70 Festival Internacional de Cine de San Sebastián – Sección Oficial

En 2022, Eventos, Festival de San Sebastián, Festivales y Muestras by Néstor JuezDeja un comentario

Tras muchas entradas cerramos la cobertura de la pasada edición del Festival de San Sebastián, cerramos con la sección con mayor foco mediática, aquella en la que se reparten los premios mas importantes: su Sección Oficial. Aquella que recoge las mas personales y mayores apuestas, y aquella que, por sus normativas y condiciones, permite a José Luis Rebordinos y a su equipo de programación apuntalar la personalidad propia del certamen. Una selección de títulos inéditos con una considerable presencia del cine español que será relevante en los próximos Goya cuyos réditos generales han sido decepcionantes durante casi una década, y que ofrece un marco para dar foco a escuelas estilísticas en la estela de las tendencias de Cannes, para reivindicar las nuevas manifestaciones de creadores de prestigio y para poner en importancia la labor de nuevas voces. Múltiples denuncias sociales y diferentes contextos históricos y culturales se dieron cita en un recorrido de títulos con bastantes cosas que decir. Un compendio donde cabe destacar mas una media cualitativa ponderable que por la singularidad excepcional de títulos concretos, pero donde si podemos certificar que algunos realizadores contrastados aún tienen cosas que decir. Así como probar la buena salud de un año de cine español sorprendente por la cantidad de trabajos solventes, pero menos excepcional de lo que se ha cacareado en medios. Hagamos uso del teclado del ordenador como bisturí fílmico.

La ganadora de la Concha de Oro, en contraste con años anteriores, fue una propuesta de consenso que convenció por igual a público y crítica: la colombiana Los reyes del mundo, de Laura Mora. Nos encontramos ante una aventura fantasmagórica por terrenos despojados de dueño. Un trabajo pequeño pero intenso y frondoso, lírica representación del fuego e insurrección juveniles. Rebeldía de alarido y destrucción de objetos que trama un convincente cielo sonoro y ofrece planos de innegable belleza. Mosaico de erosión juvenil en entornos aletargados capaz de capturar el clima convulso de una Colombia sin esperanza. Bien es cierto que presenta poca trama u desarrollo de conflictos. Tan preciosista o valiosa como reducida en matices. Una apuesta de consenso para la Concha de Oro sin duda atractiva, pero también un tanto simple. Una demostración clara de la preponderancia del cine latinoamericano en la programación y palmarés donostiarra, donde también fue reconocida la menos convincente Pornomelancolía, del argentino Manuel Abramovich. Una reflexión sin escrúpulos sobre la comercialización de la sexualidad en internet. Sexo en distintas manifestaciones y escaparate en RRSS. Retrato sobre la soledad de tantos en la red, así como de la dificultad para encontrar afecto real. Amarga rutina del día a día de un influencer sexual que integra con armonía interfaces de móvil, pero se queda en lo que todos esperábamos de su discurso amoroso y lo filma con desidia. Viaje rico en concepto, pobre en matices y plano en la asepsia de su tono. Aproximación frustrantemente limitada al potencial de su tema, amén de pobre y fea filmando el sexo. En suma, una producción que no es capaz de aportar prácticamente nada que cualquier consumidor de pornografía en internet (quién no se sienta aludido, que tire la primera piedra) no sepamos ya de antemano.

