tosquedades narrativas. Tosquedades que son ramas que no deben impedirnos ver el bosque. De los mejores títulos que vi en enero de 2024.
Safe (Todd Haynes, 1995)
En el mundo del control exhaustivo, hasta la frustración tiene explicación científica e institución donde ser recluida.
Hipnótica crítica a la burguesía tradicional estadounidense en la notable Safe, estilizado estudio de personaje de pluscuamperfecta precisión en su puesta en escena que disecciona la represión cotidiana de estas residenciales prisiones de cristal plagada de ambigüedad y aristas. Contenido relato de violencias diarias de la normatividad, donde una primordial Julianne Moore transpira desde múltiples registros la angustia solitaria e incomprendida que atraviesa en su purgatorio.
Revisión posmoderna de histerias absurdas, donde la música puntúa una atmósfera insondable de desconcierto ineludible. De las mejores películas vistas en enero de 2024.
The canyons (Paul Schrader, 2013)
Cuando el potencial físico es el único discurso y objetivo, el deseo interesado se vuelve despiadado.
Lúcida crítica a las cloacas del estrellato hollywoodiense nos brindó Paul Schrader en The Canyons, inspirada simbiosis entre el mensaje y unas formas que fueron incomprendidas en su día por la crítica. Lavada imagen digital despojada de cualquier sofisticación o romanticismo, idónea para un retrato de un entorno de frivolidad y vacío donde lujo, sexo o negocio no es más que vulgaridad en traje.
Planificación de tomas en movimiento medido, música sensual y escrutinio tenso. Sexualidad turbia y esfera del cine en la que el cine es ya un cadáver dejado de lado.
La princesa Goh (Hiroshi Teshigahara, 1992)
Contiendas, filiaciones y servidumbres se enquistan en el tiempo en aras de la liturgia.
Atenta recreación de medievos nipones en La princesa Goh, donde Teshigahara se sirve de intrigas cortesanas para detenerse en unos pocos personajes, su entorno natural y los delicados prolegómenos de la doctrina del té. Singular mirada construida desde heterogéneas sensibilidades artísticas, donde la diferencia cultural y el desconocimiento sin duda dificultan la plena comprensión.
El virtuosismo plástico de la puesta en escena es innegable, pero pese a todo al conjunto le falta pulsión, y al engranaje narrativo misterio. Nos encontramos ante una bella oquedad, un cóncavo conjunto de estampas fotográficas. Instantes de buen cine, pero abundancia de palabra discursiva.
Tras el cristal (Agustí Villaronga, 1986)
Indefenso al compás de la carcasa respiratoria, los fantasmas del pasado ejecutan venganzas lentas.
Hipnótica tela araña de perversión trazó Villaronga en Tras el cristal, concentrado ejercicio de terror en espacio reducido que invoca el trauma del abuso infantil nazi desde la fotografía rescatada y la palabra. Sensualidad maligna y malogración de los cuerpos en la bisoñez de un apuesto enfermero que devuelve la mirada al monstruo, como ese espejo abrasador que le es impuesto al doctor enfermo.
Filme morboso y tremendista, sí, pero de una sofisticación atmosférica sorprendente viniendo de un debutante, y un generoso conjunto de planos excelentes.
El rapto (Marco Bellochio, 2023)
La guerra más cruenta se libra en el plano de la fe.
Trágica denuncia de los abusos de poder de la Iglesia en la vigorosa El rapto. Oficio y clasicismo en un ejercicio de drama histórico de pulso en montaje y desgarro expresivo en su entramado emocional. Múltiples apuntes de gran cine: la creación de ecos entre oraciones cristianas y hebreas mediante montaje paralelo, el uso frondoso de música clásica para realzar la intensidad de la sublevación política, y el dibujo preciso del tormento interno de Edgardo mediante flashbacks o secuencias oníricas elocuentes. Conflicto inabarcable el suyo, dividido entre el amor a su familia y el abrazo a la nueva ideología.
Notoria cuando Edgardo es infante, se diluye cuando este crece, y la estructura de la trama desemboca en un tercer acto más rutinario.
Resident Evil: Venganza (Paul W. S. Anderson, 2012)
Cuando el enemigo es la ambición corporativa, el campo de batalla es la recreación probeta.
Interesantes ideas sobre la reformulación del lenguaje cinematográfico en Resident evil (Retribution), de las propuestas más experimentales en su concepción de las imágenes en el mainstream reciente. Trama y progresión dramática casi inexistente, inicio que deja a Tenet en evidencia y, en su ambición de hacer la traslación más clara de la experiencia del videojuego, sitúa a Alice en un circuito de peleas en escenarios virtuales. No-espacios digitales donde emprende danzas de patadas y tiroteos contra sus recuerdos.
Lástima enorme que el feo acabado digital de sus efectos quede tan lejos en prestaciones plásticas de sus ambiciones.
La sociedad de la nieve (Juan Antonio Bayona, 2023)
El fuego vital no se apaga ni ante la desesperanza ni la flagelación helada.
Intenso ejercicio de traslación de texto en La sociedad de la nieve. Drama de ambientación afanada a nivel técnico que representa en todos sus parámetros un ejercicio de oficio técnico solvente, con pulso y tempo bien calibrado en el accidente del avión y cierto tacto manejando el morbo de la carne o la impotencia de las canciones publicitarias en la radio.
