Asumiendo con recelo la tendencia reduccionista y maniquea de los discursos, debates y argumentos de nuestro tiempo, insto con vehemencia a nuestros lectores a que no malinterpreten, o que no la consideren paradoja, la siguiente afirmación: es imprescindible el respeto y la atención a los grandes maestros, pero en el cine no debe haber vacas sagradas. Bendita noticia la llegada de sus nuevos trabajos, pero estos deben estar sometidos al mismo escrutinio y exigencia crítica que los demás. No hay mayor enemigo artístico que la fidelidad fanática y la complacencia. Gran parte de la crítica española e internacional son culpables de este crimen en la recepción de una de las presentaciones más esperadas del pasado Festival de Cannes: Los asesinos de la luna, superproducción de Apple TV dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por Leonardo Dicaprio, Robert De Niro y Lily Gladstone. Una producción de gigantescas dimensiones y aún más gigantesca expectación que permitía el reencuentro con el cine del gran maestro cuatro años después, que llevaba deseando hacer desde hace décadas y ofrecía el suficiente número de elementos en la receta para poder augurar una obra maestra. Una vez vista y largo tiempo sopesada diré que no lo es, y que tampoco alcanza las cotas cacareadas por una crítica que la ha transformado en la obra más sobrevalorada del año. Obra madura e impactante cuya solemnidad y auto-afirmada importancia son un lastre ampuloso para unos réditos expresivos y artísticos que no llegan a esa altura, debido principalmente a su incapacidad para aunar imágenes para el recuerdo. Pero su aluvión de estímulos son suficientes para recomendar con entusiasmo esta notable película, western amargo de expiación y reconciliación racial que rebosa oficio y nociones de gran cine en su montaje y planificación, atesorando una minuciosa labor de diseño de producción y de medios ampulosos ejecutados con precisión y ambición artística que, lamentablemente, escasean cada vez más.
Denso drama crítico sobre la gran sombra irreparable de Estados Unidos: una nación construida sobre la avaricia despiadada y el baño de sangre de una etnia aniquilada desde dentro. Un cargado, solemne y trágico retrato de violencia intestina que logra que hierva la sangre del espectador ante tamaña sofisticación de mezquindad sistémica y genocidio silencioso, hecho rutina bajo hipócrita hermandad comunitaria. La ponzoñosa gravedad de su tono es uno de sus mayores aciertos cinematográficos, así como la destreza de Thelma Schoonmaker combinando la oscura e hipnótica música del fallecido Robbie Robertson con un largo tramo intermedio de ejecuciones combinadas con maquinaciones previas que representan la mayor lección de cine de la propuesta, por sí sola merecedora de ser rescatada de la cosecha del año. Sin hacer de menos la notable interpretación de un Robert de Niro en uno de sus roles mas despreciables, así como la indeleble marca emocional que deja en el espectador Lily Gladstone con un puñado de apariciones en pantalla. El que tal vez sea el único western (y recogiendo apenas algunos de sus rasgos expresivos) de la carrera de Scorsese no ofrece la novedad de otras de sus obras capitales pero si su pulso y complejidad dramática, suponiendo un exponente de gran ambición y monumentalidad como escasean en la cartelera.
Sus dimensiones, conciencia y actitud de gran película perjudica a Los asesinos de la luna mas que beneficia, pues una envergadura mas concentrada hubiera hecho relucir los muchos y brillantes momentos de una propuesta, le pese a quien le pese y por mucho que pocos se atrevan a decirlo, monótona. Sus más de tres horas de metraje le hacen un flaco favor en temas de tempo, e incluso sus partes mas logradas ofrecen demasiadas secuencias similares entre sí. Para un director del talento de Scorsese frustra la escasez de memorables hallazgos de la puesta en escena, y mas especialmente sus inexpresivos planos generales digitales de los amplios territorios de explotación petrolífera. Allí donde en tantas películas el escenario se convierte en un personaje más, aquí queda reducido a mero paisaje. Para tratarse de una película en homenaje purgador a la comunidad Osage (de final sorprendente que juega con los códigos del documental) es cuando menos decepcionante que estos desempeñen un papel secundario en su propia película, dedicados tantos minutos a narrar desde el punto de vista del desagradecido personaje, tonto y manipulable, de Leonardo Dicaprio. Timorato inicio con extraordinarios apuntes en cámara lenta, momentos tribales o recreaciones con estética de fotografía en B/N, ejemplar ecuador algo reiterativo, dilatado y agridulce desenlace.
Mortuoria, viciada y purgadora, Los asesinos de la luna no aprovecha a nivel expresivo todos sus elementos, pero conmueve con el pulso y el desgarro de su violencia y la congoja de su culpa.
- Título: Los asesinos de la luna/Killers of the flower moon
- Dirección: Martin Scorsese
- Guión: Martin Scorsese y Eric Roth, basada en el libro de David Grann
- Actores: Leonardo Dicaprio, Lily Gladstone, Robert De Niro, Jesse Plemons, Pat Healy
- Dirección de Fotografía: Rodrigo Prieto
- Música: Robbie Robertson
- Estreno: 20 de octubre de 2023
- Duración: 206 minutos
- Web Oficial: https://www.killersoftheflowermoonmovie.com
- Nota: 7,8/10