Tras un primer aclimatamiento, llegó el primer día del Festival, viernes 22 de septiembre de 2017, en esta ocasión con cinco películas visionadas de tres secciones diferentes, asistiendo por vez primera a la proyección de apertura. Propuestas muy diferentes entre sí pero con una gran similitud temática: el amor y la pasión y, en segundo plano, diversos tipos de inmersiones. Un primer día de poco asueto pero grato, poco exigente y rodeado de un buen ambiente popular.
A las 10:00 se proyectó en el Kursaal 1 la película de inauguración del festival y primera de la sección oficial: la coproducción alemano-franco-española Inmersión (Submergence), adaptación de la novela de J.M. Ledgard escrita por Erin Dignam y dirigida por el legendario Wim Wenders. Una historia de amor dramática, de introspección psicológica. James More (un muy competente James Mcavoy) es un agente secreto escocés que se dispone a infiltrarse entre células terroristas somalíes haciéndose pasar por ingeniero hidráulico. Danny Flinders (una Alicia Vikander de penetrante mirada) es una biomatemática que realiza inmersiones a lo más profundo del océano para averiguar el origen de la vida terrestre. Ambos coincidirán en la costa francesa antes de sus respectivas misiones y no podrán evitar enamorarse perdidamente, por lo que semanas después, desde sus respectivos encierros, no podrán evitar verse turbados por la duda de si el otro sigue con vida. Una tragedia de amor que recurre al simbolismo y a la metáfora, y que narra desde la introspección psicológica y la absorción espiritual y sensorial. Un relato de sueños, ambiciones, extravíos y reflexiones acompañados de leves apuntes hacia el terrorismo islámico o el progreso científico. Una película interesante, competente y facturada con una innegable elegancia, pero en última instancia errada. Si bien las interpretaciones están a la altura, así como la partitura de Fernando Velázquez o la correcta fotografía de Benoít Debie, el guión hace aguas en desarrollo, narrando un argumento escaso y reiterativo con un ritmo diletante a lo largo de un metraje que se siente estirado, dónde el drama se muestra pálido, el romance apagado y, en suma, la potencia emocional, cuasi inexistente. Apenas unos detalles sugerentes y unos conceptos visuales ricos dan a la película elementos de saborear, lastrado por los engranajes del relato que quiere contar y vitalizada por una mirada sensible, pero complaciente, y sumergida en un ritmo más propio del cine de otra época que no marida con su historia y sus faces. Una película ajena a modas o corrientes, pero falta de un mayor empuje y concreción. 6,5/10
Tras desestimar el pase en los Cines Trueba a las 12:00 de otra película de la Sección oficial, Alanis, disfruté a las 14:00 en el Teatro Principal de mi primera incursión en Nuevos Directores: Charmøren, película danesa dirigida por el realizador sueco de origen persa Milad Alami. Un ejemplo de cine social costumbrista filmado con estilo y sensibilidad, con un acercamiento directo y carente de glamour al sexo y a la seducción interesada. Esmail es un inmigrante iraní que sobre el que , tras dos años viviendo en Dinamarca trabajando en mudanzas, pende la amenaza de la repatriación. Para poder evitar esto, lleva tiempo perfeccionando tácticas de depredador sexual nocturno: acude a bares de copas con la intención de seducir mujeres para que posteriormente alguna de ellas se case con él y así poder permanecer en el país. Pero todo su modus operanti se resquebrajará cuando se enamore de la también persa Sarah , hija de una veterana bailarina. Un muy noble ejemplo de un cine modesto ajeno al público y a la crítica pero igualmente merecedor de nuestro atención, como es el caso de este thriller erótico tan personal, sensible y reposado, de drama cargado de verdad y narración que se detiene sin prisas en sus personajes y en los detalles de sus vidas y escenarios. Un relato de medida construcción sonora, mesurada puesta en escena y ricos matices