Y, lamentablemente, todo llega al final. Y aunque el Festival concluye el sábado 24 con la ceremonia de clausura y la entrega de premios en las diferentes secciones, el jueves 22 fue el último día para un servidor. Y fue una despedida dulce, pues de las cinco películas visionadas durante la jornada, cuatro fueron buenos filmes. La media más alta por día de todo el festival.
A las 09:30, de nuevo en el querido Victoria Eugenia, asistí a una de las últimas películas de la Sección Oficial, la española La reconquista, dirigida por Jonás Trueba. Manuela es una chica de 30 años establecida en Buenos Aires que vuelve de visita a su Madrid natal. Allí se reúne para tomar algo con Olmo, un gran amigo y ex novio de su infancia. Además de compartir con él la madrugada de baile por la noche madrileña, le hará entrega de una carta que él escribió hace quince años, en su adolescencia de pasión, prometiéndose amor eterno. Presos de la nostalgia, seguirán sus caminos, pero afectado por el recuerdo de ese vínculo puro aún latente. Una película pequeña, de personajes, en concreto de relaciones amorosas. Ambientada en un Madrid de hoy que, aunque sea como mero escenario circunstancial, queda bien reflejada como lugar de deambule nocturno para una generación. Así como las expresiones y la actitud de la gente joven de este nuevo milenio. Pero todo lo demás raya en lo evidente y lo mediocre. Visualmente, muy poca cosa, planteamiento de cobertura en cámaras fijas y un providencial travelling en moto, al alcance de un estudiante de imagen. El resto, moñería y elementos cursis. Diálogos de guión declamados sin verismo, e interpretados con artificialidad. Todo aquello que puede sugerirse se explicita (escuchamos y vemos lo leído, retrocedemos al pasado a verles de niños), y allí donde Nocturama retrataba con acierto las ansias de vivir de la juventud, o a Jatten le encontrábamos un gran corazón, aquí hallamos un puñado de lugares comunes en una narración inofensiva y trasnochada, acompañada de cansina música indie española. Al menos Aura Garrida aparece, aunque brevemente, para consolarnos. 5/10
A las 12:00 continué en el Victoria Eugenia para ver una de las perlas, en este caso la ganadora del oso de oro en la Berlinale Fuocoammare , dirigida por el italiano Gianfranco Rosi. Documental centrado en la descripción de la isla de Lampedusa, punto clave para el desembarco ilegal de inmigrantes, elige como enfoque narrativo la creación de un mosaico viviente de fragmentos de vida de habitantes de la isla. Una serie de personajes comunes, pero ningún narrador o línea narrativa principal a primera vista. Pero a pesar de un metraje extendido y un ritmo lánguido que supone que el acercamiento a la obra sea ardua, una vez descifras su cripticismo no puedes sino sentirte atrapado por su potencia, naturalidad y belleza. La realización es sencilla y reposa en planos de exquisita estética. Los sucesos, aparte de interesantes, frescos y vivos, adquieren relevancia en el contexto general del filme. La hermosa música popular siciliana que suena en la radio se convierte en un personaje más, como también lo hacen sus espectaculares paisajes naturales. Sus humildes personajes nos encandilan con su nobleza y espontaneidad, y el drama de los inmigrantes, sin radicalizar el filme con un discurso panfletario, se nos presenta con elegancia pero en toda su crudeza. La belleza intrínseca de los escenarios cotidianos de la comunidad rural, la tradición y la identidad cultural italiana se erigen en esta película en forma de arte. Hipnótica, envolvente, reflexiva y crítica, un documental excelente. 8/10
A las 14:00 se proyectó en el Teatro Principal, dentro de la Sección Oficial, Kimi no na wa (Tu nombre), película japonesa de animación de Makoto Shinkai. Takai, adolescente residente en Tokio, y Mitsuha, jovencita residente en una comunidad rural, descubrirán que frecuentemente, durante sus respectivos sueños, amanecen en el cuerpo del otro. En esta alternancia diaria de estancias en ambos cuerpos, ambos dejaran en sus móviles registros de sus actividades para impedir el desconcierto del otro. De géneros y caracteres diferentes, esta situación dará lugar a sucesos hilarantes y transformaciones en sus respectivas rutinas. Hasta que un día estos intercambios finalicen, y Takei . Pero la aparición en escena de un cometa y el impacto de sus restos le harán ver que ese reencuentro no será