Este curso he empezado un Máster de crítica cinematográfica organizado por la Escuela ECAM en colaboración con la revista Caimán Cuadernos de Cine. Os dejo el cuarto texto del Taller de Escritura, dedicado a comparar las películas Gravity de Alfonso Cuarón y Cuando todo está perdido de J.C. Chandor; Cine a la deriva. Espero que os guste:
Cine a la deriva
El afán de supervivencia impulsa la acción humana. Dos ejemplos de la atracción que sentimos hacia los relatos de supervivencia son Cuando todo está perdido (All is lost, J. C. Chandor, EEUU, 2013) y Gravity (Alfonso Cuarón, EEUU, 2013). Ambientadas en escenarios opuestos pero de objetivos similares. Propuestas de minimalismo conceptual que, paradójicamente, se ven reflejadas en su mayor flaqueza.
En Cuando todo está perdido un anciano vaga a la deriva por el océano en un velero averiado. En Gravity una doctora vaga por el espacio entre satélites artificiales en descomposición. Dos personajes solitarios varados en entornos hostiles, con la única ayuda de su resiliencia para sobrevivir. Dos películas centradas en transmitir al espectador estas angustiosas experiencias de la manera mas intensa posible.
Cuarón se sirve de esta premisa para armar un ambicioso ejercicio de virtuosismo técnico. Seguimos al personaje interpretado por Sandra Bullock en sofisticados planos de larga duración, encuadres con ópticas angulares que nos permiten admirar la inmensidad del espacio y una armoniosa hibridación de modelados digitales. El recurso puntual del plano subjetivo desde la escafandra, el absorbente diseño sonoro (sustentado en la no propagación de sonido en el cosmos) o la envolvente banda sonora electrónica de Steven Price son elementos que contribuyen a hacer de Gravity una de las experiencias inmersivas mas apabullantes en sala de cine en tiempos recientes. Chandor, sin embargo, opta por un enfoque mas crudo. Filma en planos cerrados y cortos, operados de manera temblorosa y articulados en un montaje fragmentado. Redford lleva a cabo sus labores de reparación sin líneas de diálogo, apenas vemos nubes negras en el horizonte como elementos de situación y su diseño sonoro se apoya en el viento, el oleaje o la respiración, con una ausencia casi total de música. Observación neutral de imágenes bamboleantes de rigor cercano al documental.
Pero la diferencia más clara de ambos largometrajes es su tratamiento del personaje protagonista. En el caso de Cuando todo está perdido, el personaje de Robert Redford no tiene nombre, apenas le oímos unas frases en off, y en su barco no encontramos un solo elemento decorativo que aporte descripción o trasfondo dramático de su personalidad. Sin embargo, la Ryan Stone de Gravity dialoga consigo misma en voz alta en momentos de soledad, conversa con compañeros perdidos del transbordador espacial o incluso llama a su hija desde uno de los múltiples satélites por los que circula en su odisea en gravedad cero. El guion logra esto a costa de forzar la credibilidad de los hechos (por la motivación de Stone a tomar ciertas decisiones en contextos adversos), pero consigue que el espectador desarrolle una mayor identificación emocional con el personaje de Sandra Bullock.
Thriller espacial de guion tramposo y estética virtuosa frente a observación concisa de recreación creíble y formas fílmicas menos estimulantes. Pero ambas coinciden en la misma debilidad: la implicación del espectador es reducida, las vemos desde fuera. En ambas seguimos con morboso interés sus penurias antes que sentirlas como propias. Y pese al afán que ambas sostienen por el realismo, la cadencia regulada de las amenazas dejan la impresión indeleble de que estamos asistiendo a ejercicios de tensión calculados. Tableros controlados de manera omnisciente en la que nuestra posición de espectador siempre está a resguardo.
Néstor Juez