Tras tres días de películas y entrevistas, el miércoles 21 supuso el retorno de las jornadas maratonianas al estilo Syfy, con cinco películas en la agenda del día. El visionado general fue sorprendentemente poco cansado, y gracias a una película en concreto el día valió de sobra la pena.
A las 09:30 inauguré la agenda, una vez más, en el Victoria Eugenia, para ver la chilena Jesús de Fernando Guzzoni, integrada en la sección oficial a competición. Jesús es un chico adolescente que vive con su padre soltero, el cuál tiende a estar ausente. De actitud rebelde y enérgica, el joven tantea con las drogas, baila, practica sexo sin ataduras y quema sus noches en discotecas, sin estudiar ni trabajar. Cimentando su estilo, personalidad y orientación, una madrugada de borrachera se deja llevar por el desenfreno y la presión social de su grupo de delincuentes amigos, llevan a cabo un hecho salvaje y amoral, cuyas consecuencias de cara a la Justicia se escaparán del control de un destrozado Jesús, que recibe la purga de manos inesperadas. Un filme dramático de personajes, filmado con crudeza y un estilo realista. La conocida historia de ingreso en la edad madura, en este caso (a cuento de la temática del festival) arruinada por un escarceo con la violencia. Las interpretaciones dan al filme fuerza, potencia dramática y un sentido de realidad. Desde que sucede la desgracia, el filme acrecienta su tensión y concluye en un punto alto. Pero previamente a ello aqueja de un ritmo desvaído, en una trama poco memorable que no desarrolla los temas que apunta (la orientación sexual de Jesús, al que le vemos en ostensibles escenas de sexo, y la música como elemento importante en u vida, que queda relegada a un segundo plano). Sensación final agradable, pero poco para recordar. 6/10
A las 11:30, de nuevo en el Victoria Eugenia, vi un filme de la sección Perlas, en este caso de la cosecha de Cannes: la rumana Sieranevada , de Cristi Puiu. Una numerosa familia se reúne en la casa de la abuela para comer en conmemoración del aniversario de la muerte de su marido y patriarca. Durante una larga y polémica tarde, el momento de empezar a comer se demorará hasta la noche, en una sucesión de idas y venidas de fuera a dentro de la casa de una veintena de personajes que colisionan entre sí en todos los frentes, plagados de rencores, diferencias y conflictos caseros, el cura que bendecirá el evento se retrasa lo indecible y recibirán la visita de extraños o miembros de la familia no deseados. Asistimos durante horas a una jaula de grillos en la que se reflexiona sobre política rumana e internacional, terrorismo, ideologías o vigilancia internacional, y ante todo los trapos sucios que todos los personajes se echan a la cara. Pero ante todo cabe reconocer que la película logra mantener el interés del espectador durante 173 minutos de metraje, lo cual es fascinante. Casi tres horas de comedia cínica y negra hilarante. Y también cautiva la realización del filme, en el que la cámara, sorprendentemente estable, sigue mediante largas panorámicas en uno u otro sentido siguiendo a todos los personajes, actuando como un invitado más al evento. Un sistema de filmación que complica mucho la labor de los actores, que deben mantener complicados diálogos en tomas muy largas, siguiendo una medida coreografía para que todos ellos tengan sus momentos y acciones definidas en un espacio reducido, del que apenas salimos. Aparte de la risa amarga, sentimos el drama de los personajes, con dolores cruzados por infidelidades o heridas por cerrar del pasado. Escenas medidas, reposadas y cargadas de matices, se articulan en un conjunto que exige al espectador atención pero le recompensa con creces. 8/10
A las 16:30, ya en el Teatro Principal, regresé a la sección Perlas con la ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes: Yo, Daniel Blake , del veterano realizador Ken Loach. Daniel Blake es un carpintero humilde inglés cercano a la jubilación. Al sufrir problemas cardíacos se ve en un terreno nuevo para él, imposibilitado para trabajar. Pero se ve en la triste paradoja de tener que postularse para puestos de trabajo a los que no puede optar para no ser sancionado económicamente. Pero este nuevo mundo de críptica e inoperante burocracia y digitalización de todos los procesos funcionariales no es comprensible para Dan. En sus recurrentes visitas al centro de trabajo desarrollará una amistad intensa con una joven madre