tan fácil como esperaba. Una película de animación, de antemano, bellísima, con un minucioso detalle en la recreación de espacios. Con ritmo y potencia dramática, y un guión ambicioso lleno de ideas interesantes (añadamos a lo previamente añadido intercambios en distintos momentos temporales) son los puntos fuertes del filme. Y sin duda superan los negativos, también numerosos. Aparte de ser enrevesado a nivel narrativo, hay una fluctuación inmensa de tonos y ritmos, cayendo con frecuencias en la cursilería adolescente común en este tipo de películas. Y si bien la música es muy correcta, el filme introduce en el metraje escenas de montajes rápidos de un suceso concreto con canciones de rock infantil propias de una cabecera de serie de televisión, que si bien dan para unas secuencias videoclip divertidas de puro extravagante, rompen por completo el clima y atmósfera de la película. Con todo, esta peculiar historia de amor de adolescentes tímidos encandila y asombra. 7/10
A las 16:30, esta vez en el Teatro Principal, vi mi última perla del certamen, Después de la tormenta, dirigida por el prolífico y habitual en este blog Hirokazu Kore-Eda. Ryota es un cuarentón fracasado que pudo haber sido escritor pero que en la actualidad ejerce de detective privado con escasa fortuna y apuesta en los caballos y vive separado de su ex-mujer y su hijo. Sin blanca, Ryota procura el reencuentro familiar. La llegada de un nuevo tifón lograra que este encuentro se produzca, una noche, en casa de la dicharachera y desidiosa abuela. De nuevo, cine costumbrista de familias resentidas y gente hablando y comiendo, como es norma en el cine del nipón. Personajes patetoides y taimados, graciosos en sus diálogos orgánicos y salados. Como de costumbre, el medido guión se va entramando gradualmente conforme avanza el metraje, pasando de un inicio dubitativa y soso a una segunda parte plenamente satisfactorio. Pero todo son elementos ya vistos en mejor expresión. Ni la realización ni la premisa está a la altura de obras recientes de su autor, que sigue teniendo la habilidad de ofrecer filmes muy competentes a un ritmo alleniano. Sus aciertos de guión hacen que se le perdonen sus arranques atascados. 7/10
Y acabé mi actividad a las 19:00 en el Teatro Principal con la competidora en sección oficial Pastoral americana, adaptación de la novela homónima con la que el actor británico Ewan McGregor debuta en la realización. En el auge de la sociedad estadounidense tras la 2º GM, Seymour Levov (apodado en su etapa de deportista universitario como «el sueco»), la esperanza del pueblo, triunfa en los negocios y forma una perfecta familia de clase media, con una hermosa mujer (Connelly) y una amorosa hija tartamuda, Merry. Pero la convulsa actividad política de la década de los 60, con el comportamiento sanguinario de EEUU en Asia y la ebullición de manifestaciones e iniciativas revolucionarias de izquierdas, su hija se convertirá en una rebelde feroz y una disidente en su propio hogar. Pero todo se torcerá sin remedio tras un atentado en el que se implica a Merry, la cual desaparece. Tras iniciar una larga e infructuosa búsqueda, Levov, negado a olvidarla, asiste impotente a la destrucción de su idílica vida y al desmoranamiento de su vida familiar y, en última instancia, de sí mismo. Una adaptación que a pesar de tantear el contexto político con imágenes de archivo (innecesarios) y ciertas revueltas en la fábrica de guantes de Levov, se centra en el drama de pérdida y la relación padre-hija. Los problemas del filme saltan a la vista. Su realización es competente pero insípida, así como su simplista enfoque de los enfrentamientos políticos y los posicionamientos de su personaje, presentados desde un prisma muy evidente. Con todo, la soberbia banda sonora, la atmósfera tensa que McGregor imprime al filme tras una primera hora sosa y las estupendas interpretaciones de sus intérpretes consiguen mantenernos en vilo, sufragados y emocionados, capturando momentos de drama de gran nivel. Un visionado muy gratificante. 7/10
A las 22:00 pude visionar el nuevo filme de Hong Sang-Soo, pero preferí recogerme para organizarme de cara al viaje de vuelta. Una vuelta con una gran sonrisa, pues ha sido una semana agotadora pero llena de cine variado e interesante de entre un total de 28 filmes, y con un puñado de excelentes obras en la recámara. Volveremos con fuerza el año que viene.