Película tan competente como impersonal, llevadera como supervivencia intensa pero muy estomagante como drama sensiblero de música manipuladora en la que, pese al empeño descriptivo, los personajes resultan pobres.
Adiós al lenguaje (Jean-Luc Godard, 2014)
Desde un presente incierto, se enuncian imágenes posibles para un futuro imaginado.
Poliédrico ensayo de inabarcables significados puzzle en Adieu au langage, propuesta críptica y ambigua donde todo indicio de posibles códigos interpretables quedan saboteados a continuación. Taller audiovisual en directo, donde la imagen y sonido es maleable material físico que se deforma con procedimientos transparentes, con el 3D por bandera. Giros alrededor de citas literarias, colores artificiales, dos parejas y un perro.
No comulgo con las decisiones plásticas de cortar en seco con las músicas o con el fluir natural del plano digital. Película de personalidad sugerente, a la que sin duda no fui capaz de abordar con las gafas adecuadas. La propuesta más experimental de enero de 2024 junto a Anderson.
Yannick (Quentin Dupieux, 2023)
En la sociedad de la atención al cliente, todo capricho del ego debe ser satisfecho por derecho.
Sabroso punto de partida el de Yannick, comedia crítica de un surrealismo menos chabacano de lo habitual en Dupieux pero igualmente irreverente e ingenioso. Atinada sátira del preocupante estado de censura y cuestionamiento que sufre el arte en el mundo contemporáneo, permitiendo entre sus violentos diálogos realizar una descripción clara de un personaje disfuncional que procura canalizar su furia interna mediante la persuasión dialéctica, en un entorno elegante de odio indiscriminado.
Con todo, quizás es la peor película de Dupieux, incapaz de sostener en interés el punto de partida durante su hora de metraje y de puesta en escena mucho menos creativa, si bien ofrece notables apertura y cierre gracias a la combinación montaje-música.
Noche de paz (John Woo, 2023)
La venganza es un plato que se sirve por navidad.
Violencia sin alharacas en el agridulce regreso de John Woo con Noche de paz. Múltiples secuencias de exquisita imaginería visual, combinando juegos de montaje con ecos visuales articulando el presente desintegrado y el flashback paternal. Violencia explícita y expeditiva y dinámicos resaltes irónicos con la ambientación navideña para un cuento, eso sí, tonalmente descompensado entre el desenfado camp y la tragedia afectada.
Curiosamente, su largo prólogo de preparación exhibe sentido del tempo y elocuente enunciación visual, pero cuando llega la confrontación armada deambula inerte. La cinta navideña de enero de 2024.
El sabor del saque (Yasujiro Ozu, 1962)
Ante la soledad confirmada, el recuerdo y el alcohol son los únicos refugios posibles.
Dimensión insondable de las emociones humanas en la notable El sabor del saque. Sabiduría serena plagada de hallazgos de estilo: cámara estática a baja altura para una fragmentación escasa y una planificación aparentemente sencilla de una nitidez extraordinaria, de encuadres diseñados con mucho sentido y frontalidad expresiva de la línea de miradas. Nostalgia capturada en la paleta de colores y elocuente uso de las imágenes de espacios como transición, brillando especialmente en sus planos de estancias vacías, bañadas de memoria.
Pero todo confluye hacia un final extraordinario que toca el cielo, donde la lágrima no puede descender por la mejilla, el cuerpo se sacude al compás de la borrachera y la nostalgia es invocada con una marcha militar.
También los enanos empezaron pequeños (Werner Herzog, 1970)
Ante la insurrección general de los pacientes, el director no abandona su despacho.
Fiesta cruel y caos animal se dan la mano en También los enanos empezaron pequeños, fascinante comedia de narrativa abstracta que perturba y absorbe a partes iguales. Fábula demente de escenario vistoso y dinámico sentido del encuadre que nos sumerge en la perversa celebración sin fin de los enanos. Risas agudas, escondites con los ojos tapados, coches en rotación o gallinas en combustión son algunos de los ingredientes de esta cafre perversión.
La celebración de la mofa, la alegría turbia del placer culpable. La excentricidad de enero de 2024.
Bidasoa 2018-2023 (Fermin Muguruza, 2023)
El río no mata, matan los gobiernos.
Homenaje a las víctimas de la inmigración africana al País Vasco en Bidasoa 2018-2023. Retrato matizado del espacio de conflicto, que captura la riqueza cultural de activistas, simpatizantes o supervivientes recurriendo con dinamismo a los extractos animados y sirviéndose de una poderosa playlist en la enunciación de los tránsitos a pie o sobre ruedas de sus personajes.
Con todo, un lenguaje visual asordinado por la necesidad de contar su historia, por lo general, mediante el testimonio oral, articulando un fondo que no llega a aliarse con la forma de manera expresiva. De los pocos documentales de enero de 2024.
El mar (Agustí Villaronga, 2000)
Entre las paredes sanadoras, hierven los traumas.
Recargado ejercicio de tensiones en carne en El mar. Intenso estudio dramático del rencor y la culpa que toca hueso en los traumas de la Guerra Civil y describe psicología de personaje con maña desde el dolor larvado de la represión católica y el deseo homosexual no canalizado, recurriendo al potencial simbólico del océano como vía de escape.
Con todo, se apoya demasiado en el reforzado atmosférico de la música, y cede permanentemente a golpes de efecto escabrosos y explosiones morbosas de violencia explícita. Villaronga, uno de los viajes mas singulares de enero de 2024.