culturales. Filme seco, cuasi sórdido, que pese a su escasez de acciones nunca se detiene, y que indaga con delicadeza y sin reparos en la atormentada psique de Esmail. Bien es cierto que el argumento está alargado para poder sacar de él una película, su mirada es escabrosa en pos del impacto y la incomodidad optativas, y el desarrollo de su segunda parte y conclusión, de gusto agridulce, avanzan a trompicones. Nada revolucionario encontramos en la mirada de Alami, y desde luego no en sus medios, pero su hábil manejo del tono narrativo y las atmósferas opresivas le auguran un futuro prometedor. 7,0/10
Tras esta grata sorpresa, inauguramos la sección Perlas de este año a las 16:00 en el mismo Teatro Principal para degustar una de las sensaciones críticas del circuito festivalero de 2017, estrenado en Sundance y en la Berlinale: el drama romántico Call me by your name, dirigido por Luca Guadagnino, quién no me convenció en el pasado. En el verano de 1983, el joven Elio (Thimothée Chalamet, excelente) disfruta de las vacaciones en una villa en el campo que sus padres (Michael Stuhlbarg y Amira Casar) poseen en el norte de Italia. Durante unas semanas recibirán la visita de un apuesto y deseado huésped: Oliver (estupendo Armie Hammer), estudiante universitario de su padre. Judío como él, durante estos días de calor, fruta madura, música y deportes, se desarrollará entre ellos una relación muy especial, llena de pasión, deseo y secreto. Un vitalista y trágico retrato del amor juvenil y del deseo prohibido, en un perfeccionamiento del estilizado y hipster estilo narrativo de Guadagnino, que aúna en esta ocasión estilo y sustancia con acierto, en un relato que usa el arte y la música para establecer un tono bucólico y cargar de matices su recreación de una época muy concreta, en un paraje idílico de felicidad, placer alimenticio, despertar sexual y entrada en la edad adulta. La partitura de Sufjan Stevens y la fotografía de Mukdeeprom brillan por sí solas, pero quedan supeditados a la eficacia de un guión bien construido y un montaje extenso bien llevado de ritmo que adereza con inteligencia humor, tristeza, descubrimiento personal y dolor. Una historia, todo sea dicho, manejada con poca sutilidad y menos elegancia emocional de la que debería, aunando con su cara más meliflua una poesía y carga conceptual y temática manejada con una teatralidad demasiado peliculera y estilizada, tan ajena a la realidad como en definitiva evidente y sobrecargado. Pero estos defectos y su recreación física bien palidecen ante sus grandes logros visuales y su avasalladora potencia emocional, haciendo de su visionado una experiencia impactante y absorbente, cuya conclusión te aplasta en la butaca. Una de las películas del año. 7,8/10
Tras el primer éxito de la programación, retomamos la Sección Oficial a las 19:00 sin movernos de sala para echar una mirada al cine patrio que viene: El autor, de Manuel Martín Cuenca, adaptación de la novela de Javier Cercas. Álvaro (un Javier Gutiérrez que vuelve a lucirse) es un notario que lleva años asistiendo a clases de escritura, sin experimentar grandes progresos debido a su falta de talento. Su profesor (un detestablee interesado Antonio de la Torre) le fustiga, y su mujer (María León, divertida y ridícula), escritora de Best-seller, le infravalora. Hastiado, se muda en soledad a un nuevo apartamento, dónde decidirá convertir a su nueva comunidad de vecinos en el objeto del libro que siempre ha querido escribir. Y por el bien de su relato, plegará la realidad que le rodea a su antojo, usando para ello las malas artes del chismorreo y la manipulación. Un homenaje a la figura del escritor y guionista, y un relato sobre los leves márgenes entre realidad y ficción, en tono de cómica caricatura de la obsesión por la hoja en blanco. Un relato literario que mantiene este estilo y esencia en su traslación fílmico, y que gracias a su juguetón uso de los códigos del medio logra una comedia fresca y viva, de guión