Rebordinos se destacó siendo el único festival que mantuvo en su programación una película que todos los otros festivales de finales de verano retiraron de sus alineaciones por presuntas alegaciones de maltrato infantil en el rodaje: se trata de Sparta, película del austríaco Ulrich Seidl que hace díptico con la todavía inédita en España Rimini. Odisea del amor inconfesable de un hombre que nunca dejó de ser niño. Sátira sórdida que revuelve más por mostrar las intenciones últimas que los hechos delictivos, revolviendo con los abismos de la ausencia materna y los inesperados focos del cariño y la opresión. Campo de entrenamiento como vía para amores oscuros, que halla calor humano real en los lodos de la Europa integrista, una grata anomalía en el cínico cine de autor contemporáneo. Seidl aplica con rigor su molde para proseguir su corpus de cine de la incomodidad desafiando nuestras ideas preestablecidas sobre el maltrato infantil, indagando con sordidez en las ausencias maternas, la tóxica carga masculina y los lugares de los que proviene el cariño. Un relato sórdido en plano fijo frontal que nos devuelve inmisericorde la mirada, probando muchas veces que aquello abominable que detectamos en lo que nos rodea a veces no son mas que prejuicios. Y demostración de que, una vez conocemos de las filias reprobables del antihéroe protagonista, ya es culpable sin necesidad de que los actos lo avalen. Y si bien la perversión sexual nos impide negar el peligro, Ulrich encuentra las mas meridianas muestras de maldad humana en la cotidianidad menos cuestionada: las influencias de las figuras paternas (en el caso de la del protagonista, nos remite directamente al nazismo). Propuesta incómoda, algo estanca en la rigidez de su estilo, pero para lo que respecta a un servidor la mejor película de la Sección Oficial. Vista en los primeros días, ofreció mucha mayor convicción que la película que abrió la sección: la argentina El suplente, de Diego Lerman. El noble, imprescindible y siempre arduo ejercicio de la docencia justa e imparcial en los contextos sociales mas convulsos para las nuevas generaciones. Drama social ajeno a afectaciones lacrimógenas o miserabilismo sórdido pero con fuertes dosis de convulsión callejera. Idea con tanto potencial como la influencia del narcotráfico en escuelas abordada, lástima, desde la rutina. Lugares comunes, situaciones tensas desde el estereotipo fílmico y panorámicas con términos fuera de foco tan dinámicas como aparentes. Tan pronto como la vi, prácticamente la olvidé. Temas de un potencial social o educativo que jamás se atisban en pantalla, donde se sucede una narración de lugares comunes, situaciones superficiales y enunciaciones visuales aparentes. Personajes atractivos, pero intercalados en dinámicas interpersonales que el desarrollo argumental nunca termina de explotar. Trabajo con pulso, pero con pocos rasgos de personalidad en su planificación. Película sin grandes flaqueas, pero vista demasiadas veces.

Cuatro películas españolas diferentes fueron presentadas en el festival y celebradas por la crítica, si bien no reconocidas en el palmarés. Tales como La maternal, segunda película de Pilar Palomero. Desear seguir siendo niña aún siendo madre. Mosaico vibrante de fuertes perfiles femeninos obligados a madurar antes de tiempo. Drama femenino que esquiva algunos instantes transcendentales pero da el pleno capturando referentes culturales de una generación y construyendo a su núcleo de jóvenes madres. Infancia y rebeldía colisionando con nuevos compromisos. Un filme al que, lástima, le falla la perspectiva narrativa. Allí donde podría haber sido mas ambiguo o coquetear con el abismo, deviene plano. Drama de sensibilidades femeninas que brilla en dos aspectos concretos: su habilidad para capturar la identidad cultural del mundo retratado y sus generaciones, y su abrumador trabajo de casting, que nos deleita con un arsenal de nuevas caras llenas de frescura y fuerza. Película demasiado didáctica y discursiva, que en su desarrollo lineal desperdicia el potencial carismático individual de sus madres jóvenes. Los primeros compases del filme, que suceden en un espacio de carretera lleno de posibilidades, es más interesante que el filme que sigue. Carla Quílez brilla, pero a costa un poco de todo lo demás. También se unió a la oleada de cine neorural Suro, el primer largometraje de Mikel Gurrea. Cisma en la pareja por pretensiones de adaptación rural. Desavenencias raciales y conflicto de clase bajo el trabajo en el campo que traza bien los puntos de tensión y el fluir de edición, si bien no ofrece sorpresa alguna en su desarrollo. Tensiones de clase por querer jugar a lo que no se es, clasismo allí dónde se supone imperan las mejores intenciones. Pareja se resquebraja entre trabajo de campo y conflictos raciales en un drama de tensión cocida a fuego lento mesurado en su montaje pero en el que, también, el espectador va siempre un paso por delante. Filme habilidoso para gestar violencia en ambientes costumbristas y escalar la tensión gradualmente, aunque toda línea de diálogo y situación siempre se halla encauzado en pos de unos evidentes objetivos narrativos. Uno más de tantos filmes españoles pautado en demasía por su guion, donde sus temas sociales imperan sobre la fluidez o la frondosidad mercurial de sus imágenes. Pese a ello, francamente valiosa. También se presentaron los nuevos trabajos de realizadores bien conocidos en San Sebastián: Jaime Rosales con Los girasoles silvestres y Fernando Franco con La consagración de la primavera. En el caso de la primera. nos encontramos ante diatribas amorosas y maternales con tres hombres diferentes. Drama sobre dificultades relacionales con una gran Anna Castillo, sugerente tono desnudo y curiosa propuesta de panorámicas pendulares. Problemáticas de la maternidad y la pasión en tres etapas con tres hombres respectivos. Una lástima, se trata de un filme encorsetado por un guion con lugares comunes y que, pese a sus conflictos, nunca desborda (que bien le vendría). Como mucho del cine de Rosales, valioso, pero falta un último aderezo. Drama interpretado con mimo, de tono desnudo y creativos movimientos de cámara, pero en que sus ideas de puesta en escena no están al servicio de un relato que esté a su altura, en un drama interesante pero falto en matices. En el caso de la segunda, asistencia sexual como terapia contra los fantasmas internos. Una de las películas españolas mas conmovedoras en su tacto de los últimos tiempos. Drama de personajes anclados en una escala de grises a los que quiere y no juzga. Delicado retrato de una relación afectiva que no teme tratar asuntos socialmente olvidados desde la sencillez empática, sin recurrir a morbos, sensacionalismos o soflamas. Su puesta en escena apuesta por la simple ilustración de los hechos, pero es innegable el cuidado con el que está escrita y la atención dedicada a su dirección de actores. Relaciones afectivas al margen de la norma, en el que abrimos el tabú de la asistencia sexual con buen gusto y naturalidad. Sentido y respetuoso retrato de jóvenes frágiles deseando ser queridos que abre tabúes desde la naturalidad y la amplitud de miras. Visualmente algo limitada, de planos secuencia al servicio de los intérpretes pero ajenos a cualquier ambición preciosista, pero de un realismo y sensibilidad embriagadores.

