El laberinto sonoro de Abrázame fuerte – Revista Mutaciones

En 2022, Colaboraciones, Revista Mutaciones by Néstor JuezDeja un comentario

En este curso 2022-2023 continuo colaborando con los compañeros de Revista Mutaciones. Esta vez escribo sobre una de las mas grandes películas del año; ¡Abrázame fuerte! de Mathieu Amalric. Disfrutadla:

El laberinto sonoro

Tan fascinante es la capacidad del cine de crear imágenes como sus estrategias para presentar y desarrollar sus relatos. Las estrategias narrativas escogidas por los equipos creativos determinan en gran medida que sus producciones se dirijan a un nicho más popular o que tengan un cariz más experimental. Y a su vez, como en el caso que nos ocupa, las emparentan o diferencian de la adaptación. La película a la que nos enfrentamos afrontaba un doble desafío. Por un lado, adaptar una pieza teatral preservando su identidad pero desde un enfoque y un entramado sensorial puramente cinematográfico, y por otro poner en imagen los siempre esquivos e inexpugnables caminos de la mente. Triunfa sin alboroto en ambos frentes y además fascina desde el cripticismo, en un nuevo peldaño en la trayectoria como realizador de Mathieu Amalric, uno de los actores europeos más talentosos del panorama contemporáneo. Se presentó en la improvisada sección Premieres del Festival de Cannes 2021 y llega a nuestras carteleras dónde está llamada a recibir mucha menos atención de lo que su calidad merece. Procederé en los próximos párrafos a diseccionar el drama francés Abrázame fuerte, sexto largometraje como director de Mathieu Amalric. Un sorprendente enigma que sirve como enésima prueba del estado de gracia en el que se halla la actriz luxemburguesa Vicky Krieps. Pasión y angustia en un viaje del que supone todo un desafío escribir sin desvelar pistas sobre su trama. 

Ya desde los primeros compases se presentan dos ambientes desarrollados en paralelo que dialogan entre sí pese a estar separados. El núcleo dramático se concentra en el personaje de Krieps, y sus anhelos y frustraciones se canalizan a través de sus hijos y su esposo. Dos mundos vinculados por los sentimientos de sus habitantes, en los que siempre resulta desconcertante la naturaleza de las acciones representadas. Aunque nuestra percepción de la acción como espectadores es lineal, pronto sospechamos que el orden de sucesos se encuentra salteado. Un personaje desgarrado en proceso de reconstrucción psicológica. Nuestro faro en un críptico puzle donde se amalgaman los recuerdos y lo imaginado. El viaje dramático revela gradualmente sus capas de discurso sin por ello despejar jamás sus incógnitas, quedando en el espectador la labor de dar sentido al laberinto de situaciones. Fragmentos de vida conjunta añorados, a los que se vuelve mediante la memoria o, en tanto ya han sucedido sin ella, la ficción.

Vidas separadas que se alejan en tiempo, estadio de la realidad o espacio pero que se anexan por montaje a través del diseño sonoro. Los dos mundos inconexos dialogan entre sí a través de notas del piano. Su hija canaliza a través de su virtuosa progresión como pianista los anhelos de la madre, y su discurrir se interrumpe por inmersiones puntuadas en la vida (o supuesta) de su descendiente añorada a través del aviso, transición mediante, de la melodía interpretada. Una estrategia de audio para bañar de magia y misterio espacios vacíos y calmos, pues el filme contrasta su ambigüedad narrativa con una planificación sobria, de encuadres mantenidos y fotografía luminosa (de modo que la textura de las imágenes jamás desvela su naturaleza). Trabajo de colores vivos que cuaja con finura los silencios con la tristeza evocada por el piano y sorprende con sus soluciones de montaje, encajando instantes de las dos realidades mediante ecos de movimiento o analogías entre acciones y discurso verbal. Y elevada a la última potencia a nivel energético gracias a la expresividad gestual y el repertorio corporal de Vicky Krieps, iracunda y frágil, amorosa y rencorosa, políglota y liberada. Un caso admirable de personalidad y capacidad de fascinación lejos de exhibicionismos soberbios. 

En su arquitectura críptica, Abrázame fuerte es una tragedia más cerebral que romántica, con un gusto por complicarse a sí misma. El desconcierto es la sensación predominante, de modo que es necesario superar el miedo a perderse para conectar con su discurso emocional y acompañar a la protagonista en su proceso de amargura y reconstitución. Su desenlace es sensible y sereno, y su inicio sugerente y lóbrego, pero su desarrollo desaprovecha la oportunidad de incrementar gradualmente la implicación dramática y el tormento especular de madre e hija en detrimento de situaciones pasadas que apuntan una crispación e histrionismo importantes para conocer la personalidad de la madre, pero no tanto para conectar con la naturaleza esquiva de las capas de ficción del filme. La película acusa un tempo poco calibrado, pero es tan rica en sus niveles de significado, ambigüedad y lirismo demente que es fácil caer presa de su refinado hechizo. 

Melancólica, histriónica y elegante, Abrázame fuerte disecciona las inseguridades de una personalidad visceral, sirviéndose del medio cinematográfico para dar forma a los recovecos desconcertantes y confusamente engranados de nuestra percepción de recuerdos y emociones. Su estructura esquiva exige paciencia pero recompensa por su fuerza de seducción, la meticulosidad de su puesta en escena y el arrollador talento físico de Vicky Krieps. Uno de los grandes trabajos del año. 

Néstor Juez

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