vivo e ingenioso. Si algo cabe destacar del filme son sus diálogos, interpretaciones, manejo de los ritmos de la comedia y uso de la dirección artística para captar encuadres de efectiva comicidad. Pero esta historia de puesta en escena tan pueril nunca se siente real, su desarrollo sigue los cauces esperables y su tono ligero y sátiro la hacen una propuesta burda e inofensiva, de cartón, con poco impacto más allá de unas carcajadas primeras. La idea sobre el papel es sin duda ingeniosa, pero su ejecución carece de garra o inspiración, apenas un desempeño rutinario y subrayado, en una propuesta sin fallos garrafales y de muy grato visionado y que sin duda logra lo que propone, pero se mueve en una categoría ajena a la de el gran cine. 6,2/10
Y por último, cerramos el día en el Principal, desestimando ver la Palma de Oro de Östlund para verla en Madrid con amigos, con una proyección especial fuera de concurso de la Sección Oficial: el anime Fireworks, Should We See it from the Side or the Bottom? (Uchiage Hanabi, Shita kara miru ka? Yoko kara miru ka?), remake del telefilme homónimo dirigido por Nobuyuku Takeuchi y Akiyuki Shinbo, en un intento de transformar el éxito del año pasado de Your name en una costumbre. Norimichi, Yusuke y su grupo de amigos ansían que se haga de noche para poder ir al faro del pueblo a disfrutar del espectáculo de fuegos artificiales, los cuales son incapaces de dilucidar si tienen forma plana o redondeada. Mientras tanto, la reservada Nazuna, una de las chicas más deseadas de la clase, afronta la desagradable situación de tener que mudarse, forzada por sus padres. Esa misma tarde, retará a ambos muchachos a una carrera a nado y propondrá una cita al ganador. Lo que no sabe ella es que un hermoso objeto de cristal que encontró en la playa es un dispositivo temporal, que de manera inconsciente le permitirá a ella y a su amado Norimichi revivir esa tarde una y otra vez, en cada ocasión con diferentes acciones y desenlaces inesperados. Un nuevo relato de ruptura espacio-temporal, un romance musical cargado de elementos visuales y elementos mágicos y sobrenaturales, en un filme que bebe de otros tantos referentes del género y que navega en las mismas aguas temáticas de la obra de Shinkai. Con un tono cómico, desenfadado y coloquial, el filme traza un retrato de grupo juvenil para derivar conforme avance la trama, cada vez más enmarañada, en una historia de amor empalagosa que da vueltas sobre sí misma en esos fragmentos congelados de los que habla mi amigo Jaime García-Altozano. Con todo, la animación supone una clara decepción, muchos escalones por detrás en cuanto a trazo y sensación de movimiento, pero también más pobre en soluciones visuales pese a acuñar un puñado de ellas, como de costumbre el activo más destacado de este género. Pero si el estilo de narración y puesta en escena mantiene la elegancia característica, no lo compensa con un guión ambicioso cargado de ideas frescas, sino una simple y limitada historia de amor extendida y reforzada en un dispositivo narrativo al que el filme se debe para lograr nuestro interés, pues sus personajes poco definidos e intercambiables no lo logran por sí sólos. La cursilería alcanza niveles estomagantes, el delirio visual del tercer acto carece de una estructuración organizada, y el rompecabezas narrativo acaba cuadrando pero nunca justifica su confusión, ni tampoco sus absurdos desvaríos hacia la sexualidad reprimida. El filme dura sólo hora y media y se siente como si fueran dos, y de sus tres actos sólo el intermedio es plenamente satisfactoria. Resumiendo, un ejercicio que sienta muy bien a un festival como este pero que no llega a las cotas de sus primos cercanos. 6,1/10
En suma, un día de calidad media lejos de la excepcionalidad, pero diverso, fresco y fácil de consumir en un horario abarrotado, y una hábil programación para romper el hielo y crear más ganas para lo que está por venir. Volvemos mañana con platos fuertes y novedades jugosas.