Muchos cineastas han optado en los últimos años por mirarse a sí mismos en sus más recientes ficciones, así como en el recuerdo del ayer, pero no tantos han sido tan críticos en esa mirada. La auto-ficción es un recurso común en el último lustro entre las vacas sagradas (también en otros perfiles creativos, conforme se confirman en manifestaciones dispares los rasgos de la metamodernidad), pero pocas veces se ha abandonado la calidez nostálgica en aras del desgarro del remordimiento. Tal es el caso de la apasionante propuesta que llega a nuestras salas el día de navidad, nueva película de un maestro injusta y lamentablemente ignorada, cuando no despreciada, en el pasado Festival de Cannes. Avalon nos trae a las salas la adaptación del libro de Russell Banks: Oh, Canada, dirigida por un Paul Schrader en un sabroso episodio creativo y protagonizado por Richard Gere, Uma Thurman y Jacob Elordi. Un amargo recorrido biográfico en retrospectiva que pese a sus estructuras crípticas y a su estatismo espacial, se erige en una de las grandes películas de este 2024, así como una de las mas maduras y complejas. El filme se pierde un poco en sus vericuetos estructurales, y su antipático personaje central nunca llega a ser tan interesante, pero ello no resta valía a la finura y sabiduría de su discurso fílmico. Otra obra magna para la infravalorada trayectoria de Schrader.
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Memoria, relato, documentación e identidad. Ficción, recorrido vital, confesión y mentira. Recuerdo y construcción, personaje y persona. Todo ello se enmaraña en la laberíntica cabeza y en las frases que salen por su boca, y son registradas ante la cámara, del documentalista interpretado por Gere en tiempo presente y Elordi en su juventud. Los personajes se anclan a las cuatro paredes de una estancia de hotel, una cámara, un par de focos y un puñado de personajes, pero a través de la palabra y testimonio del protagonista el filme viaja a través del tiempo por territorios rurales canadienses. Película íntima y pequeña, también pasional y deliberadamente frustrante. La decrepitud física, emocional y psicológica del anciano documentalista se refleja en su historia. Y por consiguiente, en la representación formal de dicha historia.
Cuando la voz de Gere narra, el filme recurre al flashback mentiroso y con ello al cambio de formato, virando del digital al fotoquímico, de la época actual a la ambientación histórica o, en compañía con las reflexiones internas de la voz en off, del color al blanco y negro. Pero entre que el recuerdo senil es fragmentado, y entre su costumbre de mentir toda su vida para edificar su personaje, el retrato del pasado de este apuesto artista es nebuloso, poco fiable y contradictorio. Poliedro de recuerdos falsos y anécdotas no contrastadas que retratan con honestidad, dolor y autocrítica el laberinto cerebral de un mujeriego intermitente, un venerado y esquivo cineasta y un padre ausente. Una rendición de cuentas con uno mismo filmada, con su desconcertada mujer como testigo, que él considera revelador pero para todos los demás no supone sino un tramo adicional de distanciamiento y rencor. La dureza y autocrítica con la que se exponen las miserias del personaje de Gere (la elección de todo un icono sexual para varias generaciones para este papel frágil y problemático no es casual), y de Schrader consigo mismo (su trayectoria creativa presenta múltiples concomitancias con el devenir del protagonista), es conmovedora.
Es innegable que Oh, Canada ofrece más divagación lírica y ensimismamiento intelectual onanista que narración, acciones y frutos objetivos. En su estructura de sesgo confuso sin duda se recurre a la reiteración, y la mirada eminentemente masculina de personaje principal y director hará arquear la ceja de tantos espectadores entre las butacas. El aroma a película vieja es inevitable, y parte de su indeleble encanto es la reflexión sobre, y la cercanía al, chocheo. Pero a todos aquellos que sepan huir de las dictaduras de la narración sabrán saborear las duras y sopesadas reflexiones sobre la naturaleza humana y nuestras relaciones afectivas, así como sus sofisticados mecanismos para enunciar visualmente estos procedimientos mentales.
Amarga, melancólica, entrelazada y confesional, Oh, Canada perfila el más preciso y doloroso diagnóstico de la descomposición mental en la vejez que recuerdo en una sala de cine.
- Título: Oh, Canada
- Dirección: Paul Schrader
- Guión: Paul Schrader, basado en la novella de Russell Banks
- Actores: Richard Gere, Uma Thurman, Jacob Elordi, Michael Imperioli, Kristine Froseth
- Dirección de Fotografía: Andrew Wonder
- Música: Phosporescent
- Estreno: 25 de diciembre de 2024
- Duración: 95 minutos
- Web Oficial: https://avalon.me/peliculas/oh-canada/
- Nota: 7,6/10
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