Las tareas y obligaciones de nuestra rutina cotidiana son tan abundantes y el volumen de estrenos de nuestra cartelera tan ingente que en no pocos ocasiones se nos escapa la posibilidad de ver algunas películas relevantes en la gran pantalla. En esta casa suele sucedernos, desgraciadamente, con el cine latinoamericano. En este caso, de tierras argentinas viene el filme que nos ocupa, que siempre estuvo varado en nuestro radar. En primer lugar supone el regreso al largometraje tras muchos años de la realizadora venerada entre la crítica especializada Lucrecia Martel. Filme que entusiasmó a voces de criterio de nuestra prensa, que gustó en su paso por el Festival de Venecia y el Festival de Sevilla el año pasado, dónde recibió el premio especial del jurado. Nos referimos a Zama, adaptación de la novela de Antonio di Benedetto sobre el oficial Don Diego de Zama. Película que también fue nominada al Goya a Mejor película iberoamericana, y coproducida por El deseo (y con Lola Dueñas en su reparto). Película que no pude encajar en la agenda de estrenos, pero que ansiábamos sacar tiempo para descubrirla. No conocemos la obra de Martel, y el entusiasmo crítico sólo podía despertar nuestra curiosidad. Sus características de estilo nos hicieron aproximarnos a ella con pereza, pero acabamos disfrutándola en el caluroso hogar. Y se trata de un filme muy personal y reconocible, harto curioso, pero notablemente decepcionante. Un relato fílmico de densa atmósfera y peculiar estilo pictórico y literario, pero también confusa y marcadamente tediosa. Una película nada desdeñable ni exenta de interés, pero muy lejos de ser la obra maestra que algunos entusiastas proclamaban. Al menos, no desde nuestros estándares de análisis y comprensión fílmica. Pero dejénnos explicarnos.
Siglo XVII, desangelados terrenos de la Asunción en la húmeda y frondosa selva argentina. El oficial Don Diego de Zama, tras años trabajando a este lado del Atlántico, lleva mucho tiempo esperando que se le transfiera a Buenos Aires y ya, desde ahí, reinstalarse en la ciudad de Lerma. Numerosos son sus logros y méritos pendientes de reconocimientos, pero todo se esfuma en la estéril espera. Sumergido en el tedio, decide recuperar relevancia al ayudar a capturar al malhechor Vicuña Porto. Una mirada a un tiempo de grandes esperas y vidas en pausa. Burgueses españoles aburridos en sus tierras colonizadas, abanicados por sus brunos criados y esclavos. La decrepitud de edad y humedad selvática, y los últimos resquicios de un gran hombre abandonado, devenido en fantasma de sí mismo. Cine histórico que en nada se asemeja al cine histórico al que estamos acostumbrados. No hay grandeza, ni exaltación. Tan sólo estampas y ascetismo en su puesta en escena. Poderoso presencia la de un Daniel Giménez Cacho de adusto gesto y contenida interpretación. Curiosa es sin duda la realización del filme, de encuadres ceñidos y opresivos y plomizo estatismo. Gracias a sus escenarios y a la dirección artística, bella en colores pero lejos de ser recargada, el filme nos ofrece hermosas estampas. Su aspecto sensorialmente más sorprendente es su diseño sonoro, que anega unos espacios con poca acción de constante algarabía ambiente de chicharras y demás animales. Una propuesta estilística muy compacta y diferenciada de cualquier competidora en este momento, lo cual ya es remarcable por sí solo.
Aún si bien es una decisión consensuada en pos de trazar un tono narrativo costumbrista y carente de florituras, el argumento resulta marcadamente confuso para el espectador, que nunca tiene claro quienes son sus personajes, que se están diciendo y porque hacen aquello que hacen. Su belleza visual es fina, pero su dispositivo formal es hostil al espectador, que ansía más movimiento de cámara y mayor ritmo de montaje. Lento igualmente, el filme lo demanda, pero que quede claro porque se mantienen los planos. El filme presenta un dispositivo formal que nos induce en un trance, sí, pero si el fondo que soporta la forma no llega al espectador, el indescifrable producto no cala. Un tedio con escasa recompensa.
Incierta, sobria y bella, Zama es un experimento de interesantes ideas y propuestas pero desalentador visionado y conclusiones.
- Título: Zama
- Dirección: Lucrecia Martel
- Guión: Lucrecia Martel, basado en la novela de Antonio di Benedetto
- Actores: Daniel Giménez Cacho, Matheus Nachtergaele, Juan Minujín, Lola Dueñas, Rafael Spregelburd
- Dirección de Fotografía: Rui Poças
- Música de: Melodías de Gustavo Montenegro
- Estreno: 17 de enero de 2018
- Duración: 115 minutos
- Web Oficial: http://bteampictures.es/zama/
- Nota: 6,7/10