De entre las cinco secciones competitivas principales del Festival de San Sebastián, es tristemente habitual (y servidor contribuyó a esta causa) que la sección de Nuevos directores, dedicada por entero a óperas primas o segundas películas, sea la más ignorada a nivel mediático y de asistencia de público. La falta de referencias de otros festivales u obras previas, así como el temor a la baja calidad de las obras presentadas debida a la escasez de cosecha de obras de relevancia en ediciones recientes, colaboran para que año a año las propuestas elegidas por el equipo de programación de esta sección pasen desapercibidas. En este 2023 se produjo el ejemplo más flagrante de título relevante mal atendido que se recuerda: la película La estrella azul de Javier Macipe, todo un éxito de crítico y pública durante la primavera de 2024, formó parte de la programación de Nuevos Directores (servidor tampoco pudo verla allí, si bien lo tenía planeada antes de que las demandas de sustitución docente trastocasen los planes). Nuestra cobertura pues de esta sección es mas dramática que nunca, pues si ya había pocas sesiones incluidas en el cuadrante el inesperado regreso anticipado a la urbe madrileña redujeron el espectro al total de un título visto. Sin embargo, los réditos de este fueron lo suficientemente satisfactorios para sopesar la idea de dedicarle una entrada en la web. Procedo por consiguiente a desentrañar los misterios de Achilles, thriller iraní de Farhad Delaram que probó porque siempre merece la pena darle una oportunidad a Nuevos Directores. Producción que no abre nuevas vedas, pero exhibe un oficio menos habitual de lo que debería en buena parte del cine de festivales, y otro milagro mas de producción de cine iraní pese a sus autoridades.
Una historia realista sobre los terrores cotidianos de una sociedad represora donde la palabra se agazapa temerosa. Una narración de pulso intachable y atención al detalle en la descripción costumbrista de sus personajes y costumbres culturales donde la tensión se aglomera cual olla a presión. Sociedades dónde las paredes hablan, en la que un justiciero sanitario anónimo se da a la fuga con una activista a costa de su estabilidad familiar. Ejemplar suspense social de reminiscencias farhadianas y cuidados movimientos de cámara que modula con cautela entre el drama, el afectivo desarrollo de personajes circunspectos y el terror callado. Una basculación graduada y sin estridencias entre el drama social de justiciero sanitario, la road-movie en pareja o el terror puro de espionaje y secuestro. Clímax devastador que juega con la revelación a través del encuadre con un teléfono móvil y combinación de crítica seca con un cuidado desarrollo de la relación entre el protagonista y su protegida femenina y los siempre enriquecedores apuntes culturales de festejos populares y bailes de la zona. Un filme en constante movimiento, que retrata con acierto la sociedad persa pero siempre a través del relato.
Un drama contenido, lacerado y maduro que permite desear continuidad en las trayectorias de su equipo creativo. El tipo de sorpresas que todos deseamos encontrar siempre en Nuevos Directores. Un título que de haber visto la luz en los 90, en el apogeo del cine iraní, hubiera gozado de buena prensa. Resulta fácil intuir una buena acogida de la película en un nicho concreto de público, pero todo apunta a que jamás recibirá un estreno comercial en salas españolas. Por casos como este los festivales siguen teniendo una importante razón de ser, y este es el cine idóneo para ver en ellos. Festivales pocos tan mágicos como el de San Sebastián, con cuya cobertura continuaremos en entradas venideras.
