El día 2 de mi cobertura del festival, sábado 17 de Septiembre, fue una jornada intensa, dónde amplié mi agenda a cinco películas. Un plan apretado que acarreo las primeras secuelas físicas en las proyecciones intermedias. Y también fue mi estreno en la sección oficial, y un día de propuestas de nacionalidades variadas, autores consagrados y una anticipadísima cinta española. El nivel de ayer fue tan alto que no se pudo igualar. De todos modos, un día muy completo.
Alberto Rodríguez fascinó al planeta cine con la soberbia La isla mínima, por lo que el nivel que se esperaba de El hombre de las mil caras (proyectada a las 09:00 en el Victoria Eugenia) era altísimo. Y a muchos niveles, este trepidante thriller político sobre el famoso estafador nacional Francisco Paesa , que maquinó una inmensa operación contra ETA y estafó a toda España con su ocultación de casi de un año de Luis Roldán y su falsa entrega a la policía española en Laos durante los años 90, es excelente. La fotografía de Álex Catalán es excepcional, así como la música de Julio de la Rosa y su detallada dirección artística. El montaje es dinámico, y el guión es frenético y denso. Las interpretaciones cumplen, en particular un sorprendente Carlos Santos (Eduard Fernández ofrece lo que se espera de un actor de su inmenso talento) y la narración en off del personaje de un tan sólo correcto Banderas resulta de interés. Es un tipo de película común en Estados Unidos pero tremendamente complicada de realizar aquí, y llevar a buen puerto un filme de tamaña ambición es aplaudible. Y la villanía de los pillos que operan dentro del gobierno de España robando desde hace décadas no es retratada lo suficiente. Pero el visionado deja poco poso a las horas. El ritmo raudo y machacón impide que la historia de los personajes respiren y realmente comprendamos con magnitud los pormenores del caso, y estamos más ante un espectáculo vistoso y ameno al que le falta calado. Sin duda, todo aquel que conozca de primera mano el caso la disfrutará el doble. Un filme algo impersonal en su posición narrativa pero muy competente, que tiene la mala suerte de competir con un cine español reciente de muchos quilates. 7/10
De nuevo dentro de la Sección oficial, a las 12:00 en la sala 1 de los Cines Trueba, el debutante realizador chino Xiaogang Fen ofreció a la estrella Fan BingBing un vehículo de lucimiento en la interesante Wo bushi Pan Jinlian (No soy Madame Bovary), una película de árida premisa pero cautivador dispositivo formal. Li Xuelian descubre que el faslo divorcio que organizó con su marido Qin para poder optar a otro apartamento ha sido verdadero, y él va a casarse de nuevo. Decide recurrir a la justicia con una demanda, pero la inoperancia de la burocracia y la mala fama que ella recibe por haber sido mancillada previa al matrimonio la conducen al fracaso. Testaruda y determinada, Li mantendrá durante los próximos diez años de su vida una constante lucha de pleitos y visitas a los tribunales pequineses, pese a los intentos de la policía y conocidos por disuadirla u apresarla. Una premisa atípica y poco apasionante, que sorprende por su propuesta visual. La película juega con los formatos de imagen, presentando las escenas desarrolladas en el pueblo de ella en un original formato circular, y las escenas de Pekín en 1/1, entre otros. Su hermosa fotografía cuidadosamente encuadrada y su hermosa música elevan la calidad de un filme de argumento vano pero humor acertado. 6/10
Siguiendo en la Sección Oficial, el francés Arnaud des Palliéres volvió a proyectar, esta vez en la inmensa Sala 1 del Kursaal, la impactante y dolorosa Orpheline. Seguimos los pasos de la infructuosa vida de Karine a través de distintas etapas vitales, filmando cada una de ellas como si de una persona distinta se tratase, pues cambian las actrices que la interpretan (destacan Adèle Haenel y una Adèle Exarchopoulos que persiste en su empeño de filmar cine sexualizado) y nadie la menciona directamente salvo en un par de ocasiones. Pobre desgraciada carente de una familia estable y operativa, y vista obligada desde siempre a malvivir soportando vejaciones físicas y morales y enseñándose como ofrecida mujer objeto destrozada y sola, el filme nos narra en primer plano una historia dura y bruta, que pone al espectador en un marcado malestar. Su fotografía en mano feísta y su suceso de situaciones morbosas regodeadas en la violencia hacen del filme (acompañado brevemente de los gratificantes Gemma Arterton y Sergi López) una experiencia difícil pero dispersa y poco clara, en la que se van hilando los cabos narrados no linealmente sin dejarse resueltas todas las dudas. Turbia y misógina, el filme ofrece sensaciones fuertes y da espacio para la reflexión, pero su historia no llena y su forma no encandila. 5/10
A las 19:00 en el Teatro Principal seguimos con la sección oficial con el regreso a Islandia tras el periplo Hollywoodiense del actor y director Baltasar Kormákur, en Eidurinn (El juramento), protagonizada por él mismo. Cual novela de Mankell, y ofreciendo muchas similitudes con Prisioneros, asistimos a un relato de estallido de violencia en espacios comunes, donde un padre, el cirujano Finnur, llevará la protección de su adolescente hija frente a las malas influencias de las drogas y el violento camello de su novio hasta las últimas consecuencias, dónde se reinvertirán los roles y las apariencias engañan con respecto a quien, en última instancia, es la víctima, y quien es el monstruo. Los relatos de como reaccionan los hombres de a pie ante situaciones límites y de la peligrosidad de querer perseguir un fin con fuerza tal que justifique medios inaceptables dan lugar a películas intensas y disfrutables, y esta sin duda lo es. Competentemente filmado, con una fotografía aérea que saca provecho al hermoso paisaje del país (de dónde últimamente procede muy buen cine) y un diseño sonoro desasosegante y envolvente, el filme nos atrapa con su manejo de la dosificación narrativa y la tensión. Pero lamentablemente cae en el error tentador del efectismo y el ruido, apostando por un exceso de morbo y una escalada de la brutalidad y las desgracias demasiado truculenta para resultar creíble. Con todo, un ejemplo de cine escandinavo no excepcional pero sí muy ameno. 7/10
Y por último, la sección Perlas, visionando a las 22:00 en el Teatro Principal el biopic de Stephen Frears Florence Foster Jenkins , el enésimo vehículo al servicio del lucimiento interpretativo de una siempre correcta Meryl Streep. Meryl interpreta a una burguesa excéntrica que, anegada en fortuna, decide realizar su gran sueño: dar rienda suelta a su amor por la música y dar conciertos como soprano. Su facilidad para desafinar harán de ella una cantante deplorable, pero su entusiasmo y empeño y los medios que su marido St Clair Bayfield (un correcto Hugh Grant) emplea para ocultar las críticas y convencer a sus cercanos de que les acompañen en el empeño, hará de ella una figura de éxito nacional que dará alegría a los soldados americanos en guerra y llegará a grabar sus canciones y dar conciertos en el Carnegie Hall. Eficazmente interpretada (sorprende un desatado Simon Helberg como pianista tímido y nervioso) y apoyada en una trabajada dirección artística (en exceso teatral) y un tono melancólico y nostálgico, el filme funciona muy bien en el aspecto cómico. Y aunque filmada con clasicismo y rutina, cumple de manera competente a nivel formal. Pero nada sale de la convencionalidad en esta meliflua y tierna historia que resulta simpática pero también ligera e intrascendente. A nivel cinematográfico, mera corrección. 6/10
Al final del día, la segunda jornada ha supuesto un bajón con respecto a la primera, pero esto era muy probable que se produjese. Y los platos fuertes están por llegar.