de dos hijos que también se encuentra en el umbral de la pobreza. Juntos intentarán sobrellevar, con apoyo y cariño, esta impotente situación de desgracia, miseria y humillación personal. Cine social puro y duro, como no podía ser de otra manera en el cine de autor, y particularmente comprensible en estos años de crisis y falta de oportunidades para parados de mediana edad. Y el filme retrata con fidelidad quirúrgica una realidad terrible que conviene tener muy presente. Y la película, gracias a sus interpretaciones y a su sobrio pero medido guión (que deja un par de discursos emotivamente demoledores), respira verdad y humildad, y se siente muy necesaria. Pero a nivel cinematográfico, no traspasa ninguna barrera. Su realización de planos fijos y cerrados es competente pero anodina, y el discurso evidente, insistente y fácil, no ofrece nada demasiado nuevo ni memorable. Me agradó una crítica velada, y poco común, a como el internet se nos ha sido impuesto para toda actividad sustituyendo, en vez de acompañar, a los métodos anteriores (un drama diario para muchas personas que no se menciona nunca). Buen filme, pero en Cannes hubo obras mucho mejores. 7/10
A las 19:00 continué en el Teatro Principal para ver una proyección fuera de concurso de Snowden , del tiempo ha venido a menos Oliver Stone. El filme, basado en hechos reales, profundiza en todos aquellos hechos de la vida profesional y personal del consultor tecnológico Edward Snowden, famoso por revelar a los medios documentos clasificados de la NSA que probaban el rastreo por parte del gobierno estadounidense de todo tipo de datos personales de millones de ciudadanos, que no narró ya el excelente documental CitizenFour, orbitando siempre sobre el momento del encuentro con los periodistas y la grabación de aquel. He ahí un detalle positivo: el filme no sólo no nos cuenta exactamente lo mismo una vez más, sino que rinde un respetuoso homenaje desde la distancia, mediante la presencia de una Laura Poitras encarnada por Melissa Leo. Del filme cabe destacar la profesionalidad y solvencia con la que está filmado (no en vano, detrás de las labores técnicas encontramos nombres consagrados), y la calidad de las interpretaciones de sus intérpretes, en particular Shailene Woodley y un Gordon-Levitt que mimetiza sin problemas los gestos y tono de voz de Snowden. Pero por lo demás, nos hallamos ante un filme largo y de ritmo pesado que no tiene claro el tono de la historia que quiere contar, alternando entre una intriga sin acción y el melodrama romántico. Por lo demás, nada nos cuentan que Poitras no nos hiciera saber antes con mejores resultados, y aquella información que se nos da viene acompañado con ventosa de esa tan cuestionable moralina americanoide. Entretenida, pero innecesaria. 6/10
Y a las 22:00 retornamos a la Sección Oficial competitiva, de nuevo en el Teatro Principal, con la argentina El invierno, dirigida por Emiliano Torres. Evans, Un anciano capataz de un rancho de ovejas perdido en la vacía inmensidad de la Patagonia recibe una nueva redada de jóvenes jornaleros, que vivirán allí para trabajar a destajo en el esquile y fomentar la producción de lana. Este capataz será jubilado en contra de su voluntad, y sustituido por uno de estos jóvenes, Arce. Una vez se reintegre a su vida familiar en la civilización, comprenderá que le ha sido arrebatado aquel lugar que le daba sentido vital, una inmensidad fría y yerma que tanto le deprime como ejerce en él una atracción magnética. Y será esta necesidad de habitar ese espacio el mayor vínculo que compartirá con Arce. Un filme recogido de pocos personajes y espacios abiertos, de entorno rural como actor en la diégesis que infecta a sus habitantes, al estilo de El valle de los carneros. A través de una fotografía excelente, un diseño sonoro delicado y una atmósfera árida y tensa, se consigue interesar al espectador. Pero su escaso y apático guión condiciona el éxito de la película, que entre un sugerente inicio y un final enérgico presenta un metraje intermedio que se atasca y no fluye con interés. Una película que recurre a lugares cinematográficos de interés, pero que no profundiza en él ni deja un relato merecedor de recordar. 6/10
Resumiendo, concluí el que de momento ha sido mi segundo día del certamen con cinco filmes visionados con una media cualitativa de las películas no tan elevada, pero una sensación muy positiva. Mañana será mi última vez, al menos este año.