Una vez transcurridas las semanas donostiarras, vallisoletanas, sevillanas y gijonesas, el nicho madrileño de la cinefilia de autor salivaba ante la inminencia de uno de los festivales en mayor crecimiento del panorama nacional contemporáneo. Ya son 13 las ediciones del Festival de Cine independiente Márgenes, que ofrece la posibilidad de disfrutar en primicia de una sabrosa, aunque exigente, selección de algunos de los títulos más sorprendentes de los certámenes previamente mencionados en salas como la Cineteca de Matadero, la Sala Equis o los jóvenes Cines Embajadores. Bien es cierto que la agenda laboral complicó la cobertura del evento por parte de este medio, de modo que todavía tendrá que esperar el anticipado visionado de los nuevos trabajos de Radu Jude o Alice Rohrwacher o el descubrimiento de A batalha da rua Maria Antônia de Vera Egito o asistir a las ruedas de prensa o presentaciones de un Ulrich Seidl al que se le dedicaba una retrospectiva de sus primeros trabajos documentales. Pese a ello, lo poco degustado prueba el excelente criterio de un equipo de programación al que habrá que seguir dando votos de confianza en ediciones venideras. Esto es parte de lo que deparó el XIII Festival Márgenes.
Dentro de la Sección de competición nacional se programó una sugerente doble sesión estructurada alrededor del trabajo conceptual con formatos fotoquímicos: el cortometraje Non te vexo de Xacio Baño, deslabazada conjunción de ideas conceptuales y plásticas poco desarrolladas, y la juguetona y poética Zinzindurrunkarratz, de un Oskar Alegria que nos deleitó hace pocos años con su estupenda Zumiriki. Un tributo a la figura paterna perdida en forma de cuaderno de viaje fílmico que recrea aquellos paseos que quedaron por documentar con sus ingredientes y materiales originales. Un paseo rural con asno en Super-8 en el que el audio es dramatizado y superpuesto en montaje. Dispositivo, como ven, llamativo, que permite una experiencia muy silenciosa pero llena de discurso y juego lingüístico cómico y lírico, reflejado a través de subtítulos. Que nos encontremos ante una propuesta que no puede ser entendida sin lectura pero que aún así entraña una naturaleza plenamente audiovisual demuestra la singularidad de la película. Bien es cierto que, en comparación con la anterior, su discurso tiene menos recorrido, y el hechizo sensorial de sus formas se agota pronto. Su abanico de ideas devienen en la mayoría de casos mas ocurrencias o curiosidades que verdaderos hallazgos. El cine de Oskar Alegria es pura artesanía autodidacta llevado a cabo fuera del regímen de producción y distribución habitual, de modo que es todo un honor anómalo poder disfrutar de una obra suya en una sala de cine. Pero en esta ocasión ha regresado con un largometraje mas interesante que revelador, mas anecdótico que mágico.
El sábado, día grande del festival en conjunto de proyecciones, se presentó en Cineteca uno de los mas potentes reclamos de toda la semana, de los títulos mas aplaudidos por la crítica en el circuito festivalero del 2023: La bestia, versión libre del relato corto de Henry James La bestia en la jungla (otra versión dirigida por Patric Chiha y protagonizada por Tom Mercier y Anaïs Demoustier coincidirá con ella en la cartelera de marzo) dirigida por el inimitable Bertrand Bonello y protagonizada por Léa Seydoux y George MacKay. Un seductor puzzle multigénero lleno de ideas y ambigüedades, tan desafiante para el intelecto como desconcertante e incluso irritante para aquellos que gusten de sobriedad, solemnidad u homogeneidad de coherencia granítica en sus relatos. Histriónico, múltiple y personalísimo ejercicio posmoderno que se hace enorme en sus derivas y en su bendita y demente irregularidad. Drama de época, distopía futurista, melodrama romántico, suspense sexual, sátira digital, banalidad y discotecas…todo a la vez y, a su vez, más que la suma de dichas partes. Un filme que mira al futuro sin esperanza desarrollando con contundencia una crítica reflexión sobre nuestra sociedad presente, partiendo de una tesis clara: En la sociedad de la eficiencia tecnológica aséptica, la visceral pulsión de amar es una bestia a ser exterminada. Bonello nos sumerge sinuosamente en un laberinto de reflejos de ecos lynchianos en su perturbadora atmósfera, donde tres momentos temporales dialogan entre sí por un recorrido de purgación de emociones donde el recuerdo, lo soñado y lo vivido se fusionan en un mismo estadio en el que la frágil visceralidad humana no puede tener escapatoria del control maquinal. Ejecutada con un virtuosismo visual tan anegado de clasicismo referencial como de instantes minimalistas o estallidos barrocos. Un filme fascinante, en continua reinvención y desmontaje de sus propios códigos. Romántica hasta el extremo, desesperanzadora y anegada de provechosísimas ideas conceptuales sobre el estado emocional de la raza humana. Trasnochada en algunos conceptos, visionaria en otros, siempre libre. Sin miedo al ridículo, con pareja protagonista en sintonía y bañada de hallazgos visuales como la secuencia de las muñecas, su utilización de pantallas o el recurso de imágenes digitales en descomposición, que nos retrotraen a los montajes con las IAs. Y no desvelaremos la genialidad de sus créditos finales. Una obra magna.
