Acercándonos al próximo festival de Cannes aún siguen llegando a la cartelera española películas de la edición previa, y en esta ocasión puse el foco en la triunfadora de la SEMINCI: la tragicomedia de Paolo Virzí Locas de alegría. Una película vivaz y optimista que había recibido el aplauso popular y de cierto sector de la crítica, y que parecía reunir los elementos de éxtasis del mejor cine italiano. El cine de la locura escasea, y el correcto tratamiento de un tema polémico como este arroja por sí solo suficiente interés para el análisis y el visionado. E independientemente de la afinidad cultural que pueda sentir hacia esta cinematografía, mi última experiencia con el cine italiano (la monumental Felices sueños) había sido excelente. Por tanto el escepticismo era leve en esta ocasión, y me acomodé en la sala con retraso pero plenamente receptivo. Y, en mayor medida, fui gratificado. Pues si bien el filme presenta ciertos problemas en su balance tonal y cierta deficiencia en su ejecución audiovisual, sus potentes personajes hacen de la película un producto divertido, vivaz y humano, optimista pese a las adversidades.
La bucólica y delirante Villa Biondi hace las veces de recinto de cuidado psiquiátrico para mujeres con taras mentales, entre las que se encuentra la excéntrica condesa Beatrice Morandini Valdirana (una extraordinaria Valeria Bruni Tedeschi, hiperactiva en el cine europeo de hoy. Un día ingresa en el centro la depresiva y peligrosa Donatella Morelli (una arrebatadora Micaela Ramazzotti), con la que desarrolla una especial afinidad pese a sus opuestos caracteres. En una de sus mañanas laborales fuera de la Villa, ambas se escapan e inician un viaje sin rumbo de desenfreno y huida en el que además de disfrutar y superar mil obstáculos en el caos que provocan se reencontrarán consigo mismas y con sus turbulentos pasados. Una comedia plagada de contundente drama ambientada en un entorno diegético muy genuino, con un lenguaje propio muy bien trazado y desarrollado. Una propuesta exótica y desatada, pero concienzuda y sociológicamente crítica. Un relato de fuertes personajes y rápido ritmo, en el que cambiamos con frenesí de un escenario a otro y nos empapamos de la psique demente pero entrañable de sus antiheroínas. Una película de madurez y carretera que complementa la astracanada con un acertado retrato de la locura y una dolorosa inmersión en el dolor y la culpa. Dos mujeres aparentemente inofensivas aquejadas en última instancia por insensateces otrora cometidas y otras que están por llegar. Y que, más que a la vida, se precisan la una a la otra. El guión de Virzí y Archibugi acierta en su descripción de personajes y escenarios, y gracias a su elenco logra que su ficción se sienta real y, pese a su extrañeza, se perciba con familiaridad y empatía. Gracias a su deriva al drama sus vistosas bufonas se convierten en personas conflictivas (sobretodo en el caso de Donatella cuya desgracia familiar y su mero recuerdo e intento de redención prueban cuán peligrosa puede llegar a ser para ella y para los demás), con problemas reales tras su momentánea existencia ingenua.
Si bien a nivel narrativo el relato se desarrolla con congruencia, el cambio no se logra de la misma manera en el aspecto tonal del filme, que tras una parte intermedia timorata profundiza con cierto éxito dramático una segunda parte de corte trágico e intimista que no casa con su introducción y primera parte de corte felliniana, perdiendo de esta manera parte de su frescura y derivando al cine social europeo más común. Y la fotografía de Vladan Radovic, si bien acierta en lo cromático, no ofrece más allá de lo rutinario en el nivel compositivo, cómo tampoco hallamos nada reseñable en la realización, que incurre demasiado en una, para mi parecer, desidiosa cámara en mano. Problemas estilísticos y conceptuales que, por supuesto, no tienen porque tener mayor importancia para una audiencia generalizada.
Si bien Locas de alegría no llega al nivel de lo que algunos críticos prometen, o de la última aventura de Bellochio, es una comedia tan divertida como incisivamente humana, triste a la par que optimista. 8/10