Concluimos el segundo tercio del festival con otro día sobrecargado y por vez primero, con claros síntomas de agotamiento en el organismo de este crítico. Una jornada de trabajos de directores contrastados y algunos voces jóvenes, con nuevas obras que tanto continuaban con el corpus previo como probaban con radicales cambios de rumbo. Procedamos a escudriñar lo contemplado.
El día comenzó con un título de la sección de Horizontes Latinos: Amparo, trabajo colombiano presentada en la pasada Semana de la crítica del Festival de Cannes y dirigida por Simón Mesa Soto. Amparo es una pobre madre soltera en la Colombia de los 90, con dos hijos de dos padres diferentes. Su hijo mayor, de 18 años, ha sido reclutado por el ejército y pronto será enviado al campo de batalla. Intentará impedir que se lo lleven, así que durante un espacio de un día hará todo lo que está en su mano para hacerse con un dinero que no tiene para salvar la integridad de su familia. Un drama crudo y desolador sobre el infierno vital que atraviesan muchas mujeres en entornos de pobreza y tejidos familiares disfuncionales. Una tragedia íntima en la que a esta mujer la felicidad o la calma le está velada. Un relato de extrema dureza que nos sumerge en una lucha a contrarreloj de dolor y pena despiadada. El personaje de Amparo es el núcleo del filme, y la actriz cumple con creces dando vida a un personaje bien desarrollado. Su vínculo emocional con sus dos hijos se presenta también con sensibilidad, y los momentos que comparten juntos son emotivos. Pero por lo demás, es un filme plano y unidimensional, incluso simple. El resto de personajes son carcasas, todos los hombres son malvados sin matices. El desarrollo ofrece todas las situaciones tipo que cualquiera podría esperar, y el arco dramático es nulo. En el primer plano Amparo sufre y su vida es dura, y en el último plano nos encontramos exactamente en el mismo punto. Hasta en las vidas más desgraciadas hay momentos de alivio o regocijo. Y su marcado dispositivo formal, de formato cuadrado y presencia permanente de Amparo en planos medios cerrados que la asfixian y dejan al resto de personajes a su alrededor desenfocados o fuera de campo, es tan vistoso como aparente, reduciéndose mas a un recurso para impresionar que a una herramienta que haga evolucionar la narración. Uno de esos casos de cine de festivales tan medido en sus intenciones como pobre a nivel cinematográfico.
A continuación fue el turno de otro título de Sección Oficial: Enquête sur un scandale d’Etat, thriller galo dirigido por Thierry de Peretti y con un reparto lleno de grandes talentos, tales como Valeria Bruni Tedeschi, el mítico Vincent Lindon o el gran Roschdy Zem, sin duda una de mis debilidades. Los agentes de aduanas incautan siete toneladas de cannabis en París procedentes del tránsito marítimos a través de Marsella en octubre de 2015. Un antiguo topo contacta con un periodista para informarle de un narcotráfico de estado supervisado por una relevante figura policial. Años después, las repercusiones de esta explosión mediática siguen afectando de un modo u otro a todos los implicados. Un thriller de formas modélicas y rasgos estilísticos propios del género, una suerte de polar contemporáneo que presenta algunos de los rasgos clásicos del cine negro francés. Una intriga de drogas y periodismo protagonizada por un antihéroe tan atípico como magnético. Un filme de puesta en escena desapercibida pero de pura elegancia, con una cámara en movimiento continuo que consigue filmar las situaciones mas triviales de manera atractiva a nivel compositivo. Quizás de personalidad ambigua a nivel autoral, pero de criterio artesanal no tan habitual como debería. Reparto en forma, con muchos personajes que logran explayarse en las pocas escenas de las que disponen. El gran problema del largometraje es su perspectiva narrativa. Su exceso de trama, o en todo caso, de verbo. Su embrollo a través de espacio y tiempo de información, pesquisas e investigaciones tan interesante a veces como confuso o banal otras. Una historia excesivamente procedimental, en la que la tensión y suspense queda considerablemente diluida. Un trabajo anticlimático, al que le falta un brío y energía necesarios en este tipo de relatos. En el que la música, si bien sofisticada, es demasiado intrusiva. Un trabajo de presentación valiosa al que le falta la pasión, pero aún con eso mas valioso que lo que muchos compañeros de la crítica tuvieron a bien considerar.
Se abrió la tarde uno de los títulos mas anticipados de la sección Zabaltegi: Vortex, el sorprendente nuevo trabajo del provocador Gaspar Noé, conocido por la cinefilia por un tipo de cine diferente al que nos ocupa en esta película. Una pareja de ancianos apenas salen de casa en esta etapa crepuscular. Él es un crítico de cine que cada vez se siente menos escuchado, ella es una doctora que padece una severa demencia que le lleva a hacer todo tipo de tropelías dentro de la casa. Su único hijo, un camello drogadicto en proceso de rehabilitación, apenas puede atenderlos como se merecen. Un drama sórdido y despiadada del proceso de marchitamiento y apagado de una pareja incapaces no ya de conectar con la realidad, sino incluso entre ellos mismos. Días de soledad y miedo en los que no comprendes lo que te rodea y te descubres viviendo con un extraño. Un trabajo reflexivo y depresivo que choca a nivel tonal con la obra previa de Noé, con la que comparte la incomodidad o el estilo formal pero disiente en tono y tempo, mas enérgicos, festivos, sexuales y lisérgicos. Sin embargo, ahí encontramos otra conexión: tanto en el caso del hijo colgado como de los ancianos incapacitados, hablamos de drogadictos, dependientes de diferentes pastillas. Desde sus primeros compases apuesta por un marcado recurso formal manierista que, si bien ostentoso, resulta coherente con los objetivos de la película. Un tema claro es la desconexión de ambas partes de la pareja, y mostrar siempre perspectivas diversos de procedencias inciertas. Hay una decisión de puesta en escena tan violenta y desagradable como acertada: allí donde tantos optan por dignificarla, no debemos ignorar que el envejecimiento y la demencia senil son, al fin y al cabo, procesos de podredumbre, de descomposición orgánica. Un via crucis sucio. Por lo que rodear la casa de elementos corroídos o en estado de descomposición supone un espejo visual muy certero. Bien es cierto que el filme en ocasiones se habría beneficiado de mas elegancia para no mostrar ciertas situaciones, para no recrearse explícitamente en trágicos momentos de vulnerabilidad lastimero de los ancianos. Pero con todo, es un drama doloroso reflejado en un filme que duele y azota como una torta. Una película tan desoladora como imponente, pero uno de los mejores filmes del festival que sin duda recomiendo a los más valientes.