Una de las películas mas exuberantes y creativas del festival no superaba el cuarto de hora de duración: me refiero a Nocturno de uma floresta, cortometraje de Catarina Vasconcelos, directora de la interesante La metamorfosis de los pájaros. Obra feminista de naturaleza pictórica y cargada reflexión cultural que edifica rauda y con convicción un estilo llamativo para revestir de fuerza sus imágenes. Asistimos a una intensa discusión con fiesta y reivindicaciones orgullosas pero, con la excepción de unos cuadros y llamas, tan sólo vemos planos detalles de unas hojas en la noche. Locuciones en off y colores intensos reflejados sobre dichas hojas, sincronizadas con su elegante diseño sonoro, un ejercicio de creatividad y ambición plástica para suplir toda carencia técnica, que refuerza coherentemente su discurso argumental y eleva ambas partes gracias a esta sintonía. Breve, pero estimulante, divertida y rica.
Como plato de despedida del sábado cerramos con la ganadora de la Encounters de 2023, la sección mas sabrosa y en mayor crecimiento del último lustro en la Berlinale: Here, propuesta íntima de un Bas Devos que ocupase muchas miradas con su estimulante Ghost Tropic. Una delicada fábula romántica que indaga en los escenarios emocionales del ecosistema urbano entre inmigrantes, prolongando la sensible y particular cadencia morosa del cine del belga. Una narración poética y concisa sobre un vínculo forjado a partir de la coincidencia y de la conexión con la naturaleza. Cine que sabe de la grandeza de la delectación de los instantes pequeños, que encuentra en la observación su sabia virtud y expone con cierto desarrollo la siguiente tesis: la soledad del hombre moderno, con nitidez pero sin ruido. Filme, por lo tanto, balsámico pero poco profundo, desafiante ni sorprendente, ni tampoco rico en su pluralidad de significados. Su estilo enunciador se integra como una pose rígida, y el desarrollo argumental se muestra conformista a la hora de profundizar en sus personajes. Por ello, trabajo estimable pero que podría haber llegado más allá. Mucho menos fresco que el trabajo previo de Devos.
Como clausura, tras un retraso inaceptable y una larga ceremonia de entrega de premios, se proyectó uno de los títulos mas sorprendentes y festejados del pasado Festival de Locarno: el thriller digital Las habitaciones rojas de Pascal Plante. Un enmarañado y estremecedor acertijo hacia los espacios mas profundos de la red en compañía de una inquietante antiheroína llevando a cabo una solitaria cruzada de venganza. Cine judicial que muta en terror cotidiano de crímenes sexuales a menores y toma las formas frías y estilizadas del suspense de investigación de Hackers y ciudadanos líquidos. Seguramente el mejor retrato de las nuevas generaciones híbridas de jóvenes hechos uno con la tecnología que servidor haya visto jamás en la gran pantalla. El personaje protagonista, calculador y hermético, es un estimulante enigma cinematográfico que hace las veces de motor de una narración de tempo intachable. Justiciera de perfil físico asociado a las víctimas femeninas de los estremecedores crímenes abordadas en el tribunal, que surca con determinación expeditiva rifas de vídeos snuff y demás parajes de la deep web de identidades blindadas y fortunas ubicuas. Un encomiable ejercicio de densidad atmosférica, aderezado por instantes de pulso técnicos tales como cierto plano secuencia inicial o una impactante combinación de zoom con mirada a cámara. La fuerza de la propuesta es innegable, como la convicción de Plante tras la cámara, pero el guion dista de ser la finura de su puesta en escena. Un personaje secundario y su subtrama ralentiza el recorrido sin aportar demasiado, y la deriva del argumento en su tercer acto apuesta por soluciones a las incógnitas morbosas, pero menos interesantes que las fugas y derivas que su nudo. La explosión cinematográfica de la propuesta queda por ello diluida por la sumisión a la historia, siendo un caso claro de película más interesante por el mundo que construye que por lo que acaba sucediendo en él. Aún con eso, uno de los títulos más atractivos del próximo 2024.
Crisol concentrado de propuestas del cine de autor mas exigente, que rescatan para el público de la capital las fuertes voces de creadores de reciente aparición, así como grandes obras de madurez de algunos de los mejores directores de este siglo. Una de las producciones fue tan notable por sí sola que permite que el conjunto de proyecciones merecieran la pena, y saber que la mayoría de ellas van a recibir estrenos comerciales es una noticia de alborozo para la cinefilia. Sin duda el XIII Festival Márgenes fue la edición de confirmación del crecimiento fuerte de un evento ya asentado tras la pandemia.
Comentarios
¿Son los 204 adjetivos (A) de esta reseña suficientes para un crítico cinematográfico como Néstor? ¿Son demasiados? La anteposición del adjetivo al sustantivo (S) y la multiplicación de calificativos son estilemas nestoria: «pura artesanía autodidacta» (ASA) o «histriónico, múltiple y personalísimo ejercicio posmoderno» (AAASA). En conclusión, mucha retórica.
Despiadado maestro Sánchez. Más razón que un santo.