Pocos actores europeos de nuestros días tienen el talento de Mathieu Amalric. Acostumbrado a dar vida a hombres sensibles y atormentados, ha tomado parte en algunas de las grandes obras francesas y europeas de esta década (la gloriosa La escafandra y la mariposa o la filmografía de Arnaud Desplechin). Y en últimos años, también ha probado suerte como realizador, haciendo películas de autor minoritarias sobre el vodevil y el mundo teatral. Esta ha sido su obra más aplaudida: el drama de temática biográfica Barbara, estrenada en la sección Una cierta mirada del último Cannes, ganadora del premio a la Mejor dirección en el último Festival de Cine Europeo de Sevilla y premiada con el César 2017 a la mejor actriz. No disfruté especialmente con la peculiar Tournée, pero el entusiasta recibimiento de la crítica hizo que está película entrase en mi radar. El tema, además, llamaba la atención, cómo no podía ser de otra manera con cualquiera que haya llevado a cabo estudios audiovisuales. Por lo que vi el nuevo estreno de A contracorriente Films en los Cines Verdi de Madrid tan pronto cómo se estrenó. Y aún comprendiendo que no es para todo el mundo, me sumergí con placer en el universo de una de las mejores películas de lo que llevamos de año. Un experimento conceptual introspectivo, brumoso y arrítmico, pero formalmente fascinante. Bello y arrobador. Fuera del entretenimiento palomitero, de lo mejor que puede ofrecer el cine de autor en este instante.
Brigitte (excelente Jeanne Balibar) es una magnética y seductora actriz que interpreta a la cantante Barbara en un biopic sobre la artista. La película, que refleja los años de gloria y popularidad de la artista en todo su esplendor creativo y vorágine de belleza musical, está dirigida por el obsesivo realizador Yves Zand (Mathieu Amalric, tan intenso y malsano como acostumbra), quién idolatra al icono desde su infancia. Conforme avance el rodaje, la magnética y misteriosa Brigitte se mimetizará más con esa Barbara que personifica y estudia, e Yves encontrará más problemas para discernir si está prendado por la Barbara de su recuerdo e imaginación, la que le da los datos y el archivo histórico, su nueva encarnación o la propia Brigitte. Un inteligente y calculado ejercicio de metacine. Una película sobre el rodaje de otra película, el proceso creativo de la misma y la difusión de ambos mundos, diégesis y realidad (todo ello, a su vez, dentro de la diégesis de la propia película). Relato de capas que, en el caso de Balibar, funciona a tres niveles (Balibar-Brigitte-Barbara). Un dispositivo narrativo que es el gran activo del filme y que funciona realmente bien. El rodaje es en todo momento creíble, y aún jugando a la ambigüedad constantemente no tiene reparo en enseñar al equipo técnico y romper la cuarta pared sin jugar a ser un falso documental ni hacernos pasar lo que vemos como plano de grabación (incluso los números musicales quedan clarificados como grabaciones con playback, de cuya melodía vemos también la grabación). Amplia, además, la dificultad mediante usos diversos del material de archivo y las texturas de imagen (combinando digital con granulado de película). Dentro de una tendencia ya visto, es de las películas que mejor y más concienzudamente maneja estos recursos de los últimos años. Y por si no fuera poco, el filme ofrece una gran interpretación central y una jugosa dinámica entre los personajes centrales que enriquecen su dialéctica realidad/ficción, y un uso de la obra musical de Barbara no ilustrativo sino expresivo, integrándose en secuencias de escapismo sensorial sensacionales. Película onírica de atmósferas y sensaciones, ardua pero envolvente.
Como contraposición a su ambición artística, el filme es pretencioso y farragoso. Más allá de las reflexiones que plantea y el juego narrativo que escenifica, fluye sin un fin claro, sin aparentar querer llegar a un punto concreto con esos conceptos planteados. Es una divagación sin objetivos, que cierra sin conclusión e incluye en su metraje secuencias más pesadas. Es una película de dispositivo a la que hay que adaptarse, en la que es fácil rozar el tedio en sus primeros compases y que dejará fuera a todo espectador que no esté dispuesto a aceptar sus condiciones y entrar en el juego. Y si la música del filme ni te agrada ni es capaz de emocionarte, así como la sensibilidad de los dos protagonistas, te encontrarás ante el filme frío, pues sólo es posible empatizar con el discurso aceptando un paciente análisis contemplativo del juego de espejos.
Introspectiva, refinada y enigmática, Barbara es una película densa y teórica, pero una vez se entra en su juego es difícil no resultar abrumado. Un deleite.
- Título: Barbara
- Dirección: Mathieu Amalric
- Guión: Mathieu Amalric, Philippe Di Folco
- Actores: Jeanne Balibar, Mathieu Amalric, Vincent Peirani, Fanny Imber, Aurore Clément
- Dirección de Fotografía: Christophe Beaucarne
- Música de: Canciones de Barbara
- Estreno: 28 de marzo de 2018
- Duración: 98 minutos
- Web Oficial: http://www.acontracorrientefilms.com/pelicula/817/barbara/
- Nota: 7,7/10