Tarde o temprano, a todos los cerdos nos llega nuestro San Martín. Y en nuestra sociedad, la muerte se trata como un tabú al que temer, un destino de llegada indeseable. Sin embargo, bien haríamos en aceptar con su naturalidad su llegada, y prepararnos para recibirla de la manera adecuada. Empieza a abundar en nuestros días un cine que ofrece una mirada amable a la geriatrización. En estos códigos se inscribe la película de la que hablamos hoy, que compitió en el último Festival de Locarno y en el Festival de Gijón: Lucky, ópera prima del veterano actor secundario John Carroll Lynch, y carta de despedida del mítico actor ya fallecido Harry Dean Stanton. La conjunción del actor, el aspecto de su material promocional y las críticas recibidas eran suficiente motivo como para ganar mi curiosidad. Como admirador que soy de la extraordinaria París, Texas, posiblemente una de las mejores películas jamás realizadas, no puedo evitar guardar un espacio en mi corazón para Dean Stanton. Por ello, acudí al cine a disfrutar del nuevo estreno de Avalon tan pronto como llegó a las salas españolas. Y la película que degusté superó las ya de por sí nada desdeñables expectativas. Lucky es una película tremendamente escueta y simple, pero coronada por una interpretación deliciosa y un alma que traspasa la pantalla. Una película que no tiene demasiados elementos argumentales o formales que ofrecer o que revolucionen la percepción del espectador, pero tan hermosa y entrañable que es imposible no sentirse, en mayor o menor medida, agradado.
Lucky (Dean Stanton) es un hombre anciano que vive sólo en un pueblecito del desierto americano. Tiene 90 años, pero está cómo una rosa. Cascarrabias, llena su soledad con una férrea rutina que practica día a día, pasando por pasatiempos en cafetería, compra de leche y un Bloody Mary final en un garito en el que noche a noche se encuentra con gente variopinta como Howard (David Lynch), entristecido por la desaparición de su Galápago. Solitario pero enérgico, Lucky afronta la llegada de la muerte con la cabeza alta, reflexión y pletórico de moral, satisfecho del camino recorrido. Un relato asceta, de escasos elementos, sobre la vejez y la adaptación psicológica al crepúsculo de la vida. Una rutina semanal sobre la felicidad de las vidas sencillas, y la alegría y belleza de los pequeños detalles. Un filme no sólo melancólico, sino también muy divertido. Sus personajes extravagantes, así como sus peculiares diálogos, trufan el desarrollo ordinario de toques de surrealismo. Excelentes son las elecciones musicales country (mención especial al momento Volver), que marcan el espíritu americano del filme, y el uso de la iconografía rural yanqui y del escenario desértico, que nos remite irremisiblemente a París, Texas. Es evidente, y muy interesante, que el filme dialoga con el propio Stanton y su recorrido, en tanto actor y en tanto persona. Y su interpetación, sutil, huraña y natural pero llena de matices, es la que redondea la experiencia que el filme ofrece y la dota de sentido. Una película que mira con cercanía y sin edulcorar a las relaciones humanas entre generaciones y etnias dispares en un círculo de población reducido. Es, igualmente, un canto a la amistad, de como gracias a una buena relación con sus vecinos y habitantes del pueblo Lucky encuentra en su soso día a día elementos para la alegría y la realización emocional. Y es por esta riqueza sentimental, lograda sin cargar las tintas en la cursilería, el sensacionalismo o la manipulación, que la película es un éxito.
Carroll Lynch clava el tono narrativo del filme, pero su desempeño en la realización audiovisual es pobre, siendo esta tal vez la única gran pega que podemos encontrarle a la película. Por ejemplo, cierta escena es incapaz de disimular un playback, y la fragmentación descuidada provoca que haya cambios muy notorios en el gesto de la cara de Lucky en el cambio de plano. Y si alguien desarrolla una querencia particular hacia algún personaje secundario, tales como Howard o el galán Paulie, quedan relegadas a un segundo plano, al igual que la tensión sexual con la camarera o su relación con la lechera (la relación que Lucky mantiene con la comunidad hispana se reduce a su asistencia a la fiesta de celebración del pequeño Juan). Es una película sencilla, que a los ojos exigentes bien les puede parecer que pierde interés pasada su primera media hora, y bien es cierto que afloja en la mitad hasta que llegamos a una conclusión excelente.
Honda y encantadora, Lucky es el culmen de la sencillez fílmica, tan bien interpretado como arrolladora a la hora de arrancarnos una sincera sonrisa y la más honesta complicidad.
- Título: Lucky
- Dirección: John Carroll Lynch
- Guión: Logan Sparks y Drago Sumonja
- Actores: Harry Dean Stanton, James Darren, Beth Grant, David Lynch, Tom Skerrit
- Dirección de Fotografía: Tim Suhrstedt
- Música de: Elvis Kuehn
- Estreno: 04 de mayo de 2018
- Duración: 88 minutos
- Web Oficial: http://www.avalon.me/distribucion/catalogo/lucky
- Nota: 7,5/10