Personal shopper – Comunicaciones fantasmagóricas

En 2017, Cine, Críticas by Néstor JuezDeja un comentario

Mis lectores sabrán que Viaje a Sils Maria fue una de mis películas favoritas del 2015, y que por consiguiente sigo con interés la trayectoria del veterano realizador francés Olivier Assayas. Hace ya casi un año que su última película se proyectó en Cannes, dónde ganó un premio a Mejor director, y varios meses desde que se proyectó en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, por lo que el aumento de la expectación de un servidor hacia la película era exponencial, por lo que cuando llegó a nuestras pantallas a mediados de la primavera de este año me abalancé sobre ella con ahínco. El hecho de que fuera abucheada en el festival francés, considerando su condición de atípica mezcla de géneros, no hizo sino aumentar mis expectativas, más aún cuando meses después se revertió la tendencia crítica. Un entusiasmo previo que sin duda influyó negativamente en mi contemplación de una película, dicho sea de paso, tremendamente interesante e innegablemente valiosa. Pues si tampoco es razonable rechazar que no llega a las cotas de su predecesora y queda a medio camino a la hora de lograr un impacto emocional realmente duradero en la audiencia, su peculiar tono y la elegancia con la que está construido el envoltorio formal y el propio relato hacen de la película una propuesta muy entretenida y disfrutable. 

Maureen (una, de nuevo, estupenda Kristen Stewart) es una joven estadounidense que trabaja en París como Personal shopper de la célebre Kyra. Se desplaza por diversas capitales europeas comprándole ropa cara y accesorios de moda. No le gusta el trabajo, pero lo mantiene para seguir en la ciudad de la luz, pues su hermano mellizo ha fallecido recientemente y espera de él una señal o intento de comunicación: no en vano, ambos son médiums y tienen experiencias con encuentros con espíritus, conectados además por una deficiencia genética en el corazón. Una historia asceta de conversaciones de whatsapp entre Maureen y un ente desconocido, aderezada con puntuales apariciones fantasmagóricas. Una historia que capta las angustias y costumbres de la generación millenial y marida las frivolidades del mundo de la moda con la parte más inquietante del mundo sobrenatural. Una descripción de personaje depurada e intimista, que se acerca al terror desde un enfoque de autor nada espeluznante, tosco o perturbador. La fotografía de Yorick le Saux y las escasas melodías contribuyen a estructurar un acabado formal ejecutado con gusto, pero si algo destaca en la película es la interpretación de Stewart, protagonista absoluta, y la escueta pero muy medida realización de Assayas, de tintes clásicos y maneras ahora en desuso. A través de planos cortos, transiciones a negro entre secuencias y una ausencia absoluta de subtramas y elementos de distracción, la película logra magnetizarnos con un relato delicado, susurrante e inacabado, que abraza sin prejuicio la fina línea entre acierto y ridículo y logra que los primeros planos de una pantalla de móvil se digieran sin queja y con gusanillo, un fenómeno que no tiene precedentes. Un filme sugerente que transmite emociones y sentimientos con los más leves gestos y acciones. Una película que dejará indiferente a mucha gente pero hará las delicias del amante del cine de cartabón.

Si su singularidad y su apuesta narrativa anómala aportan un producto muy interesante, la contención con la que se ejecuta deja en esta ocasión al espectador con ganas de más. El desconocimiento de la relación entre los hermanos y el desaprovechamiento del juego que el mundo profesional de Kyra impide que la película ofrezca mayores matices que enriquezcan una intriga principal interesante pero quizás algo magra. Si la mezcla es rompedora, ninguno de los elementos de la misma se abraza hasta las últimas consecuencias, y la habilidad comunicativa de Maureen queda apenas pincelada en lugar de desarrollada en plenitud. En suma, más allá de la irritación que nos produzcan ciertos comportamientos generacionales o tan extraño maridaje atmosférico, la película carece de defectos, pero también de inmensas virtudes. 

Heterogénea, genéricamente amalgamada y sutil desde lo sobrenatural, Personal Shopper es un experimento narrativo muy estimulante, pero es fácil que deje hambriento al cinéfilo. 7,7/10

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