Cada dos o tres años algún director clásico estrena nueva película y los cinéfilos, por consecuente, asistimos fieles a nuestra cita con la sala con el rigor de un buen cristiano que no falta a su misa del domingo. Afortunados nosotros, pues el plantel de realizadores que se ajusta a esta descripción es cada vez mayor. Nombres apreciados y consagrados a los que estamos dispuestos a perdonar tropiezos y cuyos estrenos esperamos por negativos que sean los augurios que los acompañen. Y por mucho que lo neguemos, si el filme en cuestión viene marcado con el sello de un festival de relevancia, lo avala de manera considerable como producción de interés artístico o cultural. Es el caso, hasta cierto punto, del largometraje de la crítica de hoy, que llega a nuestras pantallas apenas un mes después de su presentación en el último Festival de Cannes. Él es Jim Jarmusch, maestro del independiente americano de autor. Y su filme, apertura de la Sección Oficial del último Cannes, es Los muertos no mueren. Que el de Ohio se acercase desde las personales coordenadas de su estilo a un subgénero tan asentado pero a priori tan alejado de su obra como es el cine de zombies ya era de por sí un gran aliciente. Por ello fui tempranero en mi descubrimiento del filme, independientemente de las impresiones de mis compañeros de la prensa. Y disfruté de las habilidades de Jarmusch una vez más en una película que, eso sí, no pasa de ser una simpatía. Una historia estándar de reanimados y pueblos malditos perezosa pero narrada con humor y chispa. Un divertimento ligero y olvidable que se gana nuestra complicidad con sus toques de personalidad e ingenio.
Estados Unidos. La pequeña ciudad de Centerville. Los tenientes Robertson (Bill Murray) y Peterson (Adam Driver) aseguran que se mantenga el orden en la población más tranquila (por no decir aburrida) del planeta. Sin embargo algo extraño sucede cuando se acerca el final del día y el sol no se pone. La Tierra ha cambiado su eje de rotación por culpa del fracking polar, lo cual acarreará terroríficas consecuencias. Poblados de la América rural profunda atacada por la amenaza uniforme de la masa de no-muertos. Criaturas, en este caso, capitalistas, lo cual da lugar a unos gags muy efectivos. Si bien no hay nada espectacular en la misma, la realización es intachable, con un puñado de planos en movimiento narrativamente eficaces. Buena banda sonora de Sqürl, grupo de Jarmusch, y estupenda la canción homónima de Sturgill Simpson. Entonado se halla el reparto, en particular unos hilarantes Bill Murray y Adam Driver y una extravagante Tilda Swinton. Sin duda alguna lo más atractivo del filme es lo divertido que es. El guión trufa el relato de frases y situaciones de un humor hierático y en ocasiones bobo de puro simple, pero muy efectivo. Y el cinéfilo disfruta un poco más con el festín de referencias cinematográficas. Desde los nombres de los personajes, sus conversaciones hasta un puñado de chistes metanarrativos que nos pillan desprevenidos. Trasluce que el filme parece más una excusa para que se reunieran un grupo de amigos que otra cosa, pero su construcción permite que nos riamos con ellos.
La mayor lástima de la película es que lo que se elija narrar en este tan atractivo universo sea una típica e inane historia de muertos vivientes. No se innova el arquetipo, no se presenta de un modo atractivo y su desarrollo argumental, una vez presentados, entra en terreno del piloto automático genérico. Una vez cae la segunda noche, el filme se entrega a una arbitrariedad holgazana. Mucho sucede sin motivo ni consecuencia, personajes se tratan y abandonan y otros quedan desaprovechados. La tontuna es beneficiosa para disfrutar del viaje, pero también afecta al poco cuidado que se da a la trama y que podemos aceptar pero que no podemos ignorar ni dejar de ver. El texto de una película es siempre prioritario, por muy seductor que sea el dispositivo en el que se nos presenta.
Divertida, serena y referencial, Los muertos no mueren nos muestra la facilidad de Jarmusch para hacer cine aún en los contextos más desidiosos.
- Título: Los muertos no mueren/The dead don´t die
- Dirección: Jim Jarmusch
- Guión: Jim Jarmusch
- Actores: Bill Murray, Adam Driver, Tilda Swinton, Chloë Sevigny, Tom Waits
- Dirección de Fotografía: Frederick Elmes
- Música: Sqürl. Canción de Sturgill Simpson
- Estreno: 28 de junio de 2019
- Duración: 103 minutos
- Web Oficial: https://www.universalpictures.es/micro/the-dead-dont-die
- Nota: 6,6/10