2016 y 2017 fueron dos años especiales por ser las primeras veces que este medio cubrió el Festival de San Sebastián. Pero fueron dos años en los que, a nivel cinéfilo, me situaba sin duda alguna en la caverna de Platón, pues solo asistía a los pases de prensa. Gran parte de la programación, por la ignorancia propia del solitario, quedaba fuera de mi análisis, entre ella la que es siempre la sección mas desafiante y ambigua, pero también la mas estimulante: Zabaltegi, la sección abierta de cortometrajes, cine mas experimental o sesudo, documentales…toda una prueba para los críticos, cinéfilos y analistas que pueblan sus jornadas donostiarras de proyecciones. Debido a la prioridad de la Sección Oficial, el intento de cubrir las cinco secciones principales y la inesperada vuelta a Madrid, apenas podré analizar tres producciones de esta sección. Sin embargo, son tres producciones muy satisfactorias. Y además, probables estrenos cercanos. Me explico.
Coproducción española, fue presentada en la Sección con expectación y desembarco completo de gran parte del equipo de la película uno de los estrenos más especiales del otoño: Orlando, mi biografía política, adaptación documental de la novela homónima de Virgina Woolf (ya trasladada a la ficción por Sally Potter) que se hizo con el premio Especial del Jurado de la sección Encounters y el Premio a Mejor Documental de la pasada Berlinale y que supone el primer largometraje del filósofo, escritor y comisario de arte Paul B. Preciado. Una personalísima propuesta libre y sorprendente en la articulación de sus creativas formas y rica en discurso. Toda una traslación a imágenes del ideario del burgalés. Anhelos, proceso de descubrimiento personal y vicisitudes de los Orlandos de ayer y del hoy. Collage ensayístico que deconstruye el artificio con una representación figurada semi-documental que trae el texto de Woolf a nuestros días buscando siempre un imaginario propio en cada momento. Un laboratorio de performance y soluciones visuales que representa aquello que no puede representar de maneras análogas, trazando reflexión alegórica desde los anacronismos humorísticos o la hibridación de lenguajes no cinematográficos con las entrevistas y estructuras del documental (enunciando, de manera pertinente y oportuna, los pasajes literarios a los que hace alusión). Múltiples soluciones visuales de mucho ingenio, y riqueza lingüística arrolladora, si bien las imágenes muchas veces no están a la altura del discurso. Es un caso claro de película que es más lo que dice que como lo dice, más vehículo que obra en sí misma, mas guion que película. Una propuesta puramente ideológica diseñada para dejar fuera a los que no compartan las ideas de sus creadores, que vale mas para entrar en contacto con la personalidad de Preciado que para intuir un cineasta de futuro. Pese a todo, una obra muy recomendable y enriquecedora.
La mayor sorpresa del ejercicio festivalero del 2023 se presentó en la pasada Quincena de realizadores del festival de Cannes, donde se hizo con el premio Cámara de Oro a la Mejor Ópera Prima. Se trata de El árbol de las mariposas doradas/Inside the yellow cocoon shell, filme vietnamita con coproducción española dirigido por Pham Thien An. Slow cinema trascendental y místico de largos planos secuencias y envolvente diseño sonoro de naturaleza en la estela de Bi Gan o Apichatpong. Búsqueda espiritual, rito religioso de despedida y regreso a la campiña vaciada llena de desgarros del recuerdo bélico. Incursión individual de fe sensorial deleitada en el mirar. Cine virtuoso e hipnótico que se debe a la evocación superlativa de su atmósfera, con especial atención a niños y animales. Narración libre que articula en su extenso metraje de tempo moroso todo tipo de travellings y secuencias eternas e impredecibles de vericuetos narrativos no lineales. Su tercera hora desconcierta, pero su virtuosismo estilístico deleita siempre. En este caso concreto su maratoniano metraje no la mejora, y el desarrollo emocional y narrativo aqueja una falta de foco o determinación mas precisa en sus objetivos. El todo no es mas que la suma de sus partes, en tanto cuatro o cinco secuencias son superiores en sí mismas a la obra en su conjunto. Y su vocabulario y registros audiovisuales son embriagadores, pero no son capaces de alcanzar el impacto de unos referentes que no alcanza. Muchas luces y alguna sombra en una portentosa película que fue por sí sola motivo suficiente para que acudir al festival mereciera la pena, ya que dio la posibilidad de disfrutarla en pantalla grande: por terrible e inconfesable que parezca, la experiencia sensorial del año recabó directamente en Filmin.
Como si lo hubiese planificado al estructurar el cuadrante, la tercera y última película de esta entrada es otra Ópera prima. En este caso nos desplazamos a Bélgica, con un trabajo presentado en la sección independiente de Giornati degli autori de la pasada Biennale de Venecia. Se trata de Víctima Imperfecta/Quitter la nuit, thriller de Delphine Girard que extiende el relato de su cortometraje de 2018 A sister. En el instante de miedo y duda, entre el agresor y la víctima, surgen la ambigüedad y los grises. Y la asistencia telefónica e instancias judiciales no pueden más que horadar ese muro. Cine feminista que edifica denuncia desde el cuidado de las formas, la elegancia de la puesta en escena.Thriller seco de silencio crispado, elegante fotografía oscura y cromatismos fríos en un tratado visual ejemplar de la noche, diestro salpimentando en montaje las imágenes del crimen. Es cine de relato y de tema, sí, que tal vez proponga una narrativa convencional para los parámetros de Zabaltegi, y su rumbo de guion no ofrece tantas sorpresas, pero es capaz de ampliar el conflicto de su cortometraje de partida retratando las aristas complejas de la violencia de género y ofreciendo en el camino una madura y agradecida ambigüedad, sintiendo afecto por un agresor cuyo punto de vista comprende y siendo capaz de empatizar también con su dolor, pues presas de los malentendidos o de las incomparecencias el filme muestra las sombras de la inocente y proclama que estos escenarios tienen muchos grises que debemos contemplar. Pero quizás la mayor baza de la película sea su certeza para capturar tensión abrasiva desde la coexistencia no deseada en espacios estrechos. Buen cine belga lleno de pulso y convicción estilística, que muestra al mundo a una Delphine Girard cuyo cine nocturno urbanita deseamos que tenga continuidad.
Una Zabaltegi de la que quedaron platos sabrosos por descubrir, pero que demuestra la mirada abierta, la inquietud y la ausencia de prejuicios o convenciones de un equipo de programación dispuesto a ofrecer al espectador experiencias enriquecedoras. Siempre aguarda el riesgo del tedio y la pedantería complaciente en esta sección, pero servidor seguirá dispuesto a correrlo en próximas coberturas donostiarras.