Múltiples películas, de diferentes procedencias geográficas, poblaron una sección heterogénea en registros narrativos y tradiciones estilísticas. Propuestas de época como Il boemo de Petr Vaclav. Mezquindad cortesana entre acordes. Cine de época sobrio que nos introduce en las intrigas, maquinaciones, desdenes y animadversiones cruzadas de la escena sinfónica de la Europa del S. XVIII con mucha carga sexual. Ácida intriga de miserias y sensualidades en los mundos refinados de la corte y la peluca que, mas allá de momentos acertados, no pasa de traslación a imágenes de su guion. Cine acartonado, falto de vigor, atmósferas envolventes o ambigüedad tonal o sensorial. Biopic de ascenso y desgracia atinada en su retrato histórico y vibrante en su torridez, pero sin dejar de ser una mera ilustración del relato sin discurso visual adicional. De los filmes mas pobres de la sección. O dramas mucho más intimistas como A hundred flowers/Hyakka de Genki Kawamura. Bruma cerebral a saltos temporales discontinuos. Una suerte de El padre a la japonesa, en tanto intento de poner en imagen el proceso de descompisición cerebral de una anciana con demencia. Arriesgado experimento de poner los mecanismos obtusos de un cerebro desconectado, olvidadiza y confuso en tomas largas, tan evocador en sus silencios como sofocada en su puzzle lacrimógeno. Instantes de vida amalgamados por la desorientación senil. Encomiable propuesta manierista, con tomas largas circulares, los saltos temporales y evocadora aura fantasmal con aliño onírico. Ofrece una sugerente atmósfera sepulcral, pero se atrapa en su propio laberinto y su profusión lacrimógena. Película que pese a sus intentos nunca logra contagiar a la audiencia de la afectación trágica de sus personajes, y que en su afán por perderse en los propios recovecos de su dispositivo ofrece unos resultados dignos de admiración pero distantes, faltos de la finura que suele ir acompañado a este tipo de producciones de qualité japonesas. De Asia también vimos la obligada candidata china de la programación: A woman/Kong Xiu de Wang Chao. Violencia sexual en el seno familiar durante el esplendor de Mao. Sobrio drama de una trabajadora madre luchando contra adversidades laborales y maritales interesante en sus matices políticos, pero sin tempo, monocorde y formalmente rígida. Feminidad lacerante en búsqueda de libertad bajo la mirada del comunismo despiadado y alienante de la China del S. XX. Drama río de maternidad dolorosa y opresión de género. Acertada retratando el contexto histórico, pero indeterminada al mutar en su Ecuador, arrítmica y sumamente plana. Un filme lánguido y monocorde, de guion inconsistente, personajes sin calado y formas convencionales, que apenas puede apoyarse en sus réditos de recreación histórica.

