Octubre del 2021 y, al fin, el aparato cinematográfico popular está carburando a pleno rendimiento. Tras meses de bonanza en el streaming, las apuestas más ambiciosas de las majors para la gran pantalla empiezan a hacer acto de presencia. Llega a la gran pantalla uno de los títulos que más anticipación generó, sino el que mas, del pasado 2020. Un buque de Warner que supone un ambicioso ejemplo de blockbuster de autor. Un título con los suficientes argumentos para atraer a público mayoritario y a cinefilia radical por igual. A su vez, un nuevo intento de llevar a la gran pantalla un clásico de literatura que aún no ha sido respaldado en sus incursiones previas en el mundo del cine. Se trata de Dune (¿o más bien debería llamarse Dune Parte 1?), quizás la empresa mas ambiciosa hasta la fecha de la carrera del aplaudido realizador canadiense Denis Villeneuve. Una superproducción con un reparto de campanillas que se presentó en el pasado Festival de Venecia. La expectación era extrema, su llegada a salas ha sido escalonada entre Europa y América y sus buenos resultados en taquilla han garantizado su necesaria secuela. Antes de comenzar el análisis, quedé claro que es un largometraje de obligado visionado en salas de cine, cuya riqueza audiovisual bien merecen por sí solas la recomendación. Una experiencia de proyección arrolladora que no oculta su reduccionismo estructural, el cual conlleva una narración tonalmente roma y falta de pasión.
La pormenorizada y envolvente presentación de universos fantásticos. Una refinada exhibición de espectacularidad cinematográfica. Un preciosista trabajo con los tamaños de la escala. Un desfile de nuevos mundos y civilizaciones tan creíbles como llenos de estilo. Un festival de abisales naves y palacios gigantescos. Un ejemplo más, si bien desde unas coordenadas comerciales, de la elegancia fría de Villeneuve. Un filme de elefantíasicas dimensiones, con un sentido del espectáculo y la épica tan clásico como honesto. El viaje del héroe clásico llamado a integrarse en una nueva cultura entre traiciones y destinos ineludibles. Uno más en la escuela de superproducciones visualmente prístinas, entretenimiento de solemnidad pulcra. Hay mucho que admirar en la ejecución de Dune: hipnótica fotografía de claroscuros de Greig Fraser, apabullante diseño de producción con fuentes iconográficas diferentes a otras sagas de ciencia ficción, impecable trabajo del departamento de vestuario…y un artículo aparte bien podría merecer el trabajo en la banda sonora de Hans Zimmer, llena de sonoridades e instrumentos poco convencionales para llenar de fuerza la película (no en vano, sin ella el discurso emocional de la película sería mucho menos comprensible). El reparto se encuentra todo él muy inspirado, y Chalamet invoca con sutileza una jugosa fragilidad y duelo interno por la responsabilidad no deseada que le espera. Un trabajo encomiable de construcción física del mundo del relato que fluye con un virtuosismo técnico que hace el visionado placentero y presenta las casas y conflictos de la novela de Herbert de manera que resultan muy fáciles de comprender.
Si bien los sugerentes estímulos y sonoros y la constante sucesión de acciones impide que el interés del espectador decaiga durante la totalidad del metraje, resulta curioso invertir 155 minutos en los que, siendo honestos, apenas pasa nada, y para una historia no ya incompleta, sino que tan siquiera acaba. Como crítico sabéis que esto no me resultaría problemático sino fuera porque, a nivel conceptual, nada resulta demasiado estimulante. Y lo que es peor, queda la sensación de asistir a un relato endiabladamente simple, difícil de creer considerando la leyenda de la obra que adapta (no en vano, los aficionados del libro están muy satisfechos con la adaptación). El paisaje dramático es muy plano, la implicación emocional escasa. Durante el ecuador de la película encontramos sus peores momentos: los enfrentamientos armados, tanto por la rutinaria y lánguida manera de filmar la acción y por su banalización del militarismo. Su uso de la música es un tanto machacón, omnipresente, y es tan curioso como triste que el diseño de sonido en muchas ocasiones sólo contenga la música (apenas oímos los sonidos de las naves o el viento sobre la arena). Y no puedo evitar encontrar problemático que su estructura se apoye tanto en flash-forwards (habitualmente con los mismos planos) de unas acciones que nunca llegamos a ver. El filme se debe mucho a lo que está por llegar, y si esto no cumple como debería afectará a nuestra percepción de esta primera entrega. Filme grandioso de minimalismo conceptual estéticamente seductor pero que no explota todo su potencial.
Ambiciosa, solemne y elegante, Dune se envuelve en un apabullante aparato técnico, pero su llaneza emocional dificulta la vinculación intensa con una historia cuyo devenir futuro será determinante para calibrar la valía de este inicio.
- Título: Dune
- Dirección: Denis Villeneuve
- Guión: Eric Roth, Denis Villeneuve y Jon Spaihts, basado en las novelas de Frank Herbert
- Actores: Timothée Chalamet, Rebecca Ferguson, Oscar Isaac, Josh Brolin, Jason Momoa
- Dirección de Fotografía: Greig Fraser
- Música: Hans Zimmer
- Estreno: 17 de septiembre de 2021
- Duración: 155 minutos
- Web Oficial: https://www.warnerbros.es/peliculas/dune
- Nota: 7,0/10
Comentarios
Néstor, si la historia es inane y el largometraje se hace largo, la valoración mengua ¿no? Sin la música de Zimmer, no llegaría al aprobado