A PROPÓSITO DE NOCTURAMA
¿Cómo ha sido la experiencia, tanto en casting como en rodaje, de trabajar con este equipo de jóvenes actores con poca experiencia, que han tenido tan buen rendimiento tanto en una dinámica grupal como individual?
Hay dos cosas: el grupo y la juventud. Trabajar el grupo es algo que ya había hecho y que me parece muy hermoso, porque es muy difícil: Encontrar los equilibrios necesarios, trabajar al mismo tiempo lo colectivo y lo individual es algo relevante, pero tiene más que ver con la puesta en escena. Trabajar con jóvenes es una experiencia que para esta película era esencial, evidentemente. Cuando traté en el casting con chicos de 23 a 27 contaba una cosa distinta la película, eran demasiado mayores. Hay algo magnífico en lo que aportan también. Por tanto, para mi todo mi trabajo se basa en el casting, en la elección de los actores, y luego había decidido que yo con la realización aportaría la ficción y ellos aportarían con quienes eran algo, en cierto aspecto, documental. Y que toda la película se basara en este equilibrio. Por tanto el largo proceso fue el casting, pero luego también era importante aceptar a las personas como son. Por tanto, sus torpezas, su entusiasmo, sus novedades…era muy vivo. Para mí era muy importante tener música nueva, rostros nuevos, nuevas maneras de moverse…cuerpos nuevos.
Encontré que la película dejaba abierta una serie de preguntas a nivel argumental en cuanto al plan de los chicos, que primero vamos conociendo en un orden no lineal, y que tras una serie de atentados simultáneos se quedan atrincherados en el supermercado esperando algo que nunca queda claro que es. Entonces, mi pregunta es; ¿Todas aquellas dudas se dejan así de manera pretendida? ¿Se dejan abiertas para la interpretación del espectador?
Para mí, y también para ellos, lo importante es el gesto. Vemos que, una vez que han tenido lugar estas explosiones, en el almacén están perdidos. No hay reivindicaciones, lo que es importante para ellos es que ocurra algo, diciendo mañana ya no será igual que hoy. Lo que quizás sea inocente, pero… era la idea de un gesto, como un grito, y una vez que lo han hecho, están un poco perdidos, sí, es verdad. Por tanto, estas cuestiones quedan un poco en suspense, porque creo que forman parte del proceso de los personajes.
¿Cuáles han sido tus referencias, tanto cinematográficas como culturales, más importantes?
No hay muchas. He tratado de buscar referencias más allá del cine. Para la primera parte, al equipo y a los actores les organicé una proyección de Alan Clarke, Elephant, el original en el que se inspira la película de Gus Van Sant. Es una película sobre la guerra civil. Y para la segunda parte pensamos un poco en todas esas películas de género de finales de los 70 y principios de los 80 que también son para mí películas políticas. Películas como El asalto a la comisaría del distrito trece de Carpenter o Zombi de Romero, por ejemplo.
A la mitad de la película, hay un momento del encierro en el que los chicos especulan con hacer trastadas con objetos del supermercado, tales como ponerse trajes o jugar con elementos de un nivel de vida más alto que el suyo. ¿Hay detrás de todo esto algún tipo de mensaje adicional o crítica a la relación de la gente con el mundo del glamour?
No, no es un mensaje, creo que es una especie de realidad que tenemos, de fascinación, incluso por cosas que podamos odiar, o criticar. Por tanto, sólo es una situación, un estado que me parecía justo reflejar sobre el mundo de hoy, y que puede fabricar al mismo tiempo un deseo de destrucción y terrorismo y simultáneamente un deseo de capitalismo y consumismo.