Byron Howard, responsable de la divertida Enredados, y Rich Moore, director de la ingeniosa Rompe Ralph, dirigen mano a mano la nueva película de esta exitosa etapa de los Disney Animation Studios, que ha experimentado una evidente evolución artística desde que Lasseter ejerce de director creativo. Una mejora cualitativa iniciada a finales de los 2000 que se vislumbró en las películas mencionadas y que se confirma en la que ahora nos ocupa. Esta película, que no es sino una película policíaca de compañeros sobre conflictos raciales, políticos y sociales camuflado de comedia con animales peludos, es un acierto a muchos niveles. No deja de ser una película terriblemente formulaica, siendo sus grandes defectos determinados clichés genéricos y convencionalismos de la fábrica de sueños, pero sigue siendo una película muy estimable.
Judy Hobbs es una joven coneja que ansía ser la primera policía de su raza. Tras triunfar en la academia se traslada al cuerpo de policía de la mastodóntica ciudad de Zootrópolis, dónde conviven animales de todas las razas en armonía. Su recibimiento será muy complicado, dónde tanto sus superiores como los animales de su entorno la minusvaloran y subestiman. Pero todo cambiará cuando resuelva con la ayuda de un pícaro zorro un extraño caso que puede implicar nefastas consecuencias para los carnívoros de la ciudad, ganándose el prestigio dentro de su cuartel y del gobierno. Un interesante argumento efectivamente desarrollada a través de escenas cómicas ingeniosas y un uso inteligente de los mecanismos narrativos del relato policíaco. El emplazamiento de la diégesis en este apasionante mundo antropomorfizado de múltiples ecosistemas es el mayor activo del filme, dónde cada raza presenta su propio tamaño, sus propias características de carácter y, lo más importante, desconfianza hacia las demás. En particular entre depredadores y presas, dando lugar a evidentes pero adecuadas críticas hacia el racismo, la discriminación social y la demolición de los sueños de realización personal de los más débiles en un mundo salvaje. Un alegato para los infantes sobre la igualdad y la persecución de los sueños, y que se reduce en última instancia a la clásica idea de que todo se logra con esfuerzo. Pero es en la ejecución dramática de estos conceptos morales donde radica el error.
Aún sin ser predecible en escenas concretas del argumento, la estructura general del filme no se sale lo más mínimo de lo que cabría esperar de una propuesta de estas características, y la reiteración de la fórmula Disney se siente enclaustrada y poco novedosa. Por mucho que ciertos giros a la parodia alivien la ñoñería y el subrayado dramático barato de los momentos tristes estos no dejan de sentirse forzados, poco convincentes y perfectamente prescindibles. Las idas y venidas de la relación de Nick y Judy no precisan pasar por momentos tan radicales y obvios como los de la mitad del filme, y las dudas éticas que le surgen a Judy por las consecuencias trágicas de su resolución inicial del caso se siente exagerada de puro moralizante. Por estos poco sutiles momentos de manipulación emocional y su aprovechamiento limitado de su universo narrativo impiden que esta película alcance el notable.
Divertida, de acción dinámica e intriga interesante, Zootrópolis es una película que rivaliza con las últimas producciones de una Pixar en caída libre, y la mejor película de los Disney Animation Studios en una década. Pero aún queda mucho camino por recorrer. 7/10