El realizador sudafricano Gavin Hood, establecido en Hollywood desde el éxito de Tsotsi, se ha labrado una trayectoria irregular en la que ha ido dando una de cal y dos de arena. Pero tras dos puntadas sin hilo, ha dado en el clavo en esta ocasión. Pues Espías desde el cielo, producción inicialmente encargada a Olivier Hirschbiegel, es un filme interesante que, aunque formalmente convencional, plantea a nivel argumental un debate de inesperada gravedad.
Katherine Powell, interpretada por una siempre competente Helen Mirren, es la fría y competente coronel del servicio secreto británico que, en cooperación con los servicios militares keniatas (Barkhad Abdi como agente encubierto en el terreno) y estadounidenses (Aaron Paul como piloto operador de misiles), vigilan desde la cercanía , mediante drones y la última tecnología de vigilancia, los pasos y tejemanejes de un grupo de terroristas islámicos. Una mañana, durante el seguimiento de una reunión de estos, lo que era una misión de captura deviene en una misión de eliminación al descubrir que estos se van a distribuir un puñado de chalecos explosivos, que presumiblemente usarán en futuros atentados. Pero la decisión de lanzar el misil sobre el pequeño cobertizo conllevará daños colaterales, lo cual conllevará un gran dilema moral y retrasará el proceso mientras las diferentes entidades (Alan Rickman es un coronel general reunido con ministros británicos, ministros exteriores de Reino Unido o Estados Unidos…) envueltas debaten y se pasan la pelota unos a otros. Un thriller político a la antigua usanza, sobrio y directo. Una película concreta y sin alardes. Y sobre todo, un buen manejo de los códigos rítmicos para entretener a la vez que se ponen sobre la mesa reflexiones de profundo calado. Una película que juega a la baza de entroncarse en el proceder genérico para hacer crítica sobre la amoralidad de las decisiones militares. Todo se sostiene a base de un guión (de Guy Hibbert) que no se detiene en preludios ni ceba la trama con temas subalternos, sino que se centra en un único suceso y caso dividido en muchos escenarios paralelos.
Al desarrollarse mediante llamadas telefónicas y conversaciones en vídeo entre departamentos diferentes, ninguno de los actores principales comparte plano. Y la falta de medios de producción se aprecia por momentos, pues se vieron obligados a recurrir a soluciones digitales disonantes. Y el final no está exento de una postura emocional panfletaria. Y las interpretaciones son correctas pero no memorables. Pero bien es cierto que el filme plantea con honestidad la polémica de estos casos, dónde ciertas personas no dudan en liquidar a inocentes en pos de evitar hipotéticas futuras amenazas. Muchos ejecutivos aluden a la legalidad y la moralidad en estos casos, pero cuando el tiempo apremia es difícil poner de acuerdo a las partes para tomar la decisión adecuada. Y se agradece un filme americano que no glorifique la guerra y enseñe el dolor y cargo de conciencia de sus ejecutores.
Realizada de manera escueta pero solvente (tomas áereas y dinámicos travellings), Espías desde el cielo es un filme pequeño de características impersonales que pueden provocar su olvido, pero presenta no pocos elementos de interés para que bien merezca mi acalorada recomendación. 8/10