Este curso he empezado un Máster de crítica cinematográfica organizado por la Escuela ECAM en colaboración con la revista Caimán Cuadernos de Cine. Os dejo el octavo texto del Taller de Escritura, Encontrarse aquí, encontrarse ahora, dedicado a analizar la notable serie We are who we are de Luca Guadagnino. Espero que os guste:
Encontrarse aquí, encontrarse ahora
Siempre nos tendremos a nosotros mismos. La prueba última de que existimos. Somos, y nuestra identidad irrepetible delimitará el rumbo que seguiremos. Pero no hay ejercicio más difícil que encontrarnos. Y en el caso de los adolescentes, el ejercicio de definirse supone una dura aventura que les transformará por completo. En este viaje emocional y físico de dos adolescentes, Caitlin y Fraser, así como en los conflictos de la comunidad que les rodea, se centra la frondosa miniserie We are who we are (Luca Guadagnino, 2020). Y dará forma a este terremoto anímico a través de detallados trabajos con el espacio, la puesta en escena y el recorrido dramático de sus personajes.
We are who we are es, en múltiples frentes, un relato trans. Un desatado mosaico trans-género, trans-identitario, trans-generacional y transnacional. Se ambienta en un universo cerrado estructurado desde el histriónico artificio pero rebosante de vida por cada píxel de sus imágenes. Y en esta personalidad arrebatada es determinante el tratamiento del espacio. La base militar estadounidense situada en territorio italiano, un enorme decorado diseñado con obsesiva dedicación, por el que la cámara, etérea, traza una cartografía clara que permite que nos sumerjamos en ella como un espacio ubicuo en identidad nacional pero con la entidad de un lugar real. Pintoresco es el escenario y pintorescos los personajes gracias a su saturado y extravagante vestuario, determinante para transmitir de manera visual el conflicto por el que transitan los protagonistas.
La miniserie, como la obra previa de Guadagnino, se presenta ante nosotros como una producción rabiosamente manierista. Exhibe un abanico de ostentosos recursos audiovisuales para describir con la puesta en escena el desaforado e inestable paisaje hormonal y emocional que atraviesan los personajes, seduciendo desde el estilo. La cámara flota y se desplaza permanentemente alrededor de los personajes y expresando con su acción lo que estos sienten: zooms pausados, travellings laterales de seguimiento que varían su cercanía con el personaje, ópticas angulares y grúas en picado, fotogramas borros congelados durante varios segundos…efervescencia visual que acompaña al histerismo gestual y conductual de los personajes. A su vez, la música juega un papel capital para el aparato dramático de la miniserie, haciendo las veces de torrente estruendoso de intensidad dramática gracias a las fascinantes composiciones de John Adams.
Más que una intrincada tela de araña de pasiones, We are who we are es una sinfonía de cuerpos en estado de ebullición. Un romántico recorrido a flor de piel. Una encrucijada permanente de deseo, experimentación y miedos en los que a través del cortejo o la confrontación un grupo de jóvenes van encontrando su propia voz. Un entrópico discurrir de decisiones impetuosas tan frustrantes como catárticas para desentrañar su sexualidad o moralidad. Un crisol entrecruzado de amantes que se desean entre ellos sin poder evitar dañar a otro en el proceso, tan caótico y ajeno a convenciones como la vida misma, que brilla gracias a un excelso trabajo de casting que nos brinda criaturas tan bellas como atormentadas, fascinantes fisonomías y portentosas herramientas de expresividad física.
Imperfectos o lacerados, somos lo que somos, y somos aquí y ahora. Estamos vivos, sentimos y buscamos afecto. Un afecto que nunca es fácil dar ni corresponder, pero que tras el viaje acabamos encontrando, transmitiéndose también a través de la cámara.
Néstor Juez