Empieza a asomar por las pantallas ibéricos ejemplos de lo que se ha dado en denominar una nueva oleada de cine islandés que, si nos atenemos al filme que nos ocupa, se presupone de gran interés. Asistí a esta película con escasa información y la mente abierta, y cuan gratificante experiencia fue su visionado. El cuarto filme de Dagur Kári, Corazón Gigante (de título original Fúsi, como su maravilloso protagonista), es la película más triste y también más tierna que ve un servidor en bastante tiempo. Todo una delicia a nivel emocional. Una propuesta sencilla que no ofrece nada excepcional y que bebe en sus formas del cine independiente estadounidense, pero que brilla en su conjunto gracias a una narración reposada pero muy medida y unos personajes entrañables.
Fúsi es un cuarentón obeso introvertido y con claras dificultades de adaptación social. Trabaja en un aeropuerto y vive en casa de su madre, donde mantiene en primoroso estado escenarios en miniatura dónde juega con un vecino recreando batallas de la Segunda Guerra Mundial. Este y una vecina de 10 años son sus únicos amigos, y su triste rutina se compone de escasas costumbres practicadas diariamente de manera religiosa. El novio de su madre, deseoso de un poco de intimidad, le regala en su cumpleaños una inscripción a unas clases de un tipo de baile americano. Asistirá a regañadientes para contentar a su castrante madre, pero allí conocerá a alguien muy importante que le impulsará a dar un vuelco total a su vida y a su actitud personal. Una historia que se antoja ñoño drama social apoyado en un personaje, en principio, poco simpático. Pero no hacen falta más de 30 minutos para que nos enamoremos perdidamente del personaje cinematográfico más entrañable del año. Kilos de pura bondad aislados de una sociedad fría y poco empática con él debido a su carácter y a los prejuicios establecidos alrededor de su poco agraciado aspecto físico (su relación con cierta persona desembocará en tristes malentendidos). Pero el más grande de los sentimientos le impulsará a emprender una actitud activa para con aquella a quién quiere y saldrá de la inanición con tal de conseguir lo mejor para ella. Y todo se consigue gracias a una narración delicada gracias a la verdad que transmiten sus intérpretes y la cercanía de sus problemas y emociones. Una historia humana que respira realidad y nos muestra de nuevo que en las pequeñas cosas también están los grandes relatos, si se narran con verdad. El filme es tierno sin ser cursi, triste sin ser compungida ni manipuladora, e intensa desde la sencillez narrativa y la sobriedad de una puesta en escena modesta.
Sin duda el mayor defecto del filme es la pobreza de su concepción visual, como bien pudiera pasar en El olivo. Pero en el caso de esta pequeña producción, ese acabado gris está justificado a nivel narrativo. Apoyado en encuadres muy pensados y nada burdos se retratan unos paisajes sórdidos de aislamiento (excelente la dirección artística y de producción, aunque modesta). La cámara en mano se camufla lo mejor que se puede, y la colorimetría apagada del filme concuerda con la idea de representar un escenario cutre e inhumano. La mínima banda sonora contribuye a construir una atmósfera melancólica pero desencantada, cariñosa y sórdida. Múltiples escenas tocarán la fibra de aquel espectador entregado a sentir con las películas y al que la rutina no hay insensibilizado. Deseamos que Fúsi triunfe con sus sueños, y aceptamos que no los logre, pues así es la vida real. Y esta película basa en ella su credibilidad, la cual es fácil abandonar en pos de clímax sensibleros. Pero no hace falta forzar las emociones del espectador si se narra una historia con dedicación, pausa y entrega. Con los resortes bien engrasados toda empresa funcione, por pueril que de primeras resulte.
Corazón Gigante no ofrece nada particularmente relevante a nivel visual, y es un ejemplo más de cine modesto de temática social muy visto allende el Atlántico, pero armonizados para lograr una experiencia intensa y emotiva en una historia que retrata como un país hermético como a un personaje único. 8/10