El martes 20 de Septiembre fue un día de acostumbramiento definitivo a nivel mental y físico a los ritmos del festival, y el último día de relativo reposo y de grabación de entrevistas. Y el día fue interesante en lo que se refiere a las películas visionadas, muy variadas. La calidad no fue la de los mejores días, pero las sensaciones fueron positivas.
A las 09:30 se proyectó en el Victoria Eugenia una sesión más de la sección oficial: la ópera prima del veinteañero Miles-Joris Peyrafitte As you are. Jack es un chico tímido que vive con su madre en una casa-caravana de un pueblo rural estadounidense. Su madre iniciará una relación sentimental con un militar, que se mudará a la casa con su hijo Mark. Estos se harán amigos íntimos, y con su amiga Sarah harán pellas para colocarse, divertirse y, en definitiva, reforzar su amistad juvenil. Los amigos se verán obligados a separarse, y cuando se reencuentren la presión social y sus propias inseguridades les impedirá manifestar el vínculo que les une. Un enésimo caso de cine indie de adolescentes manifestando su vitalidad juvenil en un entorno cerril y sórdido. Las sugerencias formales de un realizador joven que filma con garra, pero hace elecciones musicales erradas y no sabe crear un ritmo constante y atrayente. Los actores consiguen imprimir de emociones al drama intenso (que no emociona tanto como pretende su histrionismo), y la elección de articular la narración con grabaciones analógicas de los interrogatorios policiales que se producen al final de la Historia nos permiten estar por delante de los personajes y predisponernos con cierta expectación a lo que pueda suceder. Apenas un puñado de escenas poéticas de estética lograda destacan en un filme ya muy visto, de mensaje crítico y reivindicativo de poco impacto en la actualidad. 6/10
A media mañana realicé mi última entrevista del certamen, en esta ocasión a Johannes Nyholm, el sueco realizador de la entrañable Jatten. Fue un momento cálido y relajado, de igual a igual, y salieron respuestas interesante. Pronto podréis leerla.
A las 16:00 vi la última película de esta edición en el Kursaal, la sorprendentemente incluida en la Sección Oficial Plac Zabaw (El patio), del debutante realizador polaco Bartosz M. Kowalski. Durante hora y media seguimos, con una cámara en mano distanciada y un estilo sobrio, las tropelías de Szymon y Czarek, dos niños crueles que el día de su graduación hacen actividades inmorales y punibles legalmente. Desde agredir a su padre en silla de ruedas a hacer bullying a la niña Gabrysia, molestar a un perro o una salvajada final filmada en plano secuencia general. Una película que tiene una intencionalidad clara y un fin que logra, que es hacer reflexionar sobre la maldad y provocar al espectador al límite (lo cual consiguió con muchos espectadores). Eligiendo un enfoque frío para mostrar unos hechos tan duros, la indignación que se logra es mayor. Pero no hay más allá de la provocación gratuita. No hay guión ni ritmo, ni elementos visuales de interés (sólo capta el interés la atmósfera malsana). Y en un mundo en el que se ha hecho Canino, una simple exposición brutal sin un trasfondo textual malévolo o enrevesado sólo logra una molestia inicial y poca polémica al abandonar la sala. Con todo, un acierto arriesgarse a programar en Sección Oficial semejante producto. 5/10
A las 19:00 me trasladé al Teatro Principal para ver una proyección fuera de concurso de Un monstruo viene a verme, la nueva película del triunfador en taquilla y ambicioso Juan Antonio Bayona. Connor es un niño solitario que vive en Inglaterra con su madre enferma de cáncer, y es víctima de Bullying en la escuela. Se refugia en sus dibujos y en su mundo interior, y una noche recibe la visita imaginaria del inmenso tejo de la colina transformado en monstruo gigante (con la voz de Liam Neeson), al cual le pide ayuda para sanar a su madre. Este aparecerá las próximas noches a las 12:07 para narrarle historias y ayudarle a reconciliarse con aquella verdad que le atormenta en su interior. Una fábula tétrica con trasfondo dramático al estilo Del Toro pero con el enfoque familiar y optimista de Spielberg. Todo ello en una producción de alta envergadura que rinde a un alto nivel en el apartado visual, y ofrece una imaginería apasionante en todo lo relacionado con el monstruo y la puesta en imágenes de los relatos que narra a Connor. Unas interpretaciones correctas sin ser excepcionales que, lamentablemente, se ven sumergidos en un guión que apuesta por la sensiblería y la manipulación emocional más obvia. Mediante diálogos trillados y escenas que se atascan en la reiteración y el cliché, el filme nos indica de manera clara que debemos sentir y cuando hay que derramar una lágrima. Pero si los sentimientos se fuerzan en lograr de impulsar que se desarrollen gradualmente, no afloran. Presa de los aspectos más negativos del cine familiar estadounidense, el filme ofrece algunos mensajes muy positivos y un visionado potente y artísticamente meritorio, pero se diluye en la artificialidad. 6/10
Y a las 22:00 en el principal vi la única película de la sección Perlas del día, primera en venir de Venecia y no de Cannes: la romántica Frantz, del prolífico François Ozon. Hanna es una chica joven alemana que se ha quedado soltera en casa de sus padres tras la muerte en la Primera Guerra Mundial de su prometido Frantz. Cuando descubra a un francés llorando sobre la tumba de su hermano, este se revelará como un amigo afectado por su muerte, y conseguirá hacerse un hueco en el corazón de la familia Mitthouser. Anna y Adrien, que guarda algunos secretos, iniciarán una intensa relación en un complicado contexto social, con dos países cuyo odio mutuo sigue más latente que nunca. Un melodrama clásico de argumento emotivo y trágico, en la línea de tantos otros. Ofrece a nivel visual unos interesantes juegos de colores, pasando del blanco y negro al color al tratarse de una ensoñación o un recuerdo emotivo de un luminoso pasado a través de la música. Los actores rinden bien, afectados por un guión de reiterativo culebrón y lamentos, pero creíbles y frágiles, transformados por el dolor y la pérdida. Pero si algo eleva la categoría general del filme es la elegancia con la que está hecho. Desde la música hasta el montaje, la fotografía o la dirección artística. Engrasada como un mecanismo de relojería pausado pero hermoso y entrañable, triste y tierno, logra que el espectador se acongoje al acabar la proyección. Lo mejor del día. 7/10
A falta de dos días de paliza fílmica, vivimos un día agradable, con propuestas arriesgadas que confirman la valentía de Rebordinos al programar este año. Hasta mañana.