Después de la maravillosa jornada 4, difícil hubiera sido que los dos filmes que restaban por ver durante el fin de semana aguaran mi positiva impresión general. El número de buenos filmes ya superaba al de malos, y la suma de experiencias diversas ya había dado una semana provechosa. Días heterogéneos de estimulante crisol, que aparentaba poder mantenerse hasta los dos últimos capítulos. El sábado sería el turno del filme más largo pero presumiblemente el más sentimental, obra de un ya curtido director con réditos. Y el domingo, de recuperar una película vista el viernes que hizo las delicias de algunos compañeros que cubrían también el festival. Por ello, pese a que la experiencia cinéfila se complementaba durante ambos días con otras actividades, encaraba el postre con esperanza. Y la suma de ambos visionados fue marcadamente satisfactoria. Pues hablamos de dos buenas películas, siendo la última realmente notable. Dos películas temáticamente interesantes, y tonalmente muy compactas. Romances juveniles de carreteras y tensos dramas familiares. Dos películas con suficientes elementos para agradar a públicos muy variados, y dos filmes estupendos para cerrar la semana.
El sábado se proyectó a las 16:00 en la Sala 1 la película 303, dirigida por un Hans Weingartner que se dio a conocer gracias a la interesante Los edukadores. Jule (Mala Emde) es una estudiante alemana de biología que coge su caravana y decide dirigirse a Portugal a reencontrarse con su novio. Jan (Anton Spieker), al que se le ha negado una beca, decide dejar la capital para encontrarse en en Euskadi con su padre biológico. Ambos se encontrarán en el camino y seguirán juntos el viaje a través de días y kilómetros de alegría, charla, jovialidad y amor. Una road movie de adolescentes enamorándose en el verano. Una narración costumbrista y vitalista, motivacional, que habla de las ganas de vivir, de la libertad y del enriquecimiento de conocer mundo y vivir aventuras. Una película tan amena como entrañable y divertida, que se sostiene gracias a dos personajes centrales atractivos estupendamente interpretados. Y, sobre todo, el filme fluye gracias a los buenos e interesantes diálogos de su medido guión. Un filme que construye personajes con tiempo y acierto que logra que aceptemos de buen grado el viaje por la campiña francesa y el norte de España. Viaje que, en sí mismo, carece de personalidad y de identidad en su puesta en escena, de estilo soso y blandas elecciones musicales, que contribuyen a un efecto pasteloso que el filme no necesitaba. Una película convencional y predecible, sí, que poco aporta, pero que se ve con una sonrisa y carcajadas puntuales, enterneciéndonos muy a menudo. 7,1/10
A las 17:00 del domingo 17 de junio concluyeron mis andadas en la Sala 1 para disfrutar de Las tres cimas/Drei Zinnen, de Jan Zabeil. Aaron y Lea se van unos días de vacaciones a una casita en Tres cimas, en la espectacular zona montañosa del Trentino Alto. Lea (Bérénice Bejo) es la madre de Tristan (Arian Montgomery), y Aaron (Alexander Fehling) es la pareja de Lea, pero Tristan es su hijo. Él le quiere como si fuese suyo, y hace todo lo que puede por llegar a su corazón. Pero cada intentona de comenzar desde cero fracasa, y la tensión latente con Tristan aumentará hasta alcanzar consecuencias inesperadas. Una película sencilla, de pocos personajes y parquedad narrativa, que aprovecha la inmensidad y belleza de su incontrolable escenario para tratar un caso de relaciones familiares en el continuo borde del abismo. Un relato de tensión y suspense, realmente excelente. Los adultos intentan amarse, ante la imposibilidad que aporta la constante presencia de Tristan; y pese a los esfuerzos de Aaron, jamás llegará a ser el nuevo padre ante los ojos de otro de los dos, ni será capaz de descifrar al cruel Tristan. Un ejercicio de precisión narrativa milimétrica, tonalmente compacto, que traza una atmósfera densa y embriagadora, que pese al ritmo lento absorbe al espectador, que permanece durante el visionado intrigado al máximo. Pese a suceder pocas cosas, el drama se cuece a fuego lento, y la calma chicha aguarda una tensión malsana y deliciosa que no cesa, hasta conducir a un explosivo clímax físico y desgarrador. Gran fotografía, estupendas interpretaciones. Hermosa banda sonora. Una gran película. 7,7/10
Y con esto concluyen seis días de cine teutón fresco y original, genérico y de estilos fuertes. Cine que muestra el buen estado de forma de un gran evento, al que volveré el año que viene y en el que espero ver más asistencia. Rescataría a los vampiros Herzogianos, a las cimas, a los censores filipinos, a las hermanas disociadas, al cavernícola helado, a los migrantes en tránsito y al desalmado de otra de las películas que ya vi en San Sebastián: la estupenda El capitán/Der Hauptmann. En suma, un dulce reencuentro con el mundo festivalero que sacia nuestra hambre hasta el siguiente.