Llegó el ecuador del mes de septiembre y un año mas, y por sexta ocasión para un servidor y esta web, es el momento de viajar al norte de España para disfrutar del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Y este año mas especial (o eso se suponía) que nunca, pues el evento cumplía su 70 aniversario. Una efeméride que confirma el buen estado de forma de un evento que pese a algunos varapalos de relevancia mediática sigue siendo capaz de ofrecer una programación heterogénea y llena de temas convulsos, servir de cita del tejido industrial en lengua hispana y de escaparate del mejor cine español del próximo curso. Y por motivo de esta celebración del cine, en los próximos días se publicará en la web la cobertura de lo visto durante el certamen. En esta ocasión cambiamos nuestra clásica distribución de entradas por día del festival por una entrada para las siete secciones abordadas, que publicaremos en el siguiente orden: Película sorpresa, Premio Donostia, Perlas, Zabaltegi, Horizontes latinos, Nuevos Directores y Sección Oficial. Vayamos al grano con un título llamado a causar controversia: Blonde.
Película sorpresa
Desde 2019 se instauró en el certamen dirigido por José Luis Rebordinos la tradición de incluir en la programación del festival una película sorpresa. Un título de peso mediático que, hasta el momento, viene de haberse presentado en la semana previa en el Festival de Venecia. Títulos que tendrán peso en la posterior carrera de los Óscar. Tras Joker, esa rara avis que fue la aún inédita (y tan deseada por el que esto escribe) Sportin’ life de Abel Ferrara y Spencer en 2021, fue el turno en 2022 de una de las producciones hollywoodienses más demoradas de los últimos tiempos: Blonde, adaptación de la novela de Joyce Carol Oates que ficcionaliza la vida de Marilyn Monroe, con Andrew Dominik tras las cámaras y con Ana de Armas interpretando a Norma Jeane/Marilyn. Una estilizada pesadilla fílmica que no da tregua ni a su protagonista ni a los espectadores. Un paso por las estampas icónicas de su trayectoria desde el prisma de la desgracia, el maltrato y la soledad. Una sucesión onírica e histérica de incómodos momentos explícitos de violencia sexual, incomprensión y choque entre personalidad y personaje. Blonde es un ambicioso, arriesgado y crudo tren de cercanías fílmico, que se viste de sofisticadas formas para encandilarte en un diario audiovisual doloroso y extenuante. Una montaña rusa sin frenos de gritos, focos, idolatría anti empática y manifestaciones diversas de anulación física y psicológica. Una película con la furia formal de un rinoceronte y la libertad expresiva de un adolescente rebelde. Una película, como habrán podido imaginar, prístina en su ejecución visual. Una película de deslumbrante, cuasi cegadora, fotografía en blanco y negro, en la que se recrean con tino escenas icónicas de películas de Marilyn preservando su aspecto estético e intercambiando de manera orgánica a Jeane por Ana de Armas. Una Ana de Armas, huelga decirlo, excelente (sin duda el gran reclamo del filme), que orbita entre la fragilidad, el grito, la añoranza y el miedo. Sensible trabajo en la banda sonora de Nick Cave y Warren Ellis, que combina melodías insistentes, cuerdas, letanías y susurrantes voces ululantes. Un trabajo experimental en su manierismo rupturista, pues salta entre formatos y color o B/N con arbitrariedad y desparpajo, proponiendo transiciones o perspectivas visuales chocantes y barrocas.
Como espectador y analista admiro las películas que me despiertan sensaciones fuertes, pero si bien Blonde es una película rica, sus lecturas son mas limitadas de lo que quiere aparentar. Es una visión en la que echamos en falta más aristas, que reduce a un puñado de rasgos a Norma Jeane, que debe conformarse con ser sólo una víctima. Y si bien aplaudo su intensidad, el filme ofrece un abanico de sensaciones y tempos muy monótono. Y si vistosa y magnética, muchas de estas decisiones formales son mas estrategias cosméticas de seducción aparente que mecanismos semánticos sugerentes que eleven y dialoguen el fondo de la narración. El impacto y la epatación se buscan y encuentran, pero también pueden conseguirse de maneras distintas al regodeo morboso. Y si bien tiene sentido la extensión para lograr una catarsis emocional trágica en su conclusión, Dominik podría haber trazado el mismo viaje sensorial, y una experiencia artística muy similar, con un metraje mucho mas ajustado. Un trabajo convincente durante el molesto visionado y provechoso durante una primera reflexión, pero que cae a lo largo de los días conforme mas se piensa.
Una abrumadora experiencia de visionado para cerrar una séptima jornada donde ya la falta de horas de sueño y la fatiga cerebral de decenas de películas vistas se cobraba su mella. Una película que, tristemente, la mayoría de espectadores del planeta se verán obligados a descubrir en sus hogares, y que provocará un gran rechazo tanto en público como crítica. Un filme cuyo recorrido de premios se verá truncado y cuyo puesto en el recuerdo cinéfilo será incierto, pero que ofreció una de las experiencias fílmicas mas provechosas y ricas de debate que un servidor pudo degustar en el festival donostiarra. Blonde desembarca en streaming en estos momentos y la discusión ya está servida, les invito a que tomen ustedes su propio partido. Mientras tanto, procederemos a diseccionar el resto de propuestas de la semana de maratón en San Sebastián.