A todo cerdo le llega su San Martín, todo lo que empieza acaba y, por placentero y provechoso que resultase, la edición del 2021 del Festival de San Sebastián llegó a su necesaria conclusión. Una edición llena de confirmaciones y sorpresas que, debido a la reducción del número de sesiones y a los problemas digitales con la plataforma de reserva de entradas, me forzó a concluir la aventura con un sábado de muy pocas proyecciones y ni tan siquiera poder acceder a salas de prensa para seguir la entrega de premios en directo. Pese a todo, supuso una oportunidad para encontrarse con dos potentes títulos, uno de ellos de las joyas de la corona del festival, y con un nuevo trabajo de uno de los directores mas prolíficos del panorama europeo contemporáneo. Vayamos al detalle con el 69 Festival de San Sebastián – Día 9.
Se abrió la jornada con la penúltima proyección de la Sección Perlas de este Zinemaldia, destinada a una de las películas que mas anticipaba de la programación: Red Rocket, nuevo trabajo del talentoso realizador Sean Baker que vio la luz en la Sección Oficial del pasado Festival de Cannes. Una nueva desmitificación de la sociedad tan chocarrera como llena de ternura y empatía. Un capítulo mas en una obra fílmica deliciosa de marcados rasgos estilísticos. Una fábula inocente en realidades sucias, con una estética pastel que aúna con armonía el azúcar inocente de los referentes infantiles deconstruidos con la sordidez del desamparo y la miseria cotidiana de los despojos sociales. Un soplo de luz y esperanza, tan afectivo como bañado de humor crítico, en las vidas de unos pobres diablos que por unos días piensan que puedan salir adelante. Un estridente viaje de la mano de zafios e ignorantes antihéroes con los que nos implicamos de pleno. Dignificación del white trash que brilla con luz propia en el tratamiento de su indeseable protagonista. Simon Rex, antiguo actor porno, hace un trabajo deslumbrante impregnando de fisicidad y carisma para dar vida a un truhán en busca de redención destinado a cometer un error tras otro. Un chulo de cuestionables decisiones y actitudes al que nunca se demoniza más allá de lo que sus actos dicen de él. Debo destacar también el excelso trabajo fotográfico de Drew Daniels, sacando máximo partido a las texturas del fotoquímico y dotando expresividad a la imagen con colores saturados e integración preciosista del cielo, sus reflejos y sus luces soleadas. Una tragicomedia muy sexual a la que sí que es cierto que podemos recriminarle un metraje demasiado largo, que conlleva que pierda fuerza durante los minutos previos a su conclusión poderosa. Sin duda, una de las grandes películas del año.
Por la tarde prosiguió la jornada con mi última perla del festival, un título mas de la ingente cosecha francesa de esta edición: Todo ha ido bien, nuevo trabajo del prolífico y camaleónico François Ozon (realizador que visita la ciudad vasca prácticamente por cada película que estrena) que también formó parte de la vasta Sección Oficial del pasado Cannes. Un drama contenido y sentido sobre uno de los mayores dilemas morales de nuestra contemporaneidad, que hasta hace no tanto era tabú en sociedades como la francesa. Un retrato preciso de las sacudidas familiares que conllevan el abandono de consciencia y salud de su miembro mas veterano. Hermanos separados por sus trabajos y rutinas de edad adulta que deben aliarse para afrontar una decisión complicada de la que no hay manera de salir ileso, ni para ellos ni para su padre. Se agradece el respeto y serenidad con la que se trata el tema principal, sin recurrir a miserias ni aspavientos dramáticos o aleccionamientos morales. Se adentra en aguas amargas pero con una naturalidad calma encomiable y un cierto vitalismo. El aspecto mas atractivo de la película es el negro sentido del humor que baña la cinta. Sin embargo, sorprende que la ejecución de la película sea tan rutinaria. Su puesta en escena es muy convencional. Nada falla, pero nada brilla. Falta fuerza, encanto, personalidad. Un filme que decepciona por ser demasiado funcional.
Y concluyó mi travesía fílmica donostiarra con una nueva incursión en la siempre sabrosa sección Zabaltegi, en este caso para encontrarme con la única película rusa de mi semana: Razzhimaya Kulaki, película de Kira Kovalenko que se hizo con el galardón a Mejor película de la sección Un certain regard del pasado Festival de Cannes. Desolador recorrido por vidas juveniles en un entorno opresivo. Un sórdido ejercicio realista de pasiones disfuncionales en hostiles comunidades rurales. Un devastador drama sobre las tóxicas dinámicas de un grupo cerrado. Una película seca y pequeña pero trabajada en su puesta en escena cercana y directa, de personajes toscos pero apasionantes en sus complejas ambigüedades. Un largometraje de intimidad abrasiva en el que se ofrece un desconcertante retrato del maltrato. El trauma está velada, pero pese a estar forzada a vivir con sus agresores, diríase que la protagonista femenina bascula entre la necesidad de huir y el afecto, con fugas hacia el deseo. Filme que se eleva por la riqueza cultural de los mundos que retrata, si bien se acomoda en la efectista sordidez del cine festivalero tan común de la última década. A nivel narrativo incurre en un deambule algo caótico en momentos intermedios de su desarrollo. Con todo, un filme muy estimable.
Realidades convulsas que echaron el telón sobre una edición realmente sabrosa del Festival de San Sebastián, la mas provechosa para un servidor a título personal. Una edición que ya se acercaba con paso firme a una nueva normalidad y que tanto nos daba la oportunidad de reencontrarnos con autores contrastados como nos permitía enamorarnos de nuevas voces que seguramente marcarán nuestra agenda en el futuro. Bien es cierto que se saldó con un palmarés tan equilibrado y razonable como falto de riesgo y cinematográficamente intrascendente, pero mis lectores habituales sabréis que en esta web estamos mas interesados en las películas en sí mismas que en los ruidos sociales que se forman a su alrededor. Esperamos volver el año que viene, en el que podéis dar por sentado que tendréis crónica en Celuloides en Remojo.
Comentarios
Pues San Martín ya pasó el 3 de noviembre indulte Néstor el cerdo por una vez.
Rez Rocket es sinónimo de infumable, pero no Red Rocket a juicio de Néstor Juez.