La siguiente sesión correspondió a uno de los títulos españoles de la Sección Oficial: La abuela, filme de terror con guion de Carlos Vermut y dirección de Paco Plaza. Susana está dando sus primeros pasos como modelo de éxito en el mundo de la moda parisina. Llama por teléfono cada vez que puede a su abuela, única familia que tiene y con la que siempre ha tenido un vínculo muy especial. Cuando súbitamente sufra un derrame cerebral que la deje catatónica, Susana tendrá que volverse a Madrid a cuidar de ella. Tras las primeras noches en el apartamento comprueba, aterrada, que inquietantes sucesos sobrenaturales la rodean e impiden volver a Paris, y que la anciana con la que convive ya no es su abuela. Una sencilla y concentrada historia de terror sobre la herencia genealógica, reflejos, la absorción de las nuevas generaciones y el estadio de cambio y conclusión que representa la vejez. Un puzzle iconográfico donde las piezas del puzzle y las miguitas de pan se van esparciendo desde el inicio en un misterio velado tan sencillo de intuir cómo elegantemente estructurado. Un esqueleto de terror clásico con formas sofisticadas y limpias propias del mundo de pasarelas. Una especie de fashion film de terror. Un ejercicio sencillo y honesto que no busca ser más que lo que es, y que en su cuento de horror destaca por su cuidada puesta en escena y envolvente atmósfera. Su tempo sereno y ausencia de sustos es todo un acierto, así como su integración de apuntes de identidad cañí (algunas melodías de la banda sonora o las emisiones televisivas al fondo de varios planos) como frescos rasgos de estilo. Ejercicio de deconstrucción de imaginario patrio y de género, con mucha esencia vermutiana en guiños y aspectos de su dirección de arte. Lo que encontré mas sabroso fue su trabajo con el lenguaje visual de elementos del mobiliario: lámparas, espejos, cuadros, tapizados de pared, dibujos…una sutil manera de sugerir un mágico mundo oculto de los objetos. Bien es cierto que mucha intriga es para una intriga muy clara y fácil de casar, su argumento abraza algunas instancias de estereotipo y su final es tan truculento como mas zafio que la película que le precedía. Una película que lo mismo podemos llamar sencilla como simple, tan efectiva durante la proyección como poco dotada para dejar poso. Pese a ello, un trabajo injustamente vapuleado.
Y cerré el día con uno de los últimos pases de uno de los títulos mas singulares de la sección Zabaltegi: Petrov’s flu, nuevo trabajo del ruso Kirill Serebrennikov que se presentó por primera vez en la Sección Oficial del pasado Festival de Cannes. Nevada y fría tarde en un apretado y estrecho autobús de una indefinida Rusia Post-soviética. Uno de ellos, aquejado por una fuerte tos, es Petrov, dibujante de cómics preso de una gripe persistente. Durante su regreso a casa y en las siguientes horas de nocturnidad nevada, se sucederán estampas que hibridan lo real, lo imaginado y lo onírico. Odisea desquiciada de impredecible rumbo e inabarcable amalgama que recrea a través del histrionismo y la verbena el nihilismo depresivo de la sociedad rusa. Un desafío permanente para el espectador de un virtuosismo formal apabullante y una narrativa poliédrica intrigante e inabarcable. Un viaje psicológico que aúna texturas de celuloide doméstico, juegos de escala, planos secuencia larguísimos, juegos de grafismo, secuencias de acción o musical nostálgico. Como ocurriese con Leto, es una película eminentemente punkie, con una personalísima elección de canciones en la banda sonora. Una película tan cinematográficamente potente como agotadora y críptico, una experiencia muy descompensada. Un galimatías ruidoso de genialidades y tropiezos excéntricos en el que es arduo entrar. En mi caso, es un trabajo que respeto pero en el que no entré nunca, que me superó por completo. Abrumado como la abandoné, concluyo que es un trabajo tan lleno de interés como lejos de ser un filme logrado.
Una sucesión de películas sorprendentes e intensas que ofrecieron un balance sugerente y ambiguo, con experiencias inquietantes, amargas y de marcada fuerza estilística. Un cierre de segundo tercio que permitía alumbrar dudas pero que seguía desafiando expectativas y abriendo siempre lugar a la necesaria reflexión. Seguimos.
Comentarios
Amparo luce maniqueo ya en el trailer y lo confirma Néstor. Uno está tentafo a decir que la temática social y el cine politico tiene su espacio natural más en los documentales que en la ficción. Puede resultar contraproducente empujar al asentimiento en causas ya ganadas. Sobra buenitis.