Poco importaban los muchos recelos que despertasen el resto de títulos, pues el deleite de la crítica estaba garantizado con la presencia en la sección del nuevo trabajo de la gran vaca sagrada de las minorías intelectuales de nuestro tiempo, que extiende así un idilio con los grandes festivales que se dilata desde hace un lustro: Walk up, del surcoreano Hong Sang-Soo. Borracheras y llamadas en sueños dentro de los confines de un piso y en el área de acción de un único edificio. Alcohol, desencuentros amorosos y revelaciones alrededor del alimento y el soju. Un trabajo pequeño y modesto pero sabio en sus diálogos fondo y forma, similar a trabajos recientes pero con diferencias en la planificación y en el uso de las elipsis. Una película que exprime la esencia humana desde lo banal, hablando de sensaciones universales desde gestos sencillos. Sereno remanso conversacional a cinco bandas en un piso, atractivo en sus misterios de secuenciación temporal, pero con pocos nuevos argumentos para convertir a aquellos que no entendemos porque se satura la parroquia. Conversaciones dilatadas con sugerente capacidad de incógnita y posible juego meta, pero sin dejar de ser otra entrega más de una carrera con códigos muy definidos que apelan a un nicho de cinefilia muy concreto. Una película ardua para miradas entrenadas que esconde mas de lo que aparenta a simple vista, pero su sutileza no la hace excelsa ni notable. Filmes recientes de Sang-Soo la superan, y aceptando que quizás me equivoque y el tiempo me haga cambiar de opinión insisto en que es el cineasta mas sobrevalorado de nuestro tiempo, toda una moda intelectual de los ámbitos elitistas del cine de autor. Y también agradó a la prensa una de las mayores sorpresas de todo el festival: la estadounidense Runner, ópera prima de Marian Mathias. Silencio y cielos nublados como manifestación visual del opresivo tedio rural en la América profunda. Un filme sorprendente en la convicción de su personalidad. Un desangelado pero compacto cuento Malickiano apagado, triste y de ecos Reichardtianos con un estilo y atmósfera tan áridos como el espectador como maduros en su definición, capaz de transmitir con matices mundos interiores sin deberse a la palabra. Una silenciosa y joven protagonista experiencia un encuentro fortuito con un muchacho como ventana abierta a mundos con vida. Contención para una cárcel rural de silencios, cielos nublados y tempo mortecino, donde el vacío se manifiesta como el más adverso enemigo. Trabajo tan riguroso en la ejecución de su seco dispositivo como hostil en su visionado. En suma, coherencia. Película difícil y somera en frutos, pero durante cuyo visionado es inevitable camuflar la emoción de sentir que estás asistiendo a las primeras palabras de una voz con cosas que decir.

De Portugal nos llegó una de las propuestas estilísticas mas definidas y, aún con sus claras irregularidades, de las narraciones de mayor densidad emocional: Great Yarmouth: Provisional figures, de Marco Martins. Tenebrismo pegajoso para el inmigrante portugués en la Inglaterra obrera. Drama social excesivo aislando su mundo de luz, pero embriagador en su estilizada atmósfera y compacto usando la violencia animal y cochambre como reflejos de la vida de los trabajadores. Un acercamiento estético contundente y devastador para unas temáticas sociales cercanas al cine de Ken Loach. Hacinamiento inmigrante en infierno británico. Nos envuelve en una oscura y estilizada atmósfera de desesperanza, trazando matizados conflictos interpersonales y exhibiendo la inmundicia como carne de metáfora. Un filme sórdido pero también manierista y sofisticado que busca encontrar sublimación sensorial en el abismo de la pobreza. Su tempo es trémulo, y su tratamiento de las miserias de sus personajes coquetean con regodeos simplistas, pero aun con sus torpezas se trató de una las propuestas formalmente mas sugerentes de la sección. De Europa, pero dirigiéndonos mucho mas al norte, vino otra película que convenció al público y, sorprendentemente, a la crítica: la danesa Forever/Resten af livet de Frelle Petersen. Cismas familiares sin perder el cariño y la sonrisa en. Elipsis de instantes trágicos y desarrollo de personajes en comidas y mesas para un drama que halla su gran acierto en calibrar en cada momento la intensidad emocional necesaria. Duelo e infertilidad se concilian en un delicado drama familiar de sumo respeto y cariño por sus personajes. Mosaico familiar que logra aquello tan difícil de parecer real y, aunque no apunta elementos de interés a nivel visual, acierta de pleno construyendo cada momento sin caer nunca hacia el sensacionalismo, la pornografía emocional o la manipulación lacrimógena. Es también cierto que este blando trabajo es limitado en su discurso conceptual o artístico, planteando pobres secuencias de plano-contraplano en plano medio de imágenes de pocos segundos de duración, así como un uso subrayado y tosco de la música.

Seidl aparte, hubo un título que me indujo a un gozo sumamente superior al del resto de una Sección Oficial tan encomiable en su calidad media como escuálida en su conjunción de grandes películas. Un nuevo e intenso trabajo para asentar la personalidad única de su realizador que, lamentablemente, se tuvo que enfrentar a un tan comprensible como injusto rechazo de la prensa: la francesa Le lycéen, de Christophe Honoré. Deseo, conflicto con uno mismo y copar con el duelo en un pasional e histriónico deambular entre la familia y la urbe. Desaforado drama en dos estadios de grito a la vida y desgarro pasional, lleno de sensualidad y formalismo para una narración afectada hasta la médula, llena de preciosistas decisiones visuales y fugas tan fútiles y descompensadas como llenas de emoción y autenticidad. Cohesión fraternal y desatadura sexual para superar el duelo en un filme frondoso, afectado hasta la médula y sin miedo al ridículo. Angustia adolescente de un joven atormentado que vive sus días cuál bestia apresada ansiando vivir sin freno ni precaución, en un excesivo y conmovedor drama manierista donde Honoré se hace carne en pantalla mediante tres personajes diferentes. Trabajo injustamente vapuleado por los compañeros de la prensa cuya personalidad y verdad personal hacen que compense todo defecto. Y cerramos la cobertura de la sección con la irlandesa El prodigio, un nuevo ejemplo de los regímenes de producción de Netflix absorbiendo la personalidad de un realizador atractivo (en este caso, el chileno Sebastián Lelio) en una película de época protagonizada por Florence Pugh. Salubridad en conflicto con fundamentalismo religioso en. Un ejemplo mas de cine de terror que no se atreve a serlo, tomando prestado sus códigos atmosféricos para no hacer nada con ellos. Observación asfixiante de odios cruzados y creencias firmes de maneras elegantes pero desarrollo poco sustancioso. Ayuna observada como acto de fe, en un campo de juego tan atractivo como estancada. Viciada observación en una cerrada comunidad irlandesa con una eficaz Pugh y solventes recursos atmosféricos que, aún así, sirve ante todo como envoltorio de un drama tan inquietante como superficial en su recorrido. Propuesta olvidable, llamada a ser enterrada en un vasto catálogo de VOD.

Un viaje de contrastes y relatos con fuertes objetivos dramáticos, pero pocas nuevas vías formales de expresión que tumbar en la mesa de autopsias. Una de esas secciones oficiales que dan juego como crítico en tanto cada título ofrece elementos de interés, pero con pocos trabajos lo suficientemente relevantes para trascender, lo cual demuestra que hace tiempo que San Sebastián debe la fuerza de su reclamo a Horizontes latinos, Perlas o Zabaltegi. El cultivo deja mas frutos para la crítica que para el espectador, pero mientras Rebordinos y su equipo de programación no acaben de definir la personalidad propio del certamen, este seguirá siendo el festival de cine mas grande de España (que no el mejor) y el mas nutrido en variados focos de interés para cada sector profesional del audiovisual y cada nicho de cinefilia. Sin duda, servidor hará por seguir acudiendo cada año.

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