Dentro del ciclo Sitges Tour pude ver un pase de prensa, gracias a A contracorriente films, la tercera película que el prolífico Mike Flanagan (uno de los nombres de moda del cine de terror) estrenó en 2016: Somnia, dentro de tus sueños, que vio su debut, obviamente, en Sitges. Una película protagonizada por un infante y que se adentra en el siempre prolífico mundo de los sueños. Un escenario, cuanto menos, estimulante a nivel iconográfico para una propuesta de género. Servidor, desde que inició su afición de asistir a la Muestra Syfy, guarda cariño por el cine de terror pequeño, de escasa duración y limitados medios. La premisa invitaba al optimismo, y encontré una película entrañable. Pero apenas destacaré de ella lo entretenido que es su visionado, pues opta por los desarrollos argumentales más trillados y por tonos emocionales blandos.
Jessie y Mark (unos Kate Bosworth y Thomas Jane sin sorga) adoptan a Cody (un solvente Jacob Tremblay que ha evolucionado desde La habitación), un niño huérfano que pasa de familia en familia dejando tras de sí un rastro de accidentes paranormales y extrañas desapariciones. Cuando empiece la convivencia con el reservado infante descubrirán el asombroso don que posee: cuando duerme, cosa que evita con bebidas de cafeína, sus sueños se materializan. No sólo creando manifestaciones físicas de sus queridas mariposas, sino también de personas que ve, como el hijo fallecido de la pareja, Sean. Una habilidad maravillosa que hace las delicias de sus padres adoptivos, que la usarán en su beneficio. Pero también una habilidad peligrosa, pues la inestable mente de Cody todavía no le controla, y sus terribles pesadillas toman devastadora forma física, pudiendo llevarse por delante a sus seres queridos. Una película sobre niños con turbios secretos y su habilidad para introducir a los habitantes de su ambiente en situaciones terroríficas. Una película que apela al sentido de maravillas de las imágenes oníricas en el Siglo XXI. Y funciona bastante bien en estos parámetros. La premisa del guión de Flanagan y Jeff Howard ofrece múltiples posibilidades, y antes de adentrarse en el terror ofrece un puñado de secuencias convincentes dentro del fantástico. Y pese a tratar el incontrolable mundo de los sueños, el relato nunca pierde el control de lo que está pasando, y tras una convulsa etapa intermedia entregada al horror todos los cabos sueltos se atan en un epílogo melifluo, que no abandona la familia como tema nuclear del filme. La fotografía de Michael Fimognari elige paletas de color muy sugerentes, y encuadra con un gusto nada excepcional pero no desdeñable. Y el realizador británico sabe crear atmósferas de tensión sin hacer uso del susto fácil ni de las falsas expectativas. Los impactos no sorprenden, pero se producen de manera orgánica.
Tremblay interpreta con eficiencia, pero el resto de intérpretes hacen un trabajo falto de fuerza o carisma, sin siquiera llegar nunca a parecer personas reales. Y el bloque intermedio dedicado al terror, si bien efectiva, sigue el desarrollo que cabría esperar de películas de características similares. El monstruo de Canker está diseñado con acierto, pero tras un atropellamiento poco moderado de sus operaciones, es erradicado de una manera coherente pero anticlimático, sin haber llegado a disfrutar el espectador de todo su potencial. Su epílogo, expositivo en demasía pero por necesidad, opta por la sensiblería más estomagante, y la carga emocional del filme tendría su peso si consiguiéramos empatizar con sus personajes, y esta ausencia tampoco se suple con una música Elfmaniana tan sólo correcta y que subraya en todo momento el estado emocional que debe tener el espectador en el momento siguiente.
En definitiva, Somnia es una propuesta modesta que entretiene sin trampas y que no cae en las peores trampas del género, pero tras haber visto grandes obras de terror, es inevitable que olvidemos esta historia en la que su premisa sigue derroteros harto conocidos. 6/10