70 Festival Internacional de Cine de San Sebastián – Zabaltegi Tabakalera

En 2022, Eventos, Festival de San Sebastián, Festivales y Muestras by Néstor JuezDeja un comentario

Del mismo modo que Perlas es la sección más dirigida al gran público del Festival de San Sebastián, su sección de Zabaltegi Tabakalera es la sección mas radical, la más de nicho, la que va dirigida a espectadores mas valientes o a los mas desinteresados en las formas y narrativas mas convencionales. Otra sección que también recoge títulos premiados o bien recibidos de festivales anteriores, con una heterogénea naturaleza de cajón de sastre sin normas de formato: conviven largometrajes con cortometrajes, ficciones con documentales o narrativas lineales con títulos mas experimentales. Mi descompensado cuadrante conllevó que tan sólo asistiera a cuatro proyecciones de esta sección Zabaltegi Tabakalera, cuyas condiciones eran tan diferentes entre sí que sólo cabía tener la sensación de que compartían sección porque ninguna de ellas podía entenderse en ninguna otra sección. Cosecha de frutos no especialmente suculentos, pero provechosos para diseccionar en el análisis. Investiguemos por los territorios de Zabaltegi Tabakalera.

La montagne, propuesta de cine fantástico que sorprendió a propios y extraños en Zabaltegi-Tabakalera

Como sucedió con la mayoría de sesiones de esta sección, se proyectaron de seguido en mi primera incursión de este año, mi primer día del festival, un cortometraje y un largometraje. El cortometraje, presentado en la Semana de la crítica del pasado Festival de Cannes, era la chilena Las criaturas que se derriten bajo el sol, de Diego Céspedes. Un ejercicio atmosférico de familia reducida, identidad trans y comunidades noctámbulas tan desconcertante como críptico y frustrante. Un viciado relato de sonrisas perversas, deseo y festejo que no saca mayor partido a su propuesta estética, que perturba levemente pero ni traza recorrido dramático para sus personajes, ni un paisaje sensorial atractivo, ni una narración vertebrada que lleve a sus simbolismos a ser algo más que ideas deslabazadas. Y le siguió un singular largometraje que vio la luz en la Quincena de realizadores y se proyectó también en el Festival de Sitges: La montagne, de Thomas Salvador. Una silenciosa, tranquila y mística narración de conexión espiritual de un hombre con la naturaleza, que reconforta y sorprende a partes iguales. Solitaria incursión sin rumbo claro a la seducción telúrica de los frescos parajes montañosos de limpia caligrafía fílmica que comienza desde coordenadas reconocibles del refinado drama de autor para incurrir en estrafalarias vertientes fantásticas. Un viaje sereno que demanda paciencia y fe sin cuestionamiento, y que probablemente esté lejos de alcanzar las cotas de sublimación sensorial que pretende, pero cuyo intento es realmente estimulante. El hartazgo de un hombre ante la cerebral rutina tecnológica de la urbe que halla sentido a su vida en el mero vagar solitario por las cumbres, y en el que esta comunión simbólica con la roca se torna literal a través de lo sobrenatural. Experimento sensual y sencillo sin miedo al ridículo, sin duda de excesivo metraje y tendente a reiterar sus postulados conceptuales. Su protagonista, interpretado por el propio Salvador, podría haber sido un personaje mas rico en su descripción, y la presentación de su entorno aqueja cierta rigidez. Sin embargo, servidor conectó de pleno con su aparato sensorial, quedando seducido cuando el hechizo oculto del magma se adueña de la pantalla. Un filme cuya rareza quizás sea mas anecdótica que transparente, pero que el que esto escribe encontró como una de las obras más estimulantes de toda la semana donostiarra.

Mutzenbacher, experimento de Rutch Beckermann premiado en Berlín que halló lógico acomodo en Zabaltegi-Tabakalera

En mi segunda aventura en Zabaltegi, tres días después de la primera, asistí por primera y última vez en esta edición a Tabakalera. De nuevo una sesión de corto con largo, de coordenadas geográficas radicalmente opuestas. En primer lugar una obra nipona en honor de las víctimas del maremoto de Fukushima: Nowhere to go but everywhere, de Erik Shirai y Masako Tsumura. Una lírica y abstracta obra de búsqueda de la presencia perdida por parajes naturales, tan difusa a nivel narrativo cómo evocadora a nivel emocional, e hipnótica en el plano estético. 4/3, misteriosa narración en off y la fascinación de la naturaleza y los ciervos. Una de las experiencias de proyección más embriagadoras del festival. Y después, la película austríaca ganadora de la sección Encounters de la pasada Berlinale: Mutzenbacher, de Ruth Beckermann. Una suerte de taller audiovisual que prueba a capturar la esencia de la obra literaria adaptada a través de la depuración extrema de la puesta en escena, reduciendo los elementos de la representación a sus mínimos recursos de significado. Dar carne y hueso a los episodios de la obra erótica de 1906 Josefine Mutzenbacher, o la historia de vida de una puta vienesa, contada por ella misma con un sofá, hombres sentados y texto leído. El casting devenido en la propia película. Erotismo de principios de siglo revestido de una desnudez tan incómoda como capaz de sacudir reflexiones. Incomodidad esta obtenida al ser despojada esta narración sexual de su contexto y aunada a la seriedad y contención extraviada de completos desconocidos que pierden sus referentes al encontrarse por vez primera con un texto explícito como única vía de comunicación. En este simple procedimiento de aproximación a la obra se socava la armadura de confort que viste al hombre moderno, y deconstruye y satiriza, sin evidenciarlo, la masculinidad normativa. Un experimento tan curioso como limitado para sostener el interés durante 100 minutos. Ejercicio de cuestionamiento de las estrategias para dar forma a la ficción mediante dinámicas grupales que así como descoloca, sorprende o inquieta durante sus primeros compases, deviene inevitablemente por las características del formato escogido en agotamiento y reiteración.

Manto de gemas, debut mexicano premiado en Berlín que pudimos ver en Zabaltegi-Tabakalera

Y las dos últimas sesiones que programé en mi cuadrante de esta sección tuvieron lugar en la mañana del último día. Abriendo el sábado, una película mexicana galardonada con el Oso de plata o Premio del Jurado de la pasada Berlinale: Manto de gemas, dirigida por Natalia López Gallardo (editora habitual de los filmes de Carlos Reygadas) y disponible desde finales de septiembre en Movistar +. Día a día doloroso en paralelo de tres mujeres de clases sociales diferentes alrededor de una hacienda que convive con la violencia sistematizada de las mafias. Un sórdido retrato de las crudas realidades mexicanas desde un prisma atmosférico de lirismo congelado. Un recorrido ambiguo y desasosegante por ecosistemas salvajes de poderosa identidad formal, con un excelso cuidado de los encuadres articulando los espacios con ópticas angulares. Un viaje envolvente de sonidos intensos de abstracción, ralentíes, tonalidades visuales expresivas y un tono general tan oscuro y apagado como animal y de refrescante hondura cinematográfica. Reygadas y Escalante resuenan en una película que abre su propio camino, plagada de incógnitas y desconcertantes amalgamas entre el naturalismo y lo onírico. Un ejercicio tan estimulante en lo formal como un tanto desestructurado en su narración, así como tonalmente problemático, recurriendo a la sordidez cruel como estrategia de efectismo gratuito en múltiples secuencias. Su naturaleza enigmática la hace tan interesante en sus primeros minutos como emocionalmente distante conforme avanza la proyección. Es una lástima que una película tan llena de arrojo a nivel fotográfico y sonoro se vaya a ver relegada a las plataformas de VOD, y si bien dista de ser todo lo compacta o catártica que intenta, su explosivo alcance como ópera prima la hacen bien merecedora de darle una oportunidad, aún si el viaje que propone es cualquier cosa menos reconfortante.

Cerdita, debut español de cine de terror incluido en Zabaltegi-Tabakalera

Y cerramos mi recorrido por la sección con una doble sesión que conjuntó una de las obras mas refrescantes de la programación con una de las novedades españolas mas decepcionantes. Para comenzar, el bienvenido regreso de una de las nuevas voces del panorama internacional en esta última década: el chino Bi Gan, en este caso con el cortometraje A short story. Una poderosa demostración de la personalidad tras las cámaras del joven realizador, que con un breve corpus ha construido un universo reconocible, tan misterioso como hipnótico. Universos de densa atmósfera onírica, donde todo puede pasar y las reglas se revelan sobre la marcha, apoyados en una estilizada y virtuosa puesta en escena que, en este corto, se complementa con un encomiable despliegue de artilugios y resortes mecanizados de los objetos del espacio, un guiño desde la dirección artística a la artesanía escénica del cine de los inicios. Fábula en tiempo indefinido con personajes de naturaleza animal, un frugal pero suculento abrir de boca. Y después, una ópera prima española: Cerdita, traslación al largo del corto del mismo nombre dirigida, como en aquel, por la debutante Carlota Pereda, que fue presentado en enero en el Festival de Sundance. Una intensa propuesta de cine de terror patrio tan encomiable en su personalidad y conveniente en su discurso social como pobre en su ejecución. Una crítica al bullying y a las tensiones malsanas de rencor y envidia en las comunidades rurales de fuerte personaje protagonista y reconocibles rasgos culturales, pero tosca graduando sus conflictos y subtramas de tensión. Allí donde el cortometraje, algo burdo también insistiendo en su discurso de abuso desde la reiteración histriónica, edificaba su universo oscuro con elementos de terror desde la sugerencia, aquí se evidencia paso por paso la naturaleza estremecedora de algunos personajes y los fatales destinos de otros. Es un caso ejemplar de estructura descompensada, pues invertimos muchos minutos presentando las bases de unos conflictos y misterios muy fáciles de casar y finaliza cuando se adentra en la faceta más perturbadora y cárnica de la maldad latente que atenaza al pueblo. Interesante como propuesta de explosivo entretenimiento violento de medianoche con lectura social y orgánica vertebración de elementos identitarios españoles, rutinaria y poco ocurrente (en diseño narrativo y en articulación visual de sus romos registros de planificación)como aportación al slasher, que pocas ideas fructíferas ofrece a la tradición del género. Película con la habilidad de gritar, pero que se decanta por las rutas más fáciles.

Una cosecha la de Zabaltegi Tabakalera agridulce en sensaciones pero sorprendente, con propuestas de contrastada voz para tratarse de creadores dando los primeros pasos de sus trayectorias, y relatos que abren nuevas vías en el cine de autor contemporánea manteniendo rasgos reconocibles con respecto a otras olas o estilos ya existentes, pero con suficientes rasgos distintivos para hablar de una personalidad propia. Películas a medio camino de la mejor versión que pudieran haber sido, pero que representa cada una un ejemplo de programación valiente, de que otro tipo de cine también es posible en San Sebastián entre tanto drama de miserabilismo social. Por todo ello, la incursión mereció la pena. Seguimos.

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