Cómo he afirmado previamente en este blog, Jeff Nichols es uno de mis directores contemporáneos favoritos. Midnight special fue una decepción, pero tanto Take Shelter como Mud se encuentran entre las imprescindibles de este siglo. En enero se agolpan los estrenos, y durante unas semanas se propaga la histeria entre la cinefilia por el estreno simultáneo de muchos de los aspirantes a los óscar. Este drama de pareja, basado en el libro The loving story de Nancy Buirski e inspirada en hechos reales, era una de ellas (sin embargo, sólo rascó una nominación, en una prueba más de porque no debería depositar tanto interés en esos galardones). La temática racial, acompañada de ese márketing academicista, me hicieron recelar, pero mi fe a Nichols hicieron imposible que no me apresurase en acudir a la sala. Y la recompensa a mi apoyo fue extremadamente gratificante. Pese a un argumento reiterativo y escaso más allá del flagrante caso histórico, las maravillosas interpretaciones de su pareja protagonista y la sencillez y delicadeza con la que está filmada la película la definen como una de las mejores obras de su director, y de lo mejorcito de este año que empieza.
Richard Loving (un contenido y emotivo Joel Edgerton, cuyo personaje de pocas palabras trabaja en la construcción) ama a su novia Mildred (Ruth Negga, soberbia desde lo más sutil, tremendamente atractiva), y en vistas del embarazo de esta le pide matrimonio. Sabedor de que hacerlo en Virginia está fuera de la legalidad, Richard se lleva a Mildred a Washington para realizar el casamiento allí. Pero cuando retornan y inician una rutinaria vida en pareja, las fuerzas del orden les separarán y encerrarán en comisaría. Tras salir bajo fianza, el abogado les hace ver que para evitar prisión (por el delito que el matrimonio interracial es en el 1958) deberán abandonar el estado y no volver juntos en 25 años. La felicidad de la vida en el campo no se trasladará a la urbe en la que deben criar a regañadientes a su numerosa prole, y durante una década emprenderán una larga batalla judicial (con retornos reincidentes al hogar y a sus familias) para que se les permita vivir su amor en su casa. Un suceso histórico narrado en una película de revindicación de los derechos civiles y de denostación del negro pasado racial americano. Como viene siendo habitual en el cine de Nichols, ambientado en el mundo rural del este estadounidense. Un ejercicio fino y elegante que apoya su fuerza en las magistrales interpretaciones de sus dos protagonistas, sustentadas no en la exhibición dramática, sino en la inmensidad de la sonrisa, del abrazo, de la mirada. Pero la ejecución formal, como cabía esperar, es notable. Los colaboradores habituales del director Adam Stone (director de fotografía) y David Wingo (compositor) hacen un trabajo disimulado pero bien hilvanado, que crea un tono narrativo muy concreto y envolvente pese a su parsimonia (otro colaborador, Michael Shannon, tiene un simpático cameo). El lenguaje visual de Nichols es muy sugerente, recurriendo de manera poco ortodoxa al primer plano para dar predominancia a la dupla y utilizando planos detalle cerrados o paisajes para transiciones rápidas entre secuencias breves. La vida que les toca a los Loving es dura, y tendrán obvias diferencias, pero la aceptación y comprensión que tiene uno del otro y la necesidad que tienen de hacerse compañía.
El cinéfilo exigente tal vez exija más de dónde morder tanto a nivel formal como a nivel temático. El argumento per se no es apasionante, y podría dar lugar a un filme mediocre de estar mal realizado. Un filme, como este, tan eminentemente americano, pierde fuerza fuera de sus fronteras, aún más en estas fechas de sobrecarga de cine racial. La dirección de arte retrata con acierto un momento histórico concreto con leves derivas a la exaltación patriótica, en un ejercicio que no da lugar a una reflexión muy profunda. Pero como sucede más de una vez, el buen cine no reside en lo que cuenta, sino en como lo cuenta.
Ascética y taimada en demasía para unos tiempos tan histriónicos como estos, Jeff Nichols ofrece en Loving una de sus mejores películas, y una que debemos luchar por que no pase desapercibido, pues es una de las mejores películas de amor de los últimos